El Periódico - Castellano

Vila-Matas, el inventor de entrevista­s

De Marlon Brando a Patricia Highsmith, la editorial H&O recupera en un libro algunas de las imposturas periodísti­cas juveniles del escritor barcelonés, germen de su posterior obra literaria.

- RAFAEL TAPOUNET

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) tenía 20 años cuando empezó a trabajar en la revista de cine

Fotogramas bajo la dirección de Elisenda Nadal. Uno de los primeros encargos que allí recibió fue la traducción de una entrevista a Marlon Brando cuyos derechos de publicació­n habían costado «muchísimo dinero», cometido que el joven redactor aceptó sin revelar que, en realidad, no sabía inglés. Lo que hizo fue inventar la entrevista de cabo a rabo; apareció, firmada por Mary Holmes, en el número de Nuevo Fotogramas del 5 de julio de 1968, y en ella Brando decía cosas como «si lo deseara, podría dejarme morir bajo el peso de una montaña de dólares» y «los hijos son como las flores en el gran prado del amor». Nadie pareció advertir la impostura.

Salir bien librado de aquel trance dio a Vila-Matas la confianza necesaria para repetir la jugada varias veces en los años siguientes, con personajes como Rudolf Nuréyev, Anthony Burgess, Cornelius Castoriadi­s, Patricia Highsmith y Juan Antonio Bardem. La editorial barcelones­a H&O Editores ha reunido ahora ocho de aquellas entrevista­s inventadas en un volumen apropiadam­ente titulado Ocho en

trevistas inventadas, que se completa con un prólogo del profesor y crítico literario Mario Aznar y con la colección de Recuerdos inventa

dos que abría el libro de relatos del mismo título publicado en 1994.

Miedo a ser despedido

«Me inventé todas aquellas entrevista­s por la misma razón por la que Tom Ripley mata en las novelas de Patricia Highsmith: por necesidad», se justifica Vila-Matas 56 años después de ese primer ejercicio de suplantaci­ón en el que Marlon Brando explicaba a Foto

gramas su decisión de abandonar el cine para dedicarse a combatir las injusticia­s sociales a tiempo completo y vaticinaba que moriría asesinado «como los Kennedy y Martin Luther King». «Tenía miedo a que me despidiera­n, que es algo que me ha perseguido toda la vida», señala el autor barcelonés.

Si en el caso de Brando fue el desconocim­iento del idioma el que le empujó al camino de la ficción, con el bailarín soviético exiliado en Francia Rudolf Nuréyev el problema fue de naturaleza algo distinta. «La noche anterior a la entrevista se produjo un incidente en una discoteca en el que un grupo de amigos nos enfrentamo­s al grupo de Nuréyev. Y, claro, al día siguiente yo no podía llamar al timbre de su habitación como si nada, porque el tío me había partido la cara». En la entrevista publicada en Fotogramas el 25 de abril de 1969 (título: «La muerte es más poderosa que el ballet»), el bailarín declaraba: «España es un hermoso país, muy atractivo. Me seducen poderosame­nte los toros, el sol, la sangre sobre el ruedo, los maletillas valientes, la estética de los ruedos».

«En aquella época –recuerda Vila-Matas–, los famosos venían a Barcelona y se iban al día siguiente, y no se enteraban de lo que se decía sobre ellos, así que yo me sentía impune». Pero otros sí prestaban atención. Pocos días después de la publicació­n, VilaMatas cazó al vuelo en la discoteca Bocaccio una conversaci­ón en la que Terenci Moix le preguntaba a Jaime Gil de Biedma si había leído «las barbaridad­es que ha dicho Nuréyev». «Yo me ofendí muchísimo, porque estaba de acuerdo con todo lo que había dicho Nuréyev [risas]. Y, de paso, quedé advertido de los peligros que tenía el oficio de impostar».

A diferencia de Brando y Nuréyev, los cineastas Juan Antonio Bardem y Francisco Rovira Beleta sí pudieron leer las cosas que VilaMatas había puesto en sus bocas respectiva­s. Y no reaccionar­on bien. En ambos casos, las entrevista­s llegaron a realizarse, pero al joven periodista no le acabaron de convencer las opiniones de uno y otro y decidió sustituirl­as por frases que reflejaban su visión personal sobre el cine de aquel tiempo. Bardem y Rovira Beleta telefonear­on indignados al editor de Foto

gramas, Antonio Nadal-Rodó, pero la hija de este y directora de la revista mantuvo en su puesto a Vila-Matas. «Estuve al borde del desastre y Elisenda me salvó».

Burgess y Castoriadi­s

Años más tarde, cuando ya había publicado tres novelas y había empezado a colaborar en La Vanguar

dia, Vila-Matas retomó el hábito de la suplantaci­ón con ocasión de una entrevista al escritor inglés Anthony Burgess. «En el diario me dijeron que tenía que entregarla antes de las diez de la noche –relata– y me sugirieron que fuera a la redacción a escribirla a máquina para ir más rápido». Pero él se sabía un mecanógraf­o lento, así que para asegurarse de cumplir el plazo escribió toda la entrevista antes de ir a visitar al señor Burgess a su hotel. «Estaba el hombre un poco agobiado después de responder a tantas entrevista­s, así que le dije que no se preocupara, que yo ya llevaba la mía hecha. Y le pareció muy bien». Poco después, repitió la estrategia con el filósofo grecofranc­és Cornelius Castoriadi­s, a quien entrevistó sin grabadora y cruzado de brazos. «Ahí había ya una búsqueda del riesgo. El desparpajo era deliberado. Como decía Gombrowicz, en ese momento yo no era nadie y podía permitírme­lo todo».

En el prólogo de Ocho entrevista­s

inventadas, Mario Aznar sostiene que en estas imposturas periodísti­cas resuenan los orígenes de esa «voz propia y múltiple, disruptiva y fascinante» que ha presidido la posterior obra literaria de Enrique Vila-Matas. Una obra marcada por el trasvase de identidade­s y la ficción como juego. «Los primeros que dijeron que estas entrevista­s eran el germen de lo que hice después fueron los franceses, y me molestó muchísimo –recuerda el escritor barcelonés–. Ahora estoy completame­nte de acuerdo». ◼

«Le dije a Anthony

Burgess que ya llevaba escrita la entrevista, y le pareció muy bien»

 ?? Ferran Nadeu ?? Enrique Vila-Matas, en la presentaci­ón de ‘Ocho entrevista­s inventadas’ en la librería +Bernat.
Ferran Nadeu Enrique Vila-Matas, en la presentaci­ón de ‘Ocho entrevista­s inventadas’ en la librería +Bernat.

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