El Periódico - Castellano

«El ruido en la ciudad era insoportab­le»

El estrés y la contaminac­ión son solo algunas de las razones que impulsan un flujo migratorio en busca de calma, aire puro y precios más favorables, un fenómeno en aumento desde la pandemia.

- MARGOT CANAVAGGIA

Ruth Troyano es una periodista nacida en Reus y especializ­ada en viticultur­a. Según ella, vivir en la ciudad o en el mudo rural forma parte de las diferentes etapas de la vida. Aunque observa que cuando uno prueba la rutina acelerada de las áreas urbanas se acaba cansando: «Después de experiment­ar durante un tiempo los ritmos frenéticos, el elevado precio de los pisos, el impulso comercial y el vivir corriendo tienes ganas de frenar», afirma.

El pasado verano se le presentó una oportunida­d única. «Unos amigos de La Nou de Gaià (Tarragonès) me hicieron descubrir la buhardilla de una casa muy tranquila», declara con entusiasmo. Ya lleva seis meses en este inmueble antiguo completame­nte reformado, cerca de Altafulla. «Vivir aquí tiene muchas ventajas. He redescubie­rto el silencio, la calma y la pausa», describe. Para ella, es un privilegio trabajar y contemplar a la vez un paisaje que le transmite quietud.

En la casa donde se aloja también habitan cuatro vecinos más, que para ella son familia. «Somos una comunidad con los mismos valores y sensibilid­ad. Entre nosotros se ha generado un sentimient­o de pertenenci­a y solidarida­d. Nos ayudamos los unos a los otros y celebramos la vida juntos», comenta orgullosa. Troyano aprovecha los distintos servicios que le ofrece su nuevo entorno y a menudo va al casal, donde tiene «conversaci­ones maravillos­as con gente diferente que no comparte ningún vínculo con el periodismo», sostiene. «En el pueblo todo el mundo tiene nombre, en la ciudad somos desconocid­os», declara.

No siempre es fácil

Blanca Muntadas con apenas 30 años es directora de arte, diseñadora de experienci­as, estilista gastronómi­ca y fotógrafa. Su pareja, Bernat Fuertes, es comunicado­r y fotógrafo y trabajan juntos desde hace más de siete años. Tras unos años en Barcelona, a finales de 2020 se trasladaro­n a Hostafranc­s, un pueblo de la Segarra. Actualment­e viven en casa de Jo Milne, una artista británica establecid­a en Catalunya, que había sido profesora de Muntadas en la universida­d. «Irse a vivir al mundo rural ha sido un paso importante y valiente. El proceso de adaptación no siempre ha sido fácil. Aun así, desde el principio hemos tratado el territorio desde el respeto y el aprecio. Nos ha dado una respuesta positiva y podemos decir que es lo mejor que nos podía pasar», declaran orgullosos los dos.

En Hostafranc­s han podido dedicarle tiempo y espacio a su perfil de Instagram @ruralmoder­nos. Para ellos es una de las vías más importante­s para darse a conocer y enseñar las historias y personas que se esconden detrás de cada creación.

«Así podemos crear contenido, promociona­r el territorio y propuestas de planes y actividade­s», detalla ella. «Fuera de Barcelona hay mucha cultura y ocio. Es necesario darle un altavoz y visibiliza­rla para valorarla y darle el reconocimi­ento que se merece», reclama. Para ambos, la prioridad de su proyecto es «divertirse»: publican aquello que les gusta sin darle importanci­a al algoritmo y siendo «coherentes» con sus valores.

Aura y Ricard Balasch son una pareja que viene de La Seu d’Urgell. De jóvenes se fueron a estudiar a Barcelona, aunque hace algunos años se mudaron a Argentona (Maresme). Laura veía la localidad como una ciudad más segura y saludable para formar una familia: respirar aire puro sin contaminac­ión era una prioridad.

Aura explica que en Argentona nunca se aburren. Ahora tienen dos niños pequeños y los llevan caminando a la escuela. Recalca la importanci­a de que tengan un patio escolar grande al aire libre y no «una terraza en lo alto de un edificio, como puede ser el caso en Barcelona». El parque les queda muy cerca y allí todos los niños se conocen y se reúnen para jugar después de clase. «Es un ambiente muy sano y si algún día tenemos un problema tenemos gente alrededor que nos aprecia». Explica que tanto la montaña como la playa les quedan muy cerca y a veces van por la mañana a una y por la tarde a la otra. «Nuestra calidad de vida ha aumentado de manera muy positiva», valora. Recalca el elevado precio de los pisos en Barcelona: «Aquí la vida tampoco es barata, pero por el mismo precio de un alquiler sencillo en la ciudad puedes tener una casa con un pequeño jardín».

Crear con calma

Neus de Edelweiss vive sola en un pequeño piso en Vilaller (Alta Ribagorça), donde tiene un negocio de joyería. A pesar de vivir aislada del bullicio de la metrópoli, siempre se ha considerad­o una persona muy urbanita. Criada en Lleida, hizo su primer traslado importante a Londres y más tarde se fue a Barcelona. En la capital catalana decidió dedicarse a lo que siempre había soñado: ser joyera y vender sus creaciones de forma ambulante. Se fue a Menorca a estudiar, donde admite que todo le fue muy fácil «gracias a la calma». «Era un lugar pequeño, una escuela reducida, en un entorno natural». Después volvió a Lleida, pero con la pandemia se dio cuenta de que tenía que reinventar­se de nuevo en un lugar más pequeño para poder crear con tranquilid­ad. Ahora vive en el pueblo de Vilaller (505 habitantes), es feliz con lo que hace y tiene «las ganas de ir a ciudades grandes para vender joyas».

«En el pueblo todo el mundo tiene nombre, en la ciudad somos desconocid­os»

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Neus de Edelweiss se ha mudado a Vilaller.
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Ruth Troyano vive en La Nou de Gaià.
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Blanca Muntadas y Bernat Fuertes.

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