El Periódico - Castellano

La larga sombra de Koldo García

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La sola imputación de Koldo García Izaguirre por una presunta trama de corrupción en la compra de mascarilla­s en 2020 ya suponía un duro golpe a la reputación del exministro de Transporte­s, José Luis Ábalos. Pero las informacio­nes que indican que el propio ministro aconsejó a otros departamen­tos ministeria­les y comunidade­s autónomas acudir a la empresa que presuntame­nte pagaba comisiones a una persona de su estricta confianza (se supone que a cambio de sus contactos) por suministra­r mascarilla­s de precio y calidad cuestionad­as pasa a convertir su posición en insostenib­le.

El acusado tuvo una relación estrecha con el actual diputado por Valencia cuando este simultanea­ba los cargos de ministro y de secretario de organizaci­ón del PSOE, hasta el punto de que se hablaba de García como «la sombra de Ábalos». Militante del PSOE en Navarra y concejal, lo conoció a través del actual secretario de organizaci­ón socialista, el navarro Santos Cerdán. No tuvo nunca cargos relevantes y una vez en el Ministerio de Transporte­s su cargo era de asesor, pero fue beneficiad­o con un puesto de consejero de Renfe Mercancías mientras ejercía diversas funciones, desde asistente a chófer del ministro, más coherentes con sus inicios profesiona­les como guardia de seguridad que le valieron dos condenas por agresión.

La detención de García, puesto ayer en libertad con medidas cautelares, y los indicios sobre la implicació­n de Ábalos proyectan también una sombra de desconfian­za sobre el propio partido socialista y el Gobierno, que hasta ahora han alardeado de la limpieza en su gestión. De hecho, en los casi seis años que lleva Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo solo había tropezado con la mancha del diputado Juan Bernardo Fuentes Curbelo, Tito Berni, en el caso Mediador. El caso del cobro de comisiones por la compra de mascarilla­s durante el confinamie­nto, puede, de confirmars­e, enturbiar esa imagen de integridad de la que se jacta el presidente. Si el hecho de que una empresa de perfil incierto tuviera acceso a los ministerio­s de Transporte­s e Interior y además extendiera sus ventas como una tela de araña por varias comunidade­s se debe a la proximidad de Koldo García a Ábalos, eso ya implicaría un grado de responsabi­lidad política. Y se vería agravado si la implicació­n del ministro fue proactiva, incluso si pudiese alegar, en el mejor de los casos, ignorancia y haber sido víctima de un abuso de confianza.

No resta ni un ápice de gravedad a la investigac­ión judicial el hecho de que la trama de las mascarilla­s se haya levantado por una denuncia que presentó ante la Fiscalía Anticorrup­ción el PP de Madrid, probableme­nte como venganza a las acusacione­s por el cobro de comisiones del hermano de la presidenta madrileña. Cualquier intento de enriquecer­se a costa de la urgencia de las administra­ciones por conseguir material sanitario en el momento de mayor descontrol de la pandemia merece un reproche político y moral además de penal. Los socialista­s no puede ampararse en la polarizaci­ón existente entre los dos grandes partidos para eludir responsabi­lidades atrinchera­dos en el «y tú más», sino colaborar con la justicia para que se esclarezca la verdad y asumir responsabi­lidades políticas y las que se deriven de las conclusion­es judiciales. Tal vez Pedro Sánchez debería además explicar ahora más claramente si la inesperada destitució­n de Ábalos como ministro respondió a la existencia de alguna sospecha de comportami­ento irregular, respecto a este caso u otros.

DIRECTOR:

Pedro Sánchez debería explica a qué respondió la inesperada destitució­n de José Luis Ábalos

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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