Una democracia bajo la ley marcial
En dos años, la invasión rusa ha alterado la vida democrática en Ucrania: el Parlamento se reúne menos, hay límites a la libertad de prensa y expresión y en las salidas del país.
Un militar revisa el pasaporte: «¿Tienen cita? Todos los documentos, por favor», dice. «Sí, sí». La periodista cruza entonces el arco detector de metales y el soldado registra su mochila. En el modesto recibidor, aparece una asistenta que se disculpa por las molestias en este anónimo edificio de una zona híper blindada de Kiev , a pocos metros del recinto gubernamental. Y es ahí donde aparece Oleksandr Korniyenko, vicepresidente del Parlamento ucraniano.
«Buenos días», masculla Korniyenko sorprendido por el asunto por el cual se le ha venido a preguntar: cómo funciona una democracia en guerra, la de un país en el que rige una ley marcial que limita la libertad de prensa o de expresión. «Es lo mismo que nos preguntan muchos diputados europeos», afirma. «¿Las elecciones? Se celebrarán seis meses después del fin de la ley marcial».
Las reuniones parlamentarias han disminuido y se planean casi siempre en el último minuto. Si suena una alerta antiaérea es obligatorio suspender los debates e ir a los refugios. «Pero el debate existe y el Parlamento sigue trabajando», sostiene Korniyenko. «Lo que es cierto es que tenemos algunas limitaciones: no podemos cambiar la Constitución, ni disolver el Gobierno, ni pedir un impeachment del presidente o (ahora mismo) convocar elecciones», admite. Las propuestas legislativas, además, siempre tienen que tener la firma del presidente, que también tiene amplia discreción en hacer cambios en su Gobierno o tomar decisiones relacionadas con la guerra.
El Parlamento ha disminuido el número de sus diputados elegidos en los últimos comicios , que han pasado de 423 a 401. Se debe a que algunos han muerto en el campo de batalla y otros han sido apartados ante la sospecha de actividades a favor de Rusia. «A otros, de partidos prorrusos que han sido disueltos , se les ha permitido quedarse y se han dividido en dos nuevos grupos», explica Korniyenko.
En un café, la diputada Solomiia Bobrovska, del partido proeuropeo Holos (oposición), se queja porque ella, como todo el resto de diputados y empleados estatales, no puede abandonar Ucrania sin una autorización oficial que no siempre se obtiene. «Eso nos limita mucho en la posibilidad de establecer contactos internacionales y tejer alianzas», dice . Petro Poroshenko, expresidente ucraniano y oligarca, ha sido uno de los afectados por esta medida. En al menos dos ocasiones, le ha sido prohibida la salida del país.
Menos libertad de expresión
«Consideramos que la libertad de expresión está muy limitada por el hecho de que se prohíbe el acceso de la prensa al Parlamento», afirma por su parte Maria Ionova, diputada que pertenece a la formación de Poroshenko, Solidaridad Europea. Además, desde 2022 todos los canales de televisión están fundidos en una única plataforma y los hombres en edad militar tienen prohibido salir del país. Se autorizan las detenciones sin orden judicial.
Otros cambios también están vinculados a la ley marcial. Desde la invasión, los encargados de aplicar la ley ya no son civiles ni policías, sino el Ejército, lo que, sin embargo, en la práctica, ha transformado a muchos gobernadores del país en gobernadores militares. «Es una situación completamente insólita para una democracia como la nuestra. Pero nos estamos esforzando, buscamos soluciones nuevas todo el tiempo», concluye Korniyenko.
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