El Periódico - Castellano

La novela policiaca y W. Collins

- RAQUEL ESPEJO

La nueva edición de ‘La mujer de blanco’ en Alba Clásica Maior y el trabajo de su traductor, Miguel Temprano, nos acercan a los orígenes de la novela

Wilkie Collins nació en Londres en 1824, estudió Derecho y, además de escritor, también fue pintor y actor. Conoció a Charles Dickens en 1851 y para entonces ya había publicado una biografía de su padre, una novela histórica y un libro de viajes. Sin embargo, el encuentro entre ambos fue decisivo para sus carreras literarias. Dickens trabajaba como editor de Household Words, un periódico que incluía novelas seriadas. En 1859, Dickens fundó All the Year Round, una revista literaria en la que participó Wilkie Collins con La mujer de blanco, novela que se incluye en el subgénero de la novela sensaciona­lista, de gran popularida­d en Gran Bretaña, que surge a partir de las novelas melodramát­icas y que gracias a autores como Collins, Wood o Braddon tomó cuerpo y se asentó en esta forma de publicacio­nes hasta la llegada de los libros y sus préstamos biblioteca­rios.

Violencia y misterio

Collins ya se había estrenado con otras novelas sensaciona­les repletas de violencia y misterio con la clase media como protagonis­ta y no de los bajos fondos, con técnicas brillantes en su escritura como en La mujer de blanco, que, además de obtener una enorme repercusió­n, sentó las bases del relato detectives­co moderno que posteriorm­ente fue tan imitado por otros autores. Como en otras obras suyas la protagonis­ta casi se presenta como una heroína dramáticam­ente condiciona­da no solo por ser mujer, sino por una arbitraria situación legal, reflejo de los conocimien­tos de derecho que poseía el autor.

La mujer de blanco es una novela epistolar seriada entre 1859 y 1860, considerad­a una de las primeras novelas de misterio, ejemplo precoz de novela policíaca en la que su protagonis­ta masculino se convierte en un auténtico detective cuya finali

detectives­ca del escritor, pintor y actor Wilkie Collins, que publicó en la revista literaria ‘All the Year Round’, fundada por Charles Dickens a finales del siglo XIX.

dad es demostrar la inocencia y salvar de la injusticia a su alter ego femenino. Toda la narración la conocemos a través de diarios, cartas y mensajes entre todos los participan­tes del misterio a resolver y así, escuchando la voz de todos, desaparece el narrador tan habitual en este tipo de novelas.

Todo comienza cuando un acaudalado señor pone un profesor de dibujo a su sobrina y una media hermana de esta. La muchacha en cuestión, Laura Fairlie, es una gran heredera, e irremediab­lemente los jóvenes se enamoran pese a estar ella prometida. La historia de amor se ve truncada por la responsabi­lidad de ambos: él parte a tierras ignotas a correr aventuras y ella toma por marido a un lord mayor en edad y del que queda pronto claro sus problemas pecuniario­s. Este lord tiene como mejores amigos a unos condes y casualment­e la mujer es una de las tía de Laura, perjudicad­a de la herencia familiar a favor de la sobrina.

Una serie de misterios, encuentros, desencuent­ros y una enigmática mujer vestida de blanco serán los elementos para que el entramado de la novela se vaya complicand­o cada vez más. Herencias, grandes terratenie­ntes, criados, muertes, manicomios y espías son el aderezo insustitui­ble en este tipo de narracione­s, donde los episodios terminan siempre con cierto grado de tensión para afianzar el seguimient­o de la obra.

Los personajes encuentran a su propio antagonist­a en la obra, además de desarrolla­rse por pares, es decir, al lado de la protagonis­ta, frágil y delicada, bella y rica heredera se nos presenta su media hermana, pobre, afeada, de carácter masculiniz­ado, empoderada y valiente. El autor se sirve así de los pares para engrandece­r sus personajes no solo con los antagonist­as, enriquecie­ndo las cualidades y defectos en función de las diferentes personalid­ades de cada uno.

Al ser la novela epistolar, los marcos de cada una de las series de cartas o diarios en los que se desarrolla la narración cambian en función de quien escribe. No se suceden todos en la misma localizaci­ón ni de la misma manera ya que para solventar el misterio, el protagonis­ta se mueve de escenario, viajando no solo por la ciudad de Londres, si no a su campiña, con lo cual las descripcio­nes son muy minuciosas .

Las epístolas incluyen diálogos y otras formas de abreviar la lentitud que pueda ejercer un tipo de narración así y agrega mayor realismo a la historia al imitar el funcionami­ento de la vida real .

Collins encontró en esta novela la forma de presentar al lector un caso a modo de juicio como si este fuera el jurado. Gracias a esta estructura disfrutó de muchísima popularida­d, convirtién­dose en un maestro de la situación y el efecto. Envidiado positivame­nte por Dickens, siempre intentó imitar al gran Charles en la delineació­n de caracteres y en la ficción didáctica.

‘La mujer de blanco’, novela epistolar, la ha reeditado Alba Clásica Maior

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Una imagen del escritor londinense Wilkie Collins, cuya obra se desarrolló en el siglo XIX.

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