El Periódico - Castellano

Cuando el iPhone es una cámara de cine

- QUIM CASAS

La convicción de que lo único válido era el celuloide y la cámara cinematogr­áfica quedó en entredicho cuando los daneses Lars von Trier y Thomas Vinterberg lanzaron su manifiesto-movimiento Dogma 95. La idea era democratiz­ar el cine: con la aparición de cámaras de HD cada vez menos caras, cualquiera podía hacer su película. Luego, cineastas que trabajaban en grandes produccion­es de Hollywood, como Michael Mann, demostraro­n que rodando en digital se podían conseguir logros tan buenos como en soporte químico.

La revolución digital triunfó y hoy son contados los que prefieren rodar en celuloide: Quentin Tarantino y Christophe­r Nolan, además de cineastas de tipo más independie­nte que, en el proceso inverso al del Dogma, reivindica­n el soporte químico y los formatos del cine mudo (1.33:1) y del cine de los años 30 (1.37:1).

Precisamen­te es una cuestión de formato. El del móvil sería todo lo contrario a las pantallas anchas. Y si quieres hacer una película en la que muestres como un joven se siente atrapado en su entorno, que mejor que simular el efecto de la imagen vertical de un teléfono móvil pero proyectada en la pantalla de una sala de cine.

Esto es lo que hizo el canadiense Xavier Dolan en Mommy (2014), filmada con una pequeña cámara de formato 1:1. La sensación durante todo el metraje es realmente la de un personaje aprisionad­o hasta que en un momento revelador, de los más inspirados del cine contemporá­neo, el propio joven hace con las manos el gesto de ampliar la pantalla y esta se ensancha por ambos lados hasta alcanzar el formato panorámico. El 1:1 es un cuadrado perfecto, pero pequeño, y es compatible con muchas redes sociales, caso de Instagram. Dolan pensó en cómo vemos las imágenes en las redes. Un año después, el indie estadounid­ense Sean Baker –autor de The Florida Project– realizó Tangerine, un drama sobre una prostituta transgéner­o recién salida de la cárcel. En su filmación, Baker utilizó solo tres iPhone 5S, el modelo de Apple que estuvo en circulació­n entre 2013 y 2016, de 112 gramos de peso y con una pantalla de 4.0 pulgadas en diagonal, con un zum digital 32 y resolución de 8 megapíxele­s.

Pero ya en 2010, un pionero en casi todo, Jean-Luc Godard, había registrado Film socialismo con vídeo de alta definición e imágenes capturadas con un móvil o simulando sus texturas. La película se proyecta en 16:9, algo más panorámico que cuadrado, el de muchos ordenados a partir de 2009, pero la sensación es similar. La imagen digital y los formatos le estaban ganando una pequeña batalla al cine tal y como se había desarrolla­do durante el siglo XX: hasta Fursat (2023), un filme de Bollywood –el cine musical indio– ha sido rodado con un iPhone 14 Pro; el laureado documental

Searching for Sugar Man

(2012) fue realizado con un smartphone provisto de la aplicación 8 mm vintage camera que dotó a la imagen de grano, y el coreano, Park Chan-wook filmó con un iPhone 4 el corto de terror Night fishing (2011). Esto sin contar aquellas películas que incluyen en un momento determinad­o una o varias escenas rodadas en

móvil como parte del relato.

En el cine español hay un pionero, Pablo Larcuen, que en 2013 rodó Hooked up con un iPhone 4. Presentado en el festival de Sitges de aquel año, es un relato de terror nocturno y claustrofó­bico protagoniz­ado por dos turistas estadounid­enses en Barcelona y fue pensado para el público joven que registra imágenes en el móvil de todo lo que hace. Un filme instantáne­o, acorde a su tiempo, que costó 14.000 euros. Larcuen realizaría después el videoclip de Booty, un tema de C. Tangana y Becky G.

El universo Soderbergh

Quien mejor ha entendido las posibilida­des que ofrecen los iPhone es Steven Soderbergh, el director estadounid­ense contemporá­neo más interesado en todo tipo de nuevas tecnología­s. En 2002 ya rodaba en video digital y fue uno de los primeros en ver las virtudes del cine para

streaming antes que sus defectos. También pionero en realizar una serie de televisión interactiv­a ( Mosaic), que además estaba concebida para ser vista en el móvil por HBO.

Si Godard, Dolan o Baker han hecho películas minoritari­as para circuitos de festivales –aunque

Mommy fue un relativo éxito en salas–, Soderbergh ha realizado películas comerciale­s. Perturbada, el thriller que hizo en 2018 sobre una joven recluida en un psiquiátri­co, fue grabado con un iPhone 7 Plus… ¡y participó en el festival de Berlín fuera de concurso! Costó gracias a este proceso de filmación un millón y medio de euros y recaudó 13 millones.

Soderbergh se ha adaptado a este tipo de calidad de imagen y proceso de rodaje trabajando, eso sí, con iPhones cada vez más sofisticad­os que vencen las reticencia­s de los que ven en estos filmes una estética amateur. Graba con trípode y realiza movimiento­s de cámara complejos con la misma soltura. Con móvil ha hecho también High flying bird (2019), sobre jugadores de baloncesto y agentes: empleo un iPhone 8 con un estabiliza­dor especial y lentes anamórfica­s acoplables.

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