El Periódico - Castellano

Más sector público, menos sociedad

La Administra­ción, a la voz de ‘quien paga, manda’, invade muchos espacios en los que lo público era de la comunidad

- P

las artes escénicas. Además, esta vía de rastreo del dinero público fagocita a manos políticas, sin cesar, cualquier acción suficiente­mente subvencion­ada. Quizás lleguen algunos a la barrabasad­a de reivindica­r la expropiaci­ón del sector farmacéuti­co, ya que mayormente vive de la compra pública de medicament­os. O a embargar la gobernanza de una fundación privada por financiarl­a en buena parte; o absorber al completo las nóminas, como en el caso de los profesores de conciertos escolares, o como se está haciendo con el transporte sanitario, sin que se conozca posible freno.

Algunas de estas actuacione­s tienen agenda oculta, sindical o de grupo a presión, buscando el espejo de la función pública en retribucio­nes y, sobre todo, en condicione­s de trabajo. Otros casos son muestra de pura ingenuidad de quien compara la efectivida­d de las nacionaliz­aciones, mirando retribucio­nes nominales sin saber calcular costes unitarios efectivos por hora trabajada, en servicios en los que la productivi­dad importa. Sin embargo, ambos casos llevan a una pendiente peligrosa, tanto en los daños motivacion­ales de servir a la comunidad menos que al Gobierno de turno, como de dejar a responsabi­lidad pública política cosas que son de responsabi­lidad social.

Las actuacione­s que requieren potestad y autoridad deben comportar una sobredosis de control y legalidad, precisamen­te para evitar los abusos del Estado que las ejerce en gestión directa. Para el resto de actividade­s, de provisión de bienes y servicios para la gente, el supuesto debería ser el contrario. Que demuestre el sector público que las carencias de su gestión directa son menores a las de la concertaci­ón privada -social sin ánimo de lucro, si se desea- que pretende sustituir, a la vista de los incentivos al servicio, los costes relativos, la flexibilid­ad y la adaptación a los cambios. La realidad es justo a la inversa de lo que ahora se está asumiendo. Todo esto que comento no es nuevo. Está, entre otros, en el informe para la modernizac­ión de las administra­ciones públicas catalanas, comisión que el president Mas me pidió presidir, pero se ha ignorado y, por la vía de los hechos, falseado. Aunque de vez en cuando la propia Administra­ción se apunta también a renegar de la burocracia, como por ejemplo con las quejas de los campesinos, que ella misma ha creado.

Si la influencia política de quien ahora manda lo invade todo, se corre el riesgo de lamentarlo más tarde, cuando se esté en la oposición

Catedrátic­o de Economía (UPF). Exconsejer­o del Banco de España.

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Leonard Beard
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Guillem López Casasnovas

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