NECROLÓGICAS
Hace años que la comunidad científica advierte de los efectos adversos de la contaminación sobre el cuerpo humano y, en concreto, sobre el cerebro. Ya hay cientos de estudios que demuestran, por ejemplo, cómo la polución influye en el desarrollo y en las capacidades cognitivas de los niños. También hay una infinidad de trabajos que apuntan a cómo las partículas contaminantes emitidas por la industria y el tráfico impactan de forma directa en el corazón, los pulmones y el cerebro de los adultos. En los últimos años, además, cada vez son más las investigaciones que apuntan al vínculo entre polución y enfermedades neurodegenerativas. Un estudio publicado ayer en la revista Neurology muestra cómo las personas más expuestas a la contaminación tienen más riesgo de sufrir alzhéimer.
La investigación, liderada por un equipo de expertos de la Academia Estadounidense de Neurología, se ha centrado en analizar el impacto en el cerebro humano de las partículas emitidas por el tráfico (concretamente, las conocidas como PM2,5). Para ello se estudiaron muestras de 224 pacientes con demencia diagnosticada que habían vivido en zonas especialmente expuestas a este tipo de polución y que, por lo tanto, habían sufrido de forma más directa e intensa el impacto de estas partículas contaminantes en sus organismos. En todos los casos, los pacientes, que fallecieron alrededor de los 76 años, accedieron a donar sus cuerpos a la ciencia para mejorar el estudio de estas patologías neurodegenerativas.
Según relatan los autores del estudio, los pacientes más expuestos a la contaminación tenían más probabilidades de tener unos niveles elevados de placas amiloides en el cerebro, que es uno de los signos más distintivos que provoca el alzhéimer en la materia gris. El estudio sugiere que las personas expuestas a niveles extremos de polución en el año anterior a su muerte tenían el doble de probabilidades de tener una acumulación excesiva de estas placas en el cerebro. «Esto sugiere que factores ambientales como la contaminación del aire podrían ser un factor de riesgo que contribuye al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Sobre todo en
Dolores Barrera Rodríguez, 83 años, a las 11:50 horas; Puri Hernández Carrasco, 94 años, a las 10:45 horas; Jordi Blanch de Oleza, 90 años, a las 9:50 horas; Mariano Cuevas Fleta, 84 años, a las 9:25 horas; José Santiago el caso de pacientes en los que la enfermedad no puede explicarse por causas genéticas», explica Anke Huels, investigadora de la Universidad Emory en Atlanta y primera autora de este trabajo de investigación. En este sentido, la experta recuerda que «se necesita más investigación para entender los mecanismos detrás de este vínculo» pero que, aun así, cada vez está más claro que hay una relación directa entre ambos fenómenos.
Atrofia cerebral
No es la primera vez que un estudio establece un vínculo directo entre la polución y el alzhéimer. Un estudio liderado por el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC) y el Institut de Salut Global (ISGlobal) de Barcelona, por ejemplo, también demostró que la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de sufrir alteraciones cerebrales y, a su vez, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. En ese caso, los investigadores encontraron un vínculo entre la exposición al dióxido de nitrógeno (NO ) y las partículas en suspensión de menos de 10 micras (PM10) y el riesgo de sufrir una mayor atrofia cerebral y un menor grosor cortical en las áreas especialmente vulnerables al alzhéimer.
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Aguilar, 83 años, a las 16:30 horas; Maria Martínez Ruiz, 89 años, a las 15:00 horas.
Soledad Guirado Faneca, 95 años, a las 15:45 horas; Jaume Parellada Santos, 87 años, a las 9:15 horas; José Rodríguez García, 83 años, a las 15:00 horas; Alina Casas Bielsa, 89 años, a las 10:00 horas.
Carmen López Alcaraz, 93 años, a las 9:00 horas; Encarna Travé Sierra, 89 años, a las 13:00 horas. Inicencia Muñoz Largo, 78 años, a las 11:00horas.