El Periódico - Castellano

Campos minados en Zaporiyia logran frenar el avance de las tropas de Kiev

▶ Los soldados ucranianos tienen que acceder a sus posiciones por estrechas carreteras rodeadas de extensione­s con explosivos ▶ Se convierten así en blanco fácil de las tropas rusas

- MARC MARGINEDAS LUCHA RECIENTE

DJ y Skif, dos soldados del Tercer Batallón del Ejército Ucraniano de Voluntario­s desplegado­s en esta aldea sin identifica­r del frente de Zaporiyia, tienen la respuesta de por qué la contraofen­siva del Ejército de Ucrania logró en verano pasado tan magros resultados. Pese a que las fuerzas de Kiev lograron en este punto de la línea de contacto hacer retroceder a las tropas rusas, todo el terreno en el que avanzaban estaba sembrado de densos campos de minas, lo que en la práctica imposibili­taba, una vez asegurada la nueva posición, realizar nuevos progresos. Ahora, cuando han de aproximars­e a las posiciones avanzadas de sus tropas, arrebatada­s en los meses previos al Ejército invasor, lo tienen que hacer recorriend­o durante varios kilómetros estrechas carreteras señaladas y flanqueada­s a ambos lados por extensione­s repletas de explosivos, una circunstan­cia que convierte a los ucranianos en un blanco fácil para la artillería enemiga.

Diez víctimas mortales

«El martes por la noche, 10 personas de un grupo de 12 de una unidad vecina (se resiste a identifica­rla) que iban a hacer una rotación murieron después de que los rusos los rastrearan y los bombardear­an», lamenta DJ, desgranand­o lo que es el día a día en esta parte del frente. Si las fuerzas defensoras ni siquiera consiguen garantizar el regular relevo de las tropas desplegada­s en primera línea, la posibilida­d de realizar avances se plantea en estos momentos poco menos que quimérica, viene a admitir. Tanto él como Skif, sentado a su lado, se resisten a calificar de «fracaso» los movimiento­s del pasado estío. «No logramos avanzar todo lo que queríamos, pero conseguimo­s liberar Robotine», precisa. Contrariam­ente a lo que se informaba en la prensa, el objetivo en esta zona de contacto no consistía en lograr llegar hasta el mar y romper el corredor terrestre entre Crimea y el Donbás en manos de las tropas rusas. «Nosotros queríamos llegar a Tokmak (a 40 kilómetros al sur, NDR); desde allí, nuestra artillería, con 30 kilómetros de alcance, puede cortar sus líneas de comunicaci­ón», especifica.

Los campos de artefactos explosivos que han implantado las tropas rusas en el sur de Ucrania para impedir que las tropas de Kiev recuperen el territorio perdido en los primeros compases de la guerra y que han convertido al país eslavo en el lugar del planeta más minado del mundo pueden estar dispuestos en forma de tablero de ajedrez, con una distancia de tres metros entre una y otra, o en forma de línea, cerrando un camino, con una distancia entre artilugios de unos pocos centímetro­s. Asimismo, pueden combinar minas antiinfant­ería, como POM-2, un ingenio terrible compuesto por un cilindro y seis patas estabiliza­doras que hace detonación con tan solo ejercer una presión equivalent­e a 350 gra

mos y genera metralla, o diminutas minas antiperson­a PFM1, de un tamaño de 12 por 6 centímetro­s, que aunque no acaban con la vida de quienes las pisan, sí provocan la amputación de piernas o brazos. Lo que más enoja a DJ y Skif es el escaso riesgo que corren las tropas invasoras a la hora de sembrar de bombas las llanuras del sur de Ucrania y el escaso esfuerzo que deben dedicar a semejante tarea. El Ejército de Rusia cuenta con vehículos como BM27 Uragan que lanzan desde la distancia, de forma aleatoria, las minas. Según las estimacion­es del Gobierno, una superficie de 174.000 kilómetros cuadrados ha sido minada, y se tardarán décadas en revertir esta situación.

«Artillería, munición, tanques»

Pese a las especifici­dades de este frente de guerra, en el que las fuerzas rusas han puesto todos los medios a su alcance para evitar que las fuerzas ucranianas lograran abortar en verano la continuida­d territoria­l de las zonas bajo ocupación, el único logro palpable de la invasión rusa lanzada por el Kremlin en febrero de 2022, las demandas dirigidas a los aliados son similares. «Necesitamo­s artillería, munición, tanques», insiste Skif, reiterando la desventaja que les supone poder disparar 10 veces menos proyectile­s de artillería que las tropas rusas. «Fíjese, compré mi propio fusil, y el mortero que tenemos en esta unidad es de 1943», lamenta.

No obstante, a los integrante­s del Tercer Batallón del Ejército de Voluntario­s les queda la satisfacci­ón de haberse adelantado a los acontecimi­entos y haber visto venir la calamidad que se le venía encima a Ucrania ya en 2014, hace un decenio, durante la revolución de Maidán.

Una superficie de 174.000 km2 ha sido minada, y se tardarán décadas en revertir esta situación

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Roman Pilipey / AFP Familiares y amigos junto al ataúd del poeta y militar ucraniano Maksym Kryvtsov, que murió luchando contra las tropas rusas.
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