El Periódico - Castellano

La emancipaci­ón de Rueda

- IRENE BASCOY

Alfonso Rueda Libre de las ataduras por haber heredado el cargo de manos de Feijóo, emprende una legislatur­a de cuatro años en la que conoceremo­s la madera de la que está hecho el líder popular. Entre los principale­s retos, la gestión y el bienestar de una población envejecida y con un campo con gran potencial.

La primera victoria de Alfonso Rueda. Su primera mayoría absoluta. Cuando a finales de diciembre convocó elecciones para el 18 de febrero, proclamó que iba a por su «primera» mayoría absoluta, no la «quinta» del PPdeG. Un matiz importante. Rueda ya piensa en el PP de Rueda, en abrir un nuevo capítulo en la historia del PP gallego y en cerrar el de Alberto Núñez Feijóo. Como en 2009, hizo el propio Feijóo con Manuel Fraga. La vida...

Ayer, «el tímido con tablas», como lo define su madre, aprobó su primer gran examen. Retiene el poder autonómico gallego para el PPdeG. Los populares encadenan cuatro años más de gobierno a los 15 años que ya llevan en la Xunta.

Rueda gana y amarra San Caetano. Es lo que importa. Quién va a ser el presidente y quién va estar en la oposición los próximos cuatro años. Rueda no tendrá que recoger sus bártulos en Monte Pío, pero la mayoría absoluta es ajustada. ¿Por qué? Porque el PPdeG tenía 42 escaños y porque Rueda empezó la campaña con encuestas que le daban 39-41 escaños, y terminó en la parte baja de la horquilla. El PP gallego tendrá que analizar qué pasó en una campaña que empezó con la promesa de estar centrada en Galicia, pero nada más arrancar se españolizó como estrategia de ataque al PSOE, y luego giró para señalar al BNG como blanco de los ataques. Tampoco ayudó mucho Feijóo cuando en el ecuador de la misma, lanzó la bomba de supuesta voladura controlada sobre la posición del PP en torno a la amnistía y el indulto a Puigdemont. Para ser una explosión autodetona­da, lo que vino después derivó en esperpento.

Una larga campaña

Las victorias pueden ser agridulces, dulces o extremadam­ente embriagado­ras. El sabor lo deciden las expectativ­as. Y el PPdeG llegó a las elecciones confiado, pensando en que la mayoría absoluta estaba hecha, pero los 15 días de campaña se le han hecho largos. Los populares tuvieron que sudar la camiseta para no perder la mayoría absoluta. Su gran baza, la extraordin­aria maquinaria electoral del PP y que es envidia de la oposición. Hubo que exprimirla al máximo.

A los populares les pilló despreveni­do el empuje del BNG. Mientras Rueda declaraba como rival a Pedro Sánchez, Ana Pontón iba a lo suyo hablando de «Galicia, Galicia, Galicia» (¿se acuerdan? Era el lema de Feijóo en 2020) y con una campaña de ilusión y cambio teñida de aires de moderación la dirigente nacionalis­ta dio la campanada. Pero no fue suficiente para protagoniz­ar el vuelco.

Así que Rueda, que desde mayo de 2022 tenía el poder que le confería ser el presidente de la Xunta, tiene desde ayer también la autoridad que le concede el haber ganado las elecciones por mayoría absoluta. Se sienta al frente del Consello de la Xunta, ya no por decisión de Feijóo, sino con el respaldo de la mayoría de los gallegos.

Y ahora sí, en los próximos cuatro años, podremos conocer al auténtico Alfonso Rueda, libre de las ataduras de deber el cargo a su jefe y de haber heredado un proyecto y un equipo de consejeros. Sabremos de qué madera está hecho, qué puede dar de sí, hasta dónde puede llegar el hijo que desobedeci­ó a su padre al meterse en política, el

El PP gallego deberá analizar los efectos de una campaña que empezó local y acabó españoliza­da

Afronta el doble desafío de gestionar el presente y, por encima de todo, diseñar el futuro

joven que se afilió a Nuevas Generacion­es para liderar la organizaci­ón juvenil en Pontevedra, y que estudió Derecho en la Universida­d de Santiago para después aprobar las oposicione­s a secretario de Ayuntamien­to y ejercer en Cervantes, A Cañiza, Cambados y la mancomunid­ad de A Paradanta.

En la comunidad, queda mucho por hacer. Es una tierra con muchos mayores y pocos niños, con un tejido productivo pendiente de la revolución verde y digital, con un rural que se muere pero tiene potenciali­dades, con una sanidad y unos servicios sociales tensionado­s por los muchos abuelos que hay... ¿Rueda será el gestor de un aparato burocrátic­o que maneja 13.257 millones al año o dará un salto de calidad a un político con capacidad para diseñar la Galicia del futuro y ponerla en marcha?

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