Tres lecciones para la guerra
La contienda en Ucrania ha abierto una nueva era. Ha aflorado novedades para un nuevo campo de batalla robotizado y digital, con la importancia capital de los drones, las aplicaciones móviles para informar de la ubicación del enemigo o el creciente peso de la inteligencia artificial.
La primera fase de la invasión de Ucrania, en 2014, con la toma de Crimea por los «hombrecillos verdes», soldados rusos sin emblemas ni distintivos, fue la más clara irrupción de la guerra híbrida. Desde entonces, la cadena de novedades en la forma de hacer la guerra se ha ido acelerando. Son muchas y apabullantes. La fase actual de la contienda desatada por Rusia cumple dos años rompiendo postulados tácticos y estratégicos tradicionales, con nuevas evidencias sobre las debilidades del arma acorazada, lo insustituible de una buena logística de la munición, el poder de la defensa antiaérea, la proporción uno a tres o uno a cinco de bajas entre quien defiende y quien ataca parapetos, el valor del dominio cognitivo, la retomada amenaza nuclear, la potencia de las fuerzas especiales, o la imposibilidad de aproximación a la costa de unidades navales y desembarcos de infantería de Marina.
La guerra en Europa funda una nueva era. Ha aflorado novedades para un nuevo campo de batalla robotizado y digital, y sin embargo los muertos se siguen contando por cientos de miles en campos minados, escombros y trincheras como las de siempre. El general Francisco Dacoba Cerviño, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos lo resumió esta pasada semana en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales: la de Ucrania es «la guerra de los años 20 del siglo XX en los años 20 del siglo XXI».
Ya en Siria y el Alto Karabaj se probó el dron como arma y proveedor de inteligencia, pero su proliferación en el frente de Ucrania, con intensidad hasta ahora desconocida, hacía plantearse al analista del Atlantic Council, Mikola Bielieskov, si «nos encontramos ante la primera guerra de drones de la historia». Ya no habrá más guerras sin drones. En el arranque del tercer año de lucha, Ucrania sigue aguantando el embate ruso gracias a la ayuda occidental, pero también gracias a sus miles de drones.
«Enviamos pañales, medicamentos, material escolar para que los niños… pero también enviamos drones», cuenta Antonina Rohalska, coordinadora de Slavutich, principal club de ucranianos en la Comunidad Valenciana. Desde Alicante, la asociación de Antonina consiguió enviar 13 aparatos en 2023. Desde Madrid dice Roman Tsaisev, dirigente de Unidos con Ucrania, ha reunido en toda España «más de 1.000 drones» para enviar desde que empezó la guerra.
Ucrania ha creado a la fuerza una nueva industria de robots voladores con la que ha parado muchos movimientos acorazados, de infantería y navales de Rusia. El dron ha proporcionado simetría a la guerra: David con,tra Goliat un arma barata y suicida, y, sobre todo, abundante.
Opina el general Dacoba que «antes, el problema del comandante era saber qué pasa al otro lado de la colina. Ahora el problema de los puestos de mando es el exceso de información y cómo digerirlo». En Ucrania ha arrancado una nueva versión del campo de batalla basado en la llamada «sensorización de los elementos del combate», que cada carro, cada embarcación, pelotón de soldados o puestos de mando estén conectados en una nube de adquisición de información, localización de objetivos y golpes coordinados.
Campo de batalla transparente
Dacoba lo llama «el campo de batalla transparente». Se han visto muestras en los ataques de Ucrania a puestos de mando rusos o en la matanza que sus misiles ocasionaron en la Nochevieja de 2022 en un galpón convertido en cuartel en el Donbás, desde el que cientos de soldados rusos felicitaban las fiestas con sus móviles, delatando letalmente su posición y sus números.
La interconectividad ya no pasa solo por los soldados de uniforme. La aplicación ePPO se ha extendido en los móviles de los civiles ucranianos. Con ella, pueden avisar a su ejército de avistamientos de aviones, misiles, drones u otros vehículos del enemigo.
Inteligencia artificial
No se trata de Sora ni de Chat GPT, pero sí de sistemas de IA que EEUU y Reino Unido han proporcionado a Ucrania para ayudar a digerir el aluvión de datos. La mejora de la interconectividad en el campo de batalla hace «mas que probable», según un oficial español del cuerpo de Ingenieros, que en este tercer año de guerra el ejército ucraniano coja algo de aire desarrollando la fase del enjambre para sus drones. O sea, que se vea algún ataque de máquinas coordinadas tratando de saturar las defensas rusas en territorio de Rusia, «incluso en dirección a Moscú». A partir de la guerra de Ucrania estará ensayada la interacción entre máquinas, armas autónomas, IA para proporcionar consciencia situacional a cada aparato en una ofensiva.
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Los tradicionales postulados tácticos y estratégicos se están rápidamente rompiendo