Aragonès consigna 1.045 millones para mejorar la gestión del agua
▶ El president anuncia inversiones en infraestructuras de regeneración y desalinización, la red de suministro y el sistema de riego en el campo
Para el Govern la sequía no es solo un problema de falta de agua, sino que potencialmente se puede convertir en su principal elemento de desgaste a menos de un año para las elecciones. Es por esto que ayer, en el pleno monográfico del Parlament sobre el tema, el president Pere Aragonès buscó salir al ataque desde el minuto uno. Lo hizo anunciando que los nuevos presupuestos de la Generalitat de este año, si se llegan a aprobar, consignarán 1.045 millones de euros a inversiones para garantizar el suministro de agua. Además, defendió su gestión y culpó de los problemas actuales a la «sequía de inversiones» de gobiernos anteriores, en especial la «austeridad malentendida» de Artur Mas (2010-2015).
Estos 1.045 millones se dedicarán fundamentalmente a tres tipos de inversiones: infraestructuras para la regeneración y la desalinización de agua; a mejorar la red de abastecimiento y a reparar el sistema de riego del sector de la agricultura y ganadería. Todo al servicio de que en 2030 Catalunya ya «no dependa de la lluvia» para poder abastecerse de agua sin problemas. Es decir, que la próxima sequía sea mucho más llevadera que la actual y evite las restricciones severas. En las cuentas de 2023, el dinero dedicado a este asunto fueron 700 millones.
Este anuncio presupuestario también está formulado con otro objetivo: redoblar la presión al PSC y a los Comuns para que le aprueben las cuentas de la Generalitat de este 2024 de una vez por todas.
El Govern lleva tiempo insistiendo en que es «cuestión de días» tener un pacto, pero no acaba de concretarse. Anunciando estos 1.045 millones, Aragonès busca blindarse ante la opinión pública: si el dinero no acaba llegando será porque la oposición le ha tumbado la ley más importante de cada año.
Más allá de los números, el president también utilizó su discurso para intentar fijar el marco mental de que su Govern ha hecho todo lo que estaba a su alcance y que los problemas actuales son por la «falta de inversiones» de los anteriores ejecutivos catalanes. Su tesis es que, entre la última sequía (2004-2008) y la actual, ni la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) ni la Generalitat han actuado como hubieran debido. «Estamos pagando las decisiones del pasado», zanjó.
De las palabras de Aragonès se desprende que su principal crítica es hacia al Govern de Artur Mas, ya que se extendió en un caso concreto: la privatización de la empresa Aigües Ter-Llobregat (ATL), que acabó en los tribunales y con la Generalitat pagando una indemnización. Mirar al pasado, sin embargo, es un argumento que la oposición le critica porque, en los últimos 20 años, ERC ha formado parte del Govern en dos largos períodos: entre 2003 y 2010 con el tripartito y desde el 2016 hasta la actualidad.
También tomó la palabra el conseller de Acció Climàtica, David Mascort, para entrar en las cuestiones más técnicas. Él defendió los planes para potabilizar y regenerar el entorno del río Besòs: «Hoy generamos 210 hectómetros de agua potable en esta zona. Con las dos nuevas potabilizadoras (una en el Bon Pastor y otra en Montcada i Reixac) llegaremos a los 405 hectómetros.» «Nuestra estrategia jamás ha sido esperar la lluvia», insistió. «Nos hemos adelantado a los acontecimientos y declaramos el Plan especial de sequía antes de lo previsto. ¿Algo habremos hecho si hoy se regenera el triple de agua que tres años atrás, no?», se preguntó.
Pedagogía
Aragonès utilizó su discurso para intentar hacer pedagogía y advertir de que la sequía es solo una manifestación extrema de un problema global y mucho mayor que es el cambio climático. Un deterioro del medio ambiente que condiciona «el modelo económico, el social y el energético». Tanto es así que definió el cambio climático como «el principal reto del país y del conjunto de la humanidad».
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