La policía confirma que el incendio de València suma ya nueve muertos
De entre los fallecidos, cuatro corresponden a una misma familia formada por una pareja y sus dos hijos: una niña de dos años y un bebé de dos semanas, cuyos cuerpos abrazados fueron rescatados ayer del baño de su vivienda.
Los cuerpos calcinados de nueve de las víctimas mortales del devastador incendio que en la tarde del jueves arrasó dos torres de un edificio residencial en el valenciano barrio de Campanar ya están en el Instituto de Medicina Legal (IML) de València, donde desde ayer están siendo sometidos a las correspondientes autopsias.
El recuento definitivo de víctimas sigue abierto, ya que, al cierre de esta edición, se habían inspeccionado las 138 viviendas, pero en muchas de ellas, las más afectadas por el fuego, los bomberos han encontrado muchos escombros, de manera que no habrá certeza de que no hay más cadáveres hasta que no sean removidos todos esos cascotes y enseres abrasados.
Por el momento, la cifra oficial de víctimas es de nueve fallecidos –los ocho cuerpos completos y uno, incompleto– y un desaparecido. El jueves por la noche, la cifra que se barajaba era de cinco fallecidos –la familia formada por una pareja y sus dos hijos, una niña de dos años y un bebé de dos semanas, cuyos cuerpos abrazados fueron rescatados ayer del baño de su vivienda, y un quinto cuerpo hallado en otra casa– y 14 desaparecidos.
De los primeros se tenía constancia por las imágenes captadas por los drones que los bomberos volaron tanto alrededor del edificio como en el interior de la vivienda de la puerta 97, la de la familia. De ellos se sabía con certeza que estaban en el interior porque estuvieron hablando con familiares y amigos hasta el último momento. Después, otro de los drones grabó el cuerpo de un quinto fallecido.
En cuanto a los desaparecidos, se llegó a la cifra de 14 personas después de que, la Policía Nacional, por su parte, con visitas a todos los hospitales de la ciudad, y la Policía Local, por la suya, con entrevistas realizadas a pie de edificio a familiares y allegados, cruzaran sendas listas de personas que a última hora de la noche seguían sin dar señales de vida. Por fortuna, cuatro de esas personas simplemente no estaban en el edificio y el viernes, a primera hora, acudieron al lugar para explicar que no estaban entre las víctimas. La lista se redujo a 10.
Desde primera hora, equipos conjuntos de bomberos y agentes de la Policía Científica de València iniciaron la inspección del edificio, aún humeante y con focos de fuego todavía activos en puntos del interior. Los primeros tenían por misión ir asegurando el paso a los segundos, dada la posible inestabilidad de la estructura, que en ese momento aún no había sido revisada, por lo que se desconocía si existía peligro de derrumbe en alguna zona o, incluso, de colapso de la estructura esqueletizada tras el devorador efecto del incendio.
Los segundos, fotografiar y documentar cómo, dónde y en que estado y posición estaban los cuerpos de las víctimas mortales, así como inspeccionar el edificio para establecer tanto la causa inicial del siniestro como los motivos por los que las dos torres se convirtieron en una gigantesca tea en apenas una hora. La prioridad, en todo caso, era el rescate de los cuerpos para iniciar cuanto antes su identificación y poder informar de manera definitiva a sus familiares. Para ello, se activó el protocolo de grandes catástrofes creado a partir de la tragedia del metro, que el 3 de julio de 2006 provocó 43 muertos en la estación de Jesús, en València.
Las identificaciones
Se crearon tres equipos con personal del Instituto de Medicina Legal (IML) de València, formados por un forense y un técnico, y de la Comisaría General de Policía Científica, que envió a 15 agentes a primera hora desde su sede en Madrid a la zona cero de la tragedia, seis de ellos de la Unidad Central de Identificación. Fueron estos seis los responsables de participar con los forenses y los técnicos en las primeras tomas de datos para agilizar las identificaciones. En aplicación de ese protocolo, se estableció una carpa a la salida de la rampa del párking del inmueble adonde fueron conducidos los cuerpos de las víctimas a medida que los bomberos y los policías científicos terminaban su trabajo en el interior del edificio.
Para evitar imágenes macabras, la Policía Nacional montó un túnel de rescate con los elementos de nailon que utilizan habitualmente
El recuento total
de víctimas seguía anoche abierto, ya que hay escombros por retirar
para preservar las escenas del crimen de las miradas morbosas. A través de ese pasillo, fueron portando los primeros cadáveres, protegidos dentro de sudarios, hasta la carpa. Una vez en el interior del recinto, el forense, el técnico y los especialistas en identificación de cadáveres de la Policía Nacional iban tomando los primeros datos que pudieran servir para saber el nombre y los apellidos de cada una de las víctimas mortales. Los primeros cuerpos en llegar fueron, precisamente, los del matrimonio formado por Ramón y Marta y sus dos bebés, sin duda, el momento más duro para quienes intervinieron en su rescate y posterior examen.
A medida que este primer equipo iba completando su labor, los cuerpos iban siendo trasladados al furgón fúnebre estacionado al lado de la carpa, para su traslado al Instituto de Medicina Legal, en la Ciudad de la Justicia, donde ayer tarde comenzaron a practicarse las primeras autopsias. En total, los nueve cuerpos fueron evacuados en tres furgones distintos. La familia al completo, en el primero, y el resto, en los dos siguientes vehículos. Una vez en la sala de autopsias, los forenses iniciaron el estudio de los cuerpos para determinar la causa de la muerte y los agentes de la Policía Científica tomaron huellas en los que fue posible, así como ADN y estudios radiológicos y odontológicos.
Aunque apenas ha trascendido información de este proceso, algunas fuentes han apuntado a este diario que en la mayor parte de los cuerpos examinados el viernes por la tarde se aprecian síntomas de muerte por inhalación de monóxido de carbono.