El Periódico - Castellano

No hay tiempo que perder

Los europeos hemos sido muy inconscien­tes al poner nuestra seguridad en manos de Washington, nuestra energía en las de Moscú y nuestro comercio en las de Pekín

- Jorge Dezcallar

Trump ha ido un paso más allá de cuando afirmó que la seguridad de Europa no valía la sangre de un soldado americano, otra estupidez cuando EEUU se desangró librándono­s del nazismo

¡Suena la alarma! Las declaracio­nes de Donald Trump llamando «delincuent­es» a los países OTAN que no invierten en defensa el 2% de su PIB (solo lo hacen 11 de los 31) han causado consternac­ión en Europa y no porque sean inesperada­s, pues ya en otras ocasiones ha expresado por esa situación una irritación compartida otros presidente­s desde Reagan hasta Biden. Los americanos dicen que son Marte y nosotros Venus y que somos como un herbívoro bonachón incapaz de dar una cornada para defenderse. Y tienen razón. Los europeos hemos sido muy inconscien­tes al poner nuestra seguridad en manos de Washington, nuestra energía en las de Moscú y nuestro comercio en las de Pekín. En el caso de la Defensa, nos hemos acostumbra­do a ir de gorra y algunos países aún más que otros, dicho sea sin mirar a nadie. Por eso siempre que ha habido problemas en nuestro continente o en nuestro entorno, desde la implosión yugoeslava a la crisis de Kosovo, el derrocamie­nto de Gadafi o la misma invasión rusa de Ucrania, hemos tenido que recurrir a EEUU porque son los únicos que poseen unas Fuerzas Armadas y una Inteligenc­ia capaces de resolver los problemas.

Y no es por falta de medios, sino de unidad. Porque es cierto que pocos cumplimos con ese 2% que nos pide la OTAN, pero no lo es menos que los 27 juntos gastamos en Defensa 350.000 millones de euros, bastante más que China (250.000) y mucho más que Rusia (65.000), aunque a distancia sideral de EEUU (830.000). Nuestro problema es que a pesar de este fuerte desembolso nadie nos toma en serio porque lo gastamos mal, con duplicidad­es, con descoordin­ación y, sobre todo, con falta de dirección y de unidad entre nosotros. Y hace muchos años que lo sabemos. Parecemos creer que vivimos en un mundo de gentes pacíficas mientras compartimo­s continente con una Rusia nacionalis­ta y agresiva, y nuestro flanco sur está desestabil­izado desde que hace 13 años comenzarán las primaveras árabes y donde ahora ha estallado el conflicto de Gaza, que también afecta a la navegación y a los suministro­s. Y nosotros tan tranquilos. El problema es que como carecemos de una política Exterior común somos incapaces de hablar con una sola voz (Gaza es el ejemplo más reciente) y eso nos conduce a la irrelevanc­ia internacio­nal, que se multiplica con la carencia de unas Fuerzas Armadas europeas capaces de proyectars­e fuera de nuestras fronteras en defensa de nuestros valores y de nuestros intereses políticos o económicos. O sea, carecemos de autonomía estratégic­a. Es muy frustrante.

Además de frustrante es peligroso porque Donald Trump ha ido esta vez un paso más allá de cuando afirmó que la seguridad de Europa no valía la sangre de un soldado americano, otra solemne estupidez cuando los EEUU se desangraro­n librándono­s del nazismo y dándonos luego garantías frente al comunismo soviético. Ahora no se ha limitado a decir que no nos defenderá en caso de ataque, sino que ha animado a los rusos a hacer con nosotros lo que les dé la gana («to do whatever the hell they want to do»). Para Trump todo es un juego de suma cero, lo que tu ganas yo pierdo, y no comprende que en política exterior a veces pueden ganar todos, como ocurre en las alianzas militares que él por ignorancia desprecia. Son afirmacion­es muy peligrosas porque debilitan a la OTAN frente a Rusia, igual que hacen otras afirmacion­es del mismo Trump en el sentido de que en 24 horas se pondría de acuerdo con Putin para poner fin a la guerra de Ucrania... cosa solo posible si Kiev renuncia a parte de su territorio. Sin contar con que eso sería una derrota que envalenton­aría a Putin animándole a ulteriores aventuras expansioni­stas, y no hace falta recordar que ser vecino de Rusia es muy peligroso y que oponerse a Putin no es bueno para la salud, como muestra la reciente muerte de Navalni. Es un vecino muy peligroso.

Tenemos que ponernos las pilas rápidament­e. Trump puede regresar a La Casa Blanca y no queda tiempo que perder porque para ser escuchados en el mundo necesitamo­s hablar con una sola voz y blandir un garrote grande en la mano. Sin eso no podremos defender el nivel de vida que hemos alcanzado y que el mundo entero envidia. Y lo sabemos muy bien. No podemos esperar más.

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 ?? ?? Jorge Dezcallar, diplomátic­o. Embajador en Estados Unidos entre 2008 y 2012.
Jorge Dezcallar, diplomátic­o. Embajador en Estados Unidos entre 2008 y 2012.

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