La vaca regresa al rebaño del Tour
La firma de quesos La Vache Qui Rit, que ya estuvo en la primera caravana de la ronda francesa creada en 1930, vuelve a la carrera francesa tras 15 años de ausencia como icono de viejas marcas como el betún Lion Noir o los despertadores Bayard, que ya se anunciaron en la prueba hace casi 100 años.
De los viejos Tours solo quedan instantáneas en blanco y negro, entre ellas las maravillosas fotos que hizo Robert Capa para Paris Match en la edición de 1939 ganada por el ciclista belga Sylvère Maes. Quedan eso sí las caras de sorpresa de los primeros franceses que se agolparon en las carreteras para ver el paso de los corredores y, por qué no decirlo, de la caravana publicitaria que desde 1930 ameniza la larga espera en la cuneta para aplaudir, ayer, hoy y siempre, el breve contacto con el pelotón; apenas unos 20 segundos si van todos juntos y a 40 por hora.
La caravana publicitaria no nació, sin embargo, para amenizar a los espectadores. Lo hizo, como es lógico, para que la organización recaudase dinero y, sobre todo, para recuperar, al menos, la inversión de asumir los gastos de los equipos, antes de que las marcas comerciales se anunciaran en los maillots y los coulottes.
Tampoco, en 1930, estaba muy claro que los vehículos precedieran al pelotón, pero sí que las principales marcas francesas tenían casi la obligación de apoyar al Tour. En este sentido giró el llamamiento que hizo Henri Desgrange, el creador de la carrera en 1903. Y fue, precisamente, Léon Brel uno de los primeros que vio claro que la magia del Tour podía ser el escaparate perfecto para promocionar su marca de quesos en porciones La Vache qui rit (comercializada en España como La Vaca que ríe), que había creado en 1921. Este año, tras 15 años de ausencia, la empresa quesera regresa a la caravana de la ronda.
Llega la caravana, vehículos muchos de ellos especiales, que ocupan intercalados los dos carriles de la carretera, principalmente rutas departamentales, lo que en España serían vías secundarias. Son unos 180, 40 minutos de espectáculo gratuito, una hora antes de que aparezcan los ciclistas. Reparten regalos a doquier, muchos no sirven para nada, pero hacen las delicias de los niños.
El monstruo creció tanto que incluso se ganó alguna crítica por cuestiones ecológicas y el derroche de combustible. Así, desde 2006, cuando se alcanzó el límite de 219 vehículos, la caravana se fue reduciendo poco a poco; menos anunciantes, pero más escogidos.
Medio millón de tabletas
En 2024 volverá a aparecer un coche en forma de estuche de queso en porciones, acompañados entre otros por los peluches de león de LCL, la entidad bancaria que patrocina el jersey amarillo; famosos en Francia como lo fueron los vehículos que Bic, que luego sería el histórico equipo con el que Luis Ocaña ganó el Tour de 1973, empezó a hacer circular por la ruta de la carrera en 1955 con la forma de un boli. De hecho, un año antes de la creación de la caravana publicitaria, la marca de chocolates Menier regaló en 1929 medio millón de tabletas a los espectadores que salían a recibir a los ciclistas.
Hoy en día, en 21 etapas, unos 20 millones de personas se agrupan en total a lo largo de los más de 3.000 kilómetros para ver el Tour, con todo lo que representa, más allá de los ciclistas. Todavía sin caravana, en 1924, los neumáticos Wolber ya decidieron anunciarse en la carrera. Luego llegó el betún Lion Noir y los despertadores Bayard. De ellos sólo sobrevive La Vache qui Rit como marca decana en el rebaño publicitario de la ronda francesa.
■
Léon Brel vio claro que la magia de la ronda era perfecta para la promoción de sus quesitos