El CNI no está por lo que debe
El 23 de agosto de 2023, el piloto ruso Maxim Kuzmínov se hacía con el control de un helicóptero de combate Mi-8 y cruzó la frontera ucraniana solicitando asilo y protección. De 28 años y contrario a la guerra, fuentes de la inteligencia ucraniana desvelaron que dicha operación se gestó durante casi seis meses. Vendido como un auténtico éxito para los esfuerzos de guerra ucranianos, el día 13, su cadáver apareció tiroteado en La Vila Joiosa (Alicante).
El oscurantismo y el juego al que nos tienen acostumbrados los servicios de inteligencia internacionales han demorado, casi una semana, la confirmación de su muerte e identificación. Pero cabe preguntarse cómo acabó en territorio español si los servicios de inteligencia nacionales le protegían, o de si eran conscientes de la existencia de agentes rusos en territorio nacional cuyo objetivo era acabar con Kuzmínov. Bien pudiera ser que toda esta serie de acontecimientos respondiera a un conjunto orquestado de operaciones que escapa a los medios y al ciudadano.
Lo que queda claro es que, para desgracia de la seguridad nacional, nuestros agentes de inteligencia parecen contar con pocos medios. El tiroteo a Vidal-Quadras, la constante inferencia de la mafia rusa en la costa mediterránea o cómo campan a sus anchas agentes extranjeros acabando con la vida de activos de alto valor como Kuzmínov, sin que pareciera que supiésemos de qué iba el cuento, hace ver al ciudadano medio que el CNI parece estar más para difuminar los aferes del emérito que para garantizar la seguridad y soberanía nacionales.
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