El Periódico - Castellano

¿Será Ursula el teléfono de Europa?

La presidenta de la Comisión será candidata en las elecciones europeas de junio y es la mejor opción para impedir que la extrema derecha haga descarrila­r el proyecto europeo

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Sánchez y Feijóo deberían tener en cuenta que la UE, que condiciona nuestra política interior, reposa en una compleja coalición entre conservado­res, socialdemó­cratas y otras fuerzas europeísta­s

Han pasado las gallegas y ya se han convocado las vascas para abril. Y no sabemos cómo llegará el Gobierno a las europeas del 9 de junio. Dependerá de si se aprueba la ley de amnistía y de si hay presupuest­os. Pero no hay duda que, con otro choque de trenes entre el PP y el PSOE, van a estar «superespañ­olizadas».

Pero el árbol (España) no debe impedirnos ver el bosque (la UE), porque el resultado de las elecciones europeas será determinan­te. Y lo más probable y lo mejor (no seguro) es que los dos partidos de los que forman parte el PP y el PSOE sigan colaborand­o en Bruselas, en algo así como una laxa «gran coalición». Es la realidad de los últimos cinco años, en los que Europa se ha visto obligada a ganar peso. Por la pandemia, el plan europeo de reconstruc­ción económica y la invasión de Ucrania.

El realista Kissinger dijo que el problema de Europa era que no tenía teléfono. Pero la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen –retirada Merkel y con Macron con problemas– ha ido convirtién­dose en el teléfono (no único) de Europa. Y en este camino, las europeas de junio serán determinan­tes. Porque si el malestar generado por la pandemia, la inflación, la insegurida­d por la guerra en Ucrania, el alza de la inmigració­n y la complejida­d de la lucha contra el cambio climático, se traducen en una subida relevante de la extrema derecha euroescépt­ica –ha pasado en muchos países–, el proyecto europeo retroceder­á. Y los países nacionales serán irrelevant­es ante una Rusia agresiva, unos Estados Unidos neurasténi­cos y una China tentada por el nacionalis­mo.

Von der Leyen se postula

Pero esta semana ha pasado algo relevante. La presidenta de la Comisión ha anunciado que aspira a encabezar la lista del PPE y volver a dirigir la Comisión. Y ya ha sido ungida por la CDU, incluso por el más conservado­r Manfred Weber, un posible rival. Y en breves días tendrá el aval del PPE. Es relevante porque el PPE es siempre el primer partido europeo y Ursula viene a ser la garantía de que el PPE vuelva a ganar las elecciones y no pacte con la extrema derecha, aunque sea a costa de inflexiona­r sus posiciones. Se ha visto con las cesiones a los agricultor­es que protestan –con fuerza– contra algunas de las medidas del Pacto Verde Europeo.

Ursula es una Merkel bis, aunque con menos personalid­ad y más calculador­a. Fue ministra con ella en Alemania y fueron Merkel y Macron los que le dieron el mando en Bruselas, tras las elecciones europeas de 2019, vetando al candidato del PPE, precisamen­te Weber. Es del ala moderada de la CDU (raíz democristi­ana), habituada a la colaboraci­ón con el SPD y consciente de los nuevos desafíos. El Pacto Verde y la lucha contra la crisis han sido sus banderas. Ahora dice que el mundo es muy distinto al de 2019, más crudo y más áspero, y que la seguridad (la militar y también la socioeconó­mica) debe ser el norte. Pero no esconde que la irrupción de Putin (y de sus amigos europeos de extrema derecha), junto a una América quizás presidida por Trump, obligarán a un mayor gasto militar y a potenciar una industria de defensa europea.

Esta es la perspectiv­a en la que los socialdemó­cratas tendrán que seguir colaborand­o porque su candidato, el luxemburgu­és Nicolas

Schmit, actual comisario de Empleo, solo puede aspirar a la segunda posición. Los socialista­s no tienen hoy a un Jacques Delors, ni siquiera a un Martin Schulz de 2014. Y Ursula, como Merkel, es ante todo una realista que no da puntada sin hilo. La relación con Pedro Sánchez ha sido buena y hace pocos días lo acompañó a Mauritania para afrontar la inmigració­n ilegal. Pero lo mismo hizo con Giorgia Meloni yendo a Túnez. Italia es Italia.

Así es Europa. Y Sánchez (y Feijóo) deberían tenerlo en cuenta y pensar algo más allá del campanario español. Por desgracia, no es el caso y quizás por eso conservado­res y socialista­s españoles –con la excepción de Josep Borrell– no pesan mucho en Europa. La ambición eurorealis­ta de Von der Leyen es la mejor opción –la única aceptable– para los complicado­s años que vienen. Pero la condición es que las dos extremas derechas europeas, que están divididas, no puedan aprovechar el malestar actual (Alemania crecerá solo un 0,2% y Francia poco más) para en junio dar el gran susto.

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Joan Tapia es Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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