El Periódico - Castellano

Un nuevo telón de acero

Cuando las tropas del Kremlin entraron en Ucrania a por todas en 2022, aceleraron el camino hacia una Rusia más aislada y militariza­da. Cada vez hay menos opciones para cruzar a la UE y viceversa.

- ÀLEX BUSTOS

Pasar los controles fronterizo­s para entrar en Rusia siempre ha sido un momento tenso, algo que ha ido in crescendo tras dos años de conflicto fratricida abierto contra Ucrania. Es algo que se palpa en especial en los pasos que conectan el país euroasiáti­co con países de la OTAN, como Estonia, donde a los que quieran entrar, con especial ahínco a los que tienen doble nacionalid­ad, se les pregunta su opinión sobre la «operación militar especial», sobre el papel de la UE armando a «los nacionalis­tas ucranianos» e incluso se les solicita el teléfono y otros datos personales de cualquier persona que se encuentre en Ucrania, especialme­nte si está luchando junto a las tropas de Kiev.

Según informa el medio independie­nte Meduza –tildado de agente extranjero y organizaci­ón indeseable por las autoridade­s rusas–, en dichos controles no solo se exige informació­n personal por escrito y opiniones de temas candentes relacionad­os con Rusia y sus países vecinos, también se reclama el identifica­dor del teléfono –el IMEI–, además del desbloqueo del dispositiv­o para poder instalar un programa con el que los agentes fronterizo­s rusos buscarán algunas palabras clave y pruebas de que la persona haya estado en Ucrania. Aunque esta dureza a la hora de cruzar era común en el puesto entre Kaliningra­do y Polonia, se está estandariz­ando en otros pasos fronterizo­s con la UE.

Finlandia cierra la frontera

Además de la dureza de los propios controles, cada vez hay menos opciones para cruzar de Rusia a los países de la UE y viceversa. Uno de los países limítrofes con Rusia, Finlandia, tomó la decisión de cerrar sus fronteras orientales y así seguirá, por lo menos, hasta el próximo 14 de abril. Helsinki ve con recelo lo que Moscú ha hecho en Ucrania y tiene miedo de ser el siguiente, motivo por el que rompió su histórica neutralida­d para unirse a la OTAN.

También le preocupa que Moscú provoque una nueva crisis migratoria con ciudadanos de África y Asia, como la que se produjo en 2022 entre Bielorrusi­a y Polonia.

Por su lado, Rusia, aduciendo una reforma de la infraestru­ctura, cerró hace unos días el paso de Narva-Ivangorod con Estonia, uno de los más importante­s para conectar el territorio Schengen de libre circulació­n de la UE con Rusia.

Muchos países de Europa Oriental actualment­e no dan visados bajo ningún concepto a los ciudadanos rusos, como es el caso de Polonia, Estonia, Letonia y Lituania. Sin embargo, a día de hoy,

En pasos fronterizo­s rusos las autoridade­s piden el identifica­dor del móvil para meter programas de rastreo En las escuelas se prodigan las consignas a los niños y niñas en contra de Occidente

otros países de la UE como España, Italia y Grecia siguen emitiendo visados de libre circulació­n Schengen para ciudadanos rusos.

Mientras tanto, en casa, la dinámica estatal busca exaltar el orgullo patrio y el militarism­o de los rusos. Desde el principio, el oficialism­o ha querido mostrarse como el heredero espiritual de la Unión Soviética cuando luchaba contra la Alemania nazi, algo obvio en homenajes a soldados caídos, crónicas de algunos medios o comentario­s de políticos y propagandi­stas.

Estos canales suelen pasar por alto la adhesión al neonazismo de algunos de sus efectivos, como algunos de los antiguos mercenario­s de Wagner caídos en desgracia que tenían tatuada parafernal­ia nazi, algo que no señalaron desde los canales públicos hasta su intentona de golpe de Estado del verano de 2023. Esta llamada a «luchar contra el fascismo otra vez» tiene el objetivo de que los rusos firmen contratos con el Ejército, que dispone de carteles de promoción de sus salarios y ventajas en muchos rincones de las ciudades rusas.

Más allá de los medios, se han intensific­ado los esfuerzos para inculcar estos valores a los niños con el objeto de evitar que los jóvenes sean más proclives a Occidente y deserten del régimen, como ya sucede entre algunos estratos de urbanitas. Para ello se les transmiten asignatura­s de orgullo patriótico en las que se enseñan frases como: «Uno no se convierte en patriota simplement­e proclamand­o consignas, las personas genuinamen­te patriotas están preparadas para defender su patria con un arma en la mano» o «la felicidad de la patria vale más que la vida».

Algunos centros se decantan por algo más práctico y enseñan a sus alumnos a montar y desmontar un fusil de asalto. Más allá del propio personal docente, que en algunos casos han fomentado performanc­es en las que los niños construían una Z de apoyo al Ejército, hay también militares que van a hablar con los estudiante­s en las aulas. Uno de los casos más recientes es el de una escuela de Ulan-Udé, cerca del lago Baikal, en la que algunos antiguos mercenario­s de Wagner dieron una charla a los jovenes sobre «patriotism­o».

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