El Periódico - Castellano

En la batalla del alzhéimer

- ELENA HEVIA

La psicóloga clínica norteameri­cana Dasha Kiper publica ‘Viajes a tierras inimaginab­les’, un ensayo literario cargado de compasión y comprensió­n, centrado en las personas que atienden a los enfermos de alzhéimer. Son historias de héroes, víctimas, mártires y guerreros.

Dos documental­es testimonia­les y emocionant­es como Mientras seas tú y La memoria infinita, están dando fe de cómo afrontar desde la intimidad y la empatía el deterioro cognitivo y el alzhéimer, ese proceso cruel que provoca el borrado de los recuerdos recientes, transforma el carácter e incapacita para la vida que se llevaba hasta el momento. Es un proceso mayoritari­amente asociado a la vejez, aunque no siempre sea así. Ambas películas se hicieron con sendos goyas en la pasada edición, haciendo evidente no solo su excelencia artística, sino también una gran preocupaci­ón social por visibiliza­r el problema. Y es que más de 900.000 personas en España han sido diagnostic­adas con demencia y de ellas un 70% se debe al alzhéimer, cifra preocupant­e, ya que tiene visos de incrementa­rse por el aumento de la esperanza de vida

La literatura sobre esa enfermedad neurológic­a es ingente, pero pocas veces se habla desde la perspectiv­a de los cuidadores, o más concretame­nte desde la perspectiv­a de las cuidadoras, porque mayoritari­amente son ellas las encargadas de asistir a los familiares. Oliver Sacks, tan buen científico como literato que relató con gran humanidad las historias clínicas de pacientes que navegan en su propio mundo marcado por la demencia y el deterioro neurológic­o, definió este proceso como «viajes a tierras inimaginab­les» y este es precisamen­te el título escogido por la psicóloga clínica Dasha Kiper para recoger una serie de casos, al más puro estilo Sacks, que no solo prestan atención a los enfermos sino sobre todo a quienes tienen que asistirles día a día ilustrando y reflexiona­ndo sobre el choque inevitable entre una mente enferma y otra que no lo es. Lo publica Libros del Asteroide que en los últimos tiempos ha ampliado su catálogo con ensayos literarios.

Los casos reseñados son estremeced­ores. Está la mujer que cada día suele cenar amigableme­nte con su marido en un pequeño restaurant­e del Bronx hasta que este invariable­mente se despide diciéndole que cada uno se vaya a su casa, olvidando que viven juntos e ignorando que ella se apresura por llegar al domicilio antes que él. Una vez ambos en casa pueden pasar dos cosas: o bien que la salude sin recordar su encuentro previo o bien que la perciba como una extraña y le obligue a marcharse. A veces él llega a llamar a la policía. Otras ella se ve obligada a dormir en el rellano. Eso se repite día tras día. ¿Cómo un cuidador puede manejar una situación así sin enloquecer a su vez?

No es una historia aislada

«Esta no es una historia aislada o extraña sin más. Cuando vives una realidad alterada, cuando te menospreci­an y se pelean contigo continuame­nte es importante contar con un sistema de apoyo que te valide, te vea, te entienda y te ofrezca compasión. Los hechos son devastador­es sin este sistema de ayuda», explica Kiper desde su domicilio neoyorquin­o, consciente de que el sistema de salud estatal en Estados Unidos deja desasistid­o a muchas familias. Un problema no menor.

En otros casos, a las familias les cuesta más detectar el deterioro porque el afectado mantiene intermiten­temente aspectos reconocibl­es del pasado. «La persona –explica Kuper– desarrolla estrategia­s para compensar sus fallos de memoria y en la mente del cuidador es difícil ver los nuevos síntomas, conectado como está a una serie de expectativ­as y dinámicas conocidas. Vemos a nuestra pareja o a nuestros padres como siempre los hemos visto. En cierta manera, la mente enferma y la sana están ambas ciegas a la enfermedad».

El cuidado no supone únicamente desgaste anímico y nula recompensa emocional, también está sembrado de culpabilid­ad. Es fácil enzarzarse en una discusión sin sentido con el paciente o incluso desear su muerte como una forma de liberación: «Se suele caer en el desánimo porque la enfermedad siempre será más fuerte que nosotros. En ocasiones reaccionam­os de forma inflexible y poco amable y acabamos sintiéndon­os fatal. Tenemos que aprender a perdonarno­s». Ese remordimie­nto suele acompañar en mayor medida a las mujeres porque todavía las expectativ­as sociales las asocian a los cuidados y es difícil sustraerse a ellas: «El resentimie­nto es muy grande en esos casos porque se da por sentado que deben renunciar a todo y que ya no tienes necesidade­s propias», dice Kiper constatand­o que la definición de «héroes, víctimas, mártires y guerreros» que Sacks daba a los enfermos también ilumina a los que los protegen.

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Jordi Cotrina Montse, que padece alzhéimer, es cogida de las manos por sus tres hijos, en Barcelona.
 ?? El Periódico ?? La psicóloga clínica Dasha Kiper, autora del ensayo literario ‘Viajes a tierras inimaginab­les’.
El Periódico La psicóloga clínica Dasha Kiper, autora del ensayo literario ‘Viajes a tierras inimaginab­les’.

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