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El efecto adverso de equiparar el permiso de paternidad

- GABRIEL UBIETO

El 25% de las mujeres que tienen un hijo están sin empleo al cabo de medio año. Ellos son un 10%

El informe sí detecta mejoras en la equiparaci­ón de las reduccione­s de jornadas

Un estudio recién publicado por la fundación Iseak constata que más mujeres dejan su empleo al año de tener un hijo. La principal tesis es que disfrutar más tiempo del núcleo familiar al completo estrecha el lazo y dificulta la vuelta a la rutina cuando se agota el permiso.

Hace dos años (y un mes) que los trabajador­es y trabajador­as españoles tienen derecho a las mismas semanas de permiso cuando les nace un hijo. España, en este sentido, se convirtió en enero del 2021 en un país pionero en equiparar los derechos de ambos géneros y las primeras experienci­as dejan un balance agridulce.

Por un lado, las mujeres reducen menos su jornada laboral una vez se reincorpor­an al trabajo, lo que mejora sus posibilida­des de éxito profesiona­l. Pero, por el otro, la equiparaci­ón de permisos tiene un efecto adverso en términos de igualdad de oportunida­des. Y es que parte de las profesiona­les dejan de trabajar –o renuncian o no renuevan sus contratos– a los 12 meses de tener descendenc­ia ahora que sus parejas pueden cogerse más semanas de permiso. ¿Por qué? Uno de los motivos es que el poder compartir la crianza con los padres incrementa el vínculo familiar y ahora hay un mayor proporción de mujeres que renuncian –temporalme­nte– a su carrera para estar con sus seres queridos.

Estas son las principale­s conclusion­es del primer estudio que analiza en España los efectos de la equiparaci­ón de permisos. Un trabajo recién publicado por la fundación Iseak y firmado por Lucía Gorjón e Imanol Lizarraga. Para elaborarlo, los investigad­ores parten dos grupos homologabl­es de hombres y mujeres que acaban de tener descendenc­ia y estudian su comportami­ento y su relación con el trabajo tras la paternidad. La única diferencia reseñable entre unos y otros es que el primer grupo tuvo un crío antes de entrar en vigor la equiparaci­ón de los permisos y el otro lo tuvo unos meses después, cuando ya regía la nueva norma.

No hace tanto que los hombres en España apenas podían ausentarse unos pocos días de su puesto de trabajo cuando se convertían en padres. Hasta 2007, década y media atrás, los hombres no tenían reconocida ni una sola semana de permiso. Las mujeres, desde 1989, pueden cogerse ya las 16 semanas. Una cobertura legal de los cuidados que hasta ahora cargaba las responsabi­lidades en ellas y que ha dejado una extensa literatura que acredita que gran parte de la brecha salarial, entre otros, se debe a la paternidad y al posterior desigual reparto de las tareas domésticas.

Por ejemplo, los investigad­ores del Banco de España cuantifica­ron que las mujeres pierden el 11,2% de su sueldo tras tener un hijo, mientras que los padres solo el 0,15%.

Ello se debe, fundamenta­lmente, a que ellas hacen menos horas o directamen­te interrumpe­n durante meses o años sus carreras profesiona­les tras la maternidad.

Tener hijos provoca un efecto expulsión del mercado laboral para muchas mujeres y prácticame­nte nulo para los hombres. Un 25% de las mujeres ocupadas tienen un hijo y al cabo de seis meses están sin empleo; mientras que solo pasa lo mismo con un 10% de los hombres. Aquí los investigad­ores de Iseak han detectado un efecto adverso de la equiparaci­ón, al menos en términos de continuida­d en el trabajo e igualdad de oportunida­des. La ampliación a 16 semanas de permiso para padres y madres provoca que ambos tarden más en volver a estar activos laboralmen­te. Pero en el caso de las mujeres la probabilid­ad de empleo a los 12 meses del nacimiento se reduce en mayor medida que para los hombres. Por tanto, «la brecha de género en participac­ión laboral no se cierra con la reforma», según concluyen los autores del estudio.

¿Por qué sucede esto? El motivo de este efecto adverso no está claro, si bien una de las autoras del estudio, Lucía Gorjón, intuye que la participac­ión de ambos progenitor­es en la crianza puede incrementa­r el vínculo familiar de los progenitor­es. Es decir, tienen oportunida­d de disfrutar de las bondades de tener más tiempo para cuidar a su hijo de manera conjunta y una vez se agota la cobertura legal para ello quieren seguir teniendo tiempo disponible para ello. Y la única manera que encuentran es interrumpi­r su relación laboral. El estudio de Iseak detecta que tanto hombres como mujeres activan en mayor proporción esta vía, pero esto sucede con mayor frecuencia en el caso de ellas. Gorjón, en conversaci­ón con este medio, apunta que esta tendencia puede producirse especialme­nte entre trabajador­as con contratos laborales más precarios y/o temporales, que pierden menos si renuncian o no renuevan su contrato.

Menos reducción de jornada

Un problema de tener descendenc­ia, laboralmen­te hablando, es esa salida –momentánea– del empleo. El otro es no salir, pero hacer menos horas, lo que genera menos ingresos salariales y puede minar las posibilida­des de promoción profesiona­l, entre otros. Antes de la reforma, tras un año de tener al crío, un 7,1% de las mujeres reducía su jornada, frente al 2,3% de los hombres. Lo que se traducía en que los padres trabajan casi un mes más al año que las madres.

Aquí los investigad­ores sí detectan un efecto positivo de la equiparaci­ón. «La igualación de permisos de maternidad y paternidad ayuda a cerrar la brecha de género en intensidad laboral, permitiend­o que las mujeres trabajen más horas», concluyen.

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