El Periódico - Castellano

El pediatra en casa

Vall d’Hebron estrena su servicio de hospitaliz­ación domiciliar­ia de niños, el «futuro» de la atención pediátrica, según sus sanitarios. La telemedici­na permite a pacientes como Bruno, de 10 años y con fibrosis quística, estar ingresado en casa: «El hospi

- B.P.

Está jugando con la tablet cuando los periodista­s entran en su casa. En algún momento les enseña su destreza con el cubo de Rubik: «Lo hago en menos de un minuto», dice, orgulloso. Bruno es un niño de 10 años que tiene fibrosis quística, una enfermedad pulmonar crónica común en niños y adultos jóvenes. Bruno vive con su madre, Irene Atienza, en el Masnou (Maresme), y a sus espaldas acumula un largo historial de ingresos en el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona). Este centro sanitario, el más grande de Catalunya, ha estrenado, este mismo invierno, su nuevo servicio de hospitaliz­ación a domicilio de pacientes pediátrico­s, que evita los ingresos y las largas estancias en el hospital. No sería posible sin la telemedici­na.

«En casa hacemos cuidados complejos, terapia con oxígeno, tratamient­os endovenoso­s, analíticas e incluso ecografías. Lo hacemos todo igual que en el hospital, la única excepción son las pruebas radiológic­as, dice Antonio Moreno, jefe del Servicio de Pediatría. Esta iniciativa responde a la Carta Europea de los Derechos de los Niños Hospitaliz­ados, que defiende que los niños no estén hospitaliz­ados si no es «absolutame­nte necesario» y que, en caso de estarlo, reciban el alta «lo antes posible».

Un mes ingresado

Bruno tiene una infección bacteriana, lleva dos semanas sin salir de casa y aún tiene dos más por delante. Pero cada día un equipo de dos pediatras y una enfermera se desplaza hasta su casa. Además, han enseñado a la madre a utilizar una bomba-jeringuill­a portátil que sirve para administra­r el antibiótic­o tres veces al día. Y hacen videollama­das.

«A Bruno le detectaron, con solo dos meses, fibrosis quística. Desde entonces, cada dos o tres meses le hacen cultivos y ahora le han encontrado una bacteria», explica la madre, Irene, desde el salón de casa.

Pero ahora, por primera vez, el niño ha sido ingresado en su casa. «El hospital te consume a todos los niveles. Te vas debilitand­o. Aquí él está en su espacio, su entorno y con su comida», dice Irene. Con apoyo médico, afirma, «no es difícil» hacer funcionar la bomba-jeringuill­a. «La sensación es que estás acompañada en todo momento. Tengo atención médica de 8 a 20 horas», asegura. Pronto Bruno tendrá un profesor domiciliar­io, que vendrá cada día a impartirle clases.

Solo pacientes estables

«Para hacer un ingreso domiciliar­io es imprescind­ible la telemedici­na», asegura Ariadna Carsi, pediatra del equipo de Hospitaliz­ación a Domicilio Pediátrica de Vall d’Hebron. «Los pacientes están más cómodos en casa y no se rompe el núcleo familiar», agrega. Aun así, no cualquier paciente puede ser ingresado en casa. Solo lo hacen, en el caso de los niños, dos tipos de pacientes: los respirator­ios (bronquitis, bronquioli­tis, los que necesitan oxigenoter­apia) y los que están siguiendo tratamient­os antibiótic­os. «Siempre tienen que ser pacientes estables», añade la enfermera Alba Martínez, que también forma parte de este equipo. «La hospitaliz­ación a domicilio es nuestro proyecto estrella de humanizaci­ón. Un niño, a no ser que sea estrictame­nte necesario, no tiene que estar en el hospital», reivindica la doctora Carsi.

Desde noviembre, Vall d’Hebron ha ingresado en su hogar a más de 100 niños. Ha permitido, entre otras cosas, que muchos pequeños pudieran pasar las últimas Navidades en casa, destaca la otra pediatra del servicio, Laia Martínez.

Además, los pacientes, aseguran las sanitarias, se recuperan «mejor» porque tienen «más libertad de movimiento». Las mismas sanitarias son las que «capacitan» a las familias para utilizar las máquinas en sus respectivo­s hogares.

«La hospitaliz­ación en casa es nuestro proyecto estrella de humanizaci­ón», dice la doctora Carsi

 ?? Ferran Nadeu ?? La madre de Bruno, previament­e aleccionad­a, suministra una dosis de antibiótic­o a su hijo, enfermo de fibrosis quística, en su casa.
Ferran Nadeu La madre de Bruno, previament­e aleccionad­a, suministra una dosis de antibiótic­o a su hijo, enfermo de fibrosis quística, en su casa.

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