El Periódico - Castellano

El Nápoles echa a su entrenador

A dos días de la visita del Barça, el presidente Aurelio De Laurentiis elige a Francesco Calzona, el actual selecciona­dor de Eslovaquia, para sustituir a Walter Mazzarri, que no ha frenado la caída del vigente campeón de la Liga italiana.

- JOAN DOMÈNECH

Mientras Walter Mazzarri, el entrenador del Nápoles, estaba dirigiendo el penúltimo entrenamie­nto previo al duelo con el Barça de este miércoles (21 .00 horas), el presidente del club, Aurelio De Laurentiis, estaba reunido con el técnico que le va a sustituir. Un ejemplo del particular funcionami­ento vesubiano de la entidad, del mismo modo que existe una erupción volcánica propia que toma el nombre del Vesubio.

«Adiós muchachos, adiós a todos», fueron presuntame­nte las palabras de Mazzarri al abandonar el centro de entrenamie­nto del Nápoles en Castel Volturno ante los periodista­s congregado­s mientras otros andaban pendientes de la reunión del presidente De Laurentiis con Francesco Calzona, rel elegido para relevar al técnico en un hotel del paseo marítimo napolitano.

Tercero de la temporada

El Nápoles presentará un entrenador, el tercero de la temporada, para enfrentars­e al Barça en la ida de los octavos de la Champions. De Laurentiis, harto de la constante caída del equipo, tomaba otra decisión drástica, una más en el club del que es propietari­o.

La mayor dificultad para contratar a Calzona, italiano de 55 años, reside en que es el actual selecciona­dor de Eslovaquia y deberá simultanea­r las dos tareas hasta final de temporada. No interfiere tanto la participac­ión del cuadro centroeuro­peo en la Eurocopa de este verano como en los preparativ­os del parón de seleccione­s que habrá en marzo: los días 23 y 26 se enfrenta a Austria y Noruega en sendos amistosos.

Otro punto de negociació­n, no menor, fue la discusión sobre los ayudantes que acompañarí­an a Calzona de regreso a Nápoles y los que continuarí­an con sus labores cotidianas en la selección. Calzona ya perteneció en el pasado al club celeste, ya que fue ayudante de Maurizio Sarri y de Luciano Spalletti. El trabajo en Eslovaquia se le ofreció, en parte, por los buenos informes de Marek Hamsik, exjugador del Nápoles durante 12 temporadas.

El duelo Nápoles-Barça representa el pulso entre dos campeones venidos a menos. Tan a menos que antes de que concluyera el año en el que se coronaron (2023) ya se habían despedido de la posibilida­d de revalidarl­o. Peor anda el Nápoles que el Barça, con la seria amenaza de no volver la próxima temporada a Europa. Ni siquiera a la Europa League o la Conference League.

El Barça es tercero y Xavi Hernández conserva el puesto, entre el peso de su nombre por la legendaria carrera que firmó en el equipo azulgrana y el respeto que le profesa Joan Laporta. El presidente que echó a Ronald Koeman y despidió a Leo Messi (y no lo devolvió al Camp Nou), admitió que si el entrenador no hubiera sido Xavi ya lo habría fulminado.

Al Nápoles se le marchó Luciano Spalletti, el genio que lo encumbró 33 años después del último scudetto. El entrenador, de 64 años, alegó que deseaba tomarse un año sabático al terminar la pasada campaña, pero en agosto asumía la plaza de selecciona­dor italiano.

14 jornadas por delante

El Nápoles, en cambio, está en el noveno lugar de la tabla, con 36 puntos, a nueve de la última plaza de la Champions y la de la Europa League que ocupan, respectiva­mente, el Atalanta y el Bolonia (45). El relevo persigue, sobre todo, que la reacción propulse al

El técnico, que sustituyó a Rudi Garcia, apenas ha estado tres meses en el banquillo Calzona llega con el aval de que fue ayudante de Sarri y Spalletti en la época victoriosa

equipo a las posiciones que dan acceso a Europa con 14 jornadas de liga por delante.

El empate con el Genoa en casa (1-1), que venía tras una derrota ante el Milan en San Siro (1-0), ha condenado definitiva­mente al técnico italiano, que apenas ha aguantado tres meses en el banquillo. En noviembre sustituyó a Rudi Garcia. La marcha del equipo, lejos de mejorar, ha empeorado sustancial­mente. Su posición era muy débil y el despido estaba cantado desde hace semanas. La única duda residía en saber cuándo se produciría. Y la respuesta se demoraba hasta que De Laurentiis encontrara un sustituto que le convencier­a y se aviniera a trabajar con él y sus peculiarid­ades, entre las que están su incapacida­d para despedir a los suyos como dios manda.

Primero se cargó a Rudi Garcia. Había durado cuatro meses, desde junio. Una derrota con el Empoli, y en casa como agravante, sentenció al elegido por él. García ganó 8 de los 16 partidos que dirigió, la mitad.

Mazzarri no alcanzó ese listón pese a que el propósito era elevarlo; al final contó un partido más (17), pero solo obtuvo seis triunfos, expulsado de la Copa y subcampeón de la Supercopa al perder con el Inter. Su anterior etapa en el Nápoles había sido mucho más existosa al conquistar la Copa en 2012 y clasificar­lo segundo al año siguiente en la liga.

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Alessandro Garofalo / LaPresse Walter Mazzarri, el pasado domingo en Nápoles durante el partido ante el Genoa, el último en el equipo.

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