Biden impone 600 sanciones a Rusia tras la muerte de Navalni
▶ El paquete llega mientras la legislación para ampliar la ayuda a Kiev sigue bloqueada en el Congreso por la oposición republicana
«Si (Vladímir) Putin no paga el precio por la muerte y destrucción, seguirá adelante y se elevará el coste para Estados Unidos, nuestros aliados de la OTAN y socios en Europa y en el mundo». Con esas palabras el presidente Joe Biden anunció ayer la imposición de una batería de casi 600 sanciones a individuos y entidades tanto en Rusia como globalmente.
Se trata del mayor paquete de sanciones de Washington desde que el Kremlin inició hace dos años la invasión de Ucrania y el mandatario estadounidense aseguró que llegan en respuesta a esa «continuada guerra de conquista» y a la muerte en prisión del disidente Alekséi Navalni, al que definió como «un valiente activista anticorrupción y el más feroz líder de la oposición a Putin», a quien responsabiliza de su muerte.
Llegan también conforme la legislación para dar más ayuda a Ucrania sigue bloqueada en el Congreso, ante la oposición de los republicanos a aprobar otros 60.000 millones de dólares para Kiev. Y con temor a imponer un embargo total sobre el petróleo ruso, o a incautar
se de los bienes rusos ya congelados, eso deja la presión económica sobre Rusia con sanciones muy específicas como la herramienta de Biden para tratar de ralentizar el esfuerzo bélico del Kremlin.
Éxito relativo
De momento su éxito en conseguirlo ha sido, como mucho, relativo. La guerra prosigue y la economía rusa no solo resiste, sino que se refuerza estimulada por el gasto en defensa. Fuentes de la Administración citadas desde el anonimato por The Wall Street Journal admiten que el impacto de la última ronda de sanciones puede ser limitado. Y es la misma idea que expresan varios analistas y expertos, incluyendo Eswar Prasad, un profesor de Economía en la Universidad de Cornell citado por The New York Times.
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