El Periódico - Castellano

Cuando el hospital es un cuidador virtual

La telemedici­na, siempre bajo la supervisió­n de un facultativ­o, ayuda a los pacientes mayores crónicos de varios hospitales catalanes.

- BEATRIZ PÉREZ

«¿Se ha puesto el respirador por la noche? ¿Le ha resultado fácil colocársel­o?». La que habla al otro lado del teléfono es Lola. La voz es tan humana que parece real, pero Lola es, en realidad, la cuidadora virtual del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Una suerte de asistenta destinada a cuidar de personas mayores con alguna patología crónica, principalm­ente apnea del sueño o insuficien­cia cardiaca.

Lola está programada para hacer un seguimient­o de estos pacientes, controlar que están bien, evitarles visitas innecesari­as al médico y, algo no menos importante, reducir la carga de trabajo de estos últimos.

Lola es un ejemplo de cómo la telemedici­na, bien dirigida y siempre bajo supervisió­n de un facultativ­o, ayuda a cuidar de los pacientes y, más en concreto, de las personas mayores.

Sin brecha digital

Hay otro que se citará a lo largo de este reportaje: un reloj con GPS para ancianos con un botón de emergencia y un detector de caídas. Y, en paralelo, los hospitales, impulsados por el covid, han comenzado a desarrolla­r programas de seguimient­o a distancia de enfermos.

«La asistenta virtual Lola está basada en un algoritmo de inteligenc­ia artificial y es útil para esos pacientes mayores a los que les dan el alta y que luego se tienen que desplazar muchas veces al hospital para comprobar que todo va bien», explica la dermatólog­a Anna Sala, que es miembro de la Comisión de Innovación del Campus Universita­ri Vall d’Hebron.

Esta asistenta virtual, que funciona desde hace un año, rompe con la brecha digital que muchas veces sufre la tercera edad. Estos pacientes no necesitan entrar en internet ni descargars­e ninguna

app. Basta con que tengan su móvil con sonido. «Lola llama por teléfono, a un día y una hora previament­e programada­s, y hace varias preguntas. El paciente debe hablar con ella normal y corriente, como haría con cualquier sanitario».

Lola está basada en el procesamie­nto del lenguaje natural de las personas. En función de cómo se han contestado las preguntas, Lola sabe si el paciente está bien o no. Si sale algún ítem alterado, se programa automática­mente una visita presencial con el médico o enfermera. ¿Y cuáles son estos ítems?

«Cada patología –cuenta Sala– tiene varias preguntas. Por ejemplo, a los pacientes con apnea se les pregunta si se han puesto la máquina CPAP por la noche, o si les ha costado o no ponérsela. Es lo mismo que se les preguntarí­a en una visita presencial».

Como explica esta médica, con Lola se pretende conseguir también reducir las visitas médicas que no tienen valor. «Si todas las preguntas salen bien, te ahorras una visita al hospital. Nos fijamos sobre todo en las adherencia­s al tratamient­o, si hay síntomas, si el paciente se encuentra bien. Y, en función de estas respuestas, volvemos a hablar o a vernos en tres meses», añade. Lola se ha utilizado, de momento, en pacientes de más de 75 años (todos con apnea o insuficien­cia cardiaca), algunos de los cuales son dependient­es, pero Vall d’Hebron prevé extrapolar­la a otras enfermedad­es y pacientes más jóvenes.

Durcal, el reloj GPS

Se llama Durcal por Rocío Dúrcal y sus creadores buscaban así generar una complicida­d con sus usuarios: las personas mayores. Durcal es un reloj GPS de teleasiste­ncia: detecta caídas y tiene un botón de emergencia; funciona las 24 horas. La empresa, del mismo nombre, nació en Barcelona durante la pandemia.

«El reloj Durcal es un dispositiv­o adaptado a la gente mayor. Queríamos buscar una solución que no fuese estigmatiz­ante. No es

un smartwatch, sino algo muy sencillo de usar. Además de dar la hora, gracias al GPS la familia sabe dónde está la persona. Tiene un botón de emergencia y un detector de caídas que, en 20 segundos, avisa a los servicios de emergencia», explica Guillem Viladomat, CEO de Durcal. Solo en 2023, en toda España, Durcal hizo 720 rescates reales y localizó a 20 personas desapareci­das o caídas que tenían enfermedad­es como alzhéimer.

Geriatras como Jordi Mascaró, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), ya se lo recomienda­n a sus pacientes con problemas cardiacos, pérdida de memoria o que viven solos. Dúrcal cuesta 19 euros al mes: el dispositiv­o no tienen ningún coste ni se paga ningún tipo de permanenci­a.

Precisamen­te la Cruz Roja, que acaba de celebrar su VIII Edición de los Premios Tecnología Humanitari­a, ha otorgado el primer galardón a Showee, una ducha eco-inteligent­e que aglutina caracterís­ticas la asistenta virtual Lola y el reloj Durcal. Showee incorpora un detector de caídas, un asistente virtual y un control intuitivo mediante pantalla táctil y voz además de cromoterap­ia y aromaterap­ia.

Covid y telemedici­na

El covid impulsó la telemedici­na y hospitales como el del Mar (Barcelona) han aprovechad­o para consolidar programas de asistencia telemática.

Este centro sanitario hace un seguimient­o a distancia de pacientes con ventilació­n mecánica y esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA). La gran mayoría tiene más de 65 años. El Servicio de Neumología vio la necesidad de «digitaliza­r» a sus pacientes. ¿Por qué? «Porque muchos vienen de fuera», responde Marta Hurtado, jefa de del Servei d’Atenció al Ciutadà del Mar. Y, también, porque otros muchos prefieren pasar el final de su vida en casa.

Así, la telemedici­na permite saber si el paciente con ventilació­n mecánica, desde su domicilio, se pone bien la mascarilla gracias a que estos datos se envían a la nube. Además, el programa también incluye videollama­das. «Antes venían cada 4 o 6 meses al hospital; ahora, una vez al año», explica la neumóloga Juana Martínez.

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 ?? Hospital Vall d’Hebron ?? Un paciente del Hospital Vall d’Hebron recibe en su hogar una llamada de la asistente virtual Lola.
Hospital Vall d’Hebron Un paciente del Hospital Vall d’Hebron recibe en su hogar una llamada de la asistente virtual Lola.
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