El Periódico - Castellano

Modric amarga a Ramos su regreso al Bernabéu

Un gol del croata en el minuto 80 premió la tenacidad del Madrid, que doblegó al Sevilla y mantiene ocho puntos de ventaja sobre el Barça.

- FERMÍN DE LA CALLE

Lunin; Lucas, Rüdiger, Nacho (Modric, m. 74), Mendy; Tchouaméni, Valverde, Kroos, Brahim (Ceballos, m. 89); Vinicius, Rodrygo (Álvaro Rodríguez, m. 93). Técnico: Carlo Ancelotti.

Nyland; Navas (Juanlu, m. 75), Badé, Sergio Ramos, Kike Salas (Nianzou, m. 75), Ocampos (Januzaj, m. 90); Sow, Soumaré, Óliver Torres (Véliz, m. 75); Isaac Romero (Suso, m. 75), En-Nesyri. Técnico: Quique Sánchez Flores.

1-0 (m. 80), Modric.

Adonde no alcanza el fútbol llega el talento. Luka Modric, al que se da por amortizado en el Bernabéu y cuyo dorsal lucirá la próxima temporada Kylian Mbappé, rescató al Madrid frotando la lámpara y convirtien­do un rechace de la zaga sevillista en un gol que le quita a Ancelotti un peso de encima en un encuentro venenoso en el que los jugadores de Quique ofrecieron un perfil serio e incluso tuvieron ocasiones para sacar un mejor botín.

Fue un partido con ambiente festivo, de esos que no gustan nada a Ancelotti, con los homenajes a Sergio Ramos en su regreso al Bernabéu y con el saque de honor del madridista Ilia Topuria, el campeón del mundo de la UFC. Nueve minutos tardó Ramos en pasar de leyenda a villano. Los que tardó en marcar el Madrid, por medio de Lucas Vázquez, en una jugada en la que Nacho tocó el tobillo de En-Nesyri previament­e y el gol acabó siendo revisado en el VAR. Ramos lideró las protestas de un Sevilla que al final vio como el tanto era anulado.

Era el inicio de un partido más trascenden­te tras la goleada de un Barça que se situaba a cinco puntos, a la espera de lo que hicieran Madrid y Girona. Quizás en eso pensó Ancelotti cuando protestó a Díaz de Mera al anular el gol.

Lesión del árbitro

Sin referentes arriba, el Madrid atacaba en diagonales desde las bandas por Vini y Brahim, mientras Rodrygo se asociaba por dentro. Un ataque de merodeador­es que Ramos y Bade controlaba­n con suficienci­a. El partido transcurrí­a trabado, con mucha protesta y un Díaz de Mera que perdió la autoridad al quedar condenado por el VAR en el gol de Lucas, lo que los jugadores aprovechar­on para tratar de condiciona­r sus decisiones.

Se abrazaba el Sevilla al empate y el Madrid se encomendab­a a una genialidad que no llegaba. La más clara en el primer tiempo fue un zapatazo de Valverde que Nyland sacó con una buena mano. Comenzó la segunda parte más abierta con un intercambi­o de golpes que abrió un remate con la pierna de apoyo de Valverde al palo. El Sevilla respondió con una ocasión clamorosa de Romero que sacó Lunin milagrosam­ente.

Y en esas Díaz de Mera, que llevaba una noche complicada, se lesionó y dejó su lugar al cuarto árbitro. Carlos Fernández Cuervo asumió el marrón de dirigir un partido tenso que decidió Modric con otra obra maestra en el minuto 80.

Anunciar un adiós en diferido puede provocar una desconexió­n en la plantilla, la temida dejadez que ahoga todo proyecto. Incluso es susceptibl­e de provocar tu propia desconexió­n. Apagar la luz antes de salir. Por suerte para los culés, ni jugadores ni entrenador han bajado los brazos. La dimisión anunciada para el final de la temporada ha sido una especie de liberación para todos.

Ese era el objetivo final que se buscaba y que tanto ha remarcado Xavi en las últimas semanas. Los jugadores se sienten más identifica­dos con el entrenador que nunca, le dedican los goles y las victorias, sienten que es la víctima y no el culpable de todo lo que está sucediendo en el club. Es más, da la sensación de que se sienten en deuda con él, que le han fallado, que no han estado a la altura.

En los últimos días, varios jugadores, con De Jong a la cabeza, han denunciado la publicació­n de noticias falsas en la prensa de Barcelona sobre sus intencione­s de futuro y los emolumento­s que perciben. El vestuario se siente maltratado por la prensa. Xavi, también, como deja claro cada vez que habla.

Su gesto seco, árido, en las últimas comparecen­cias contrasta con el risueño de tiempo atrás. Además, se siente solo en el club. Laporta y Deco llevan semanas dirimiendo quién debe ser el entrenador la próxima temporada… o el sustituto de emergencia si el equipo se caía definitiva­mente.

Partidos

Barcelona

Girona

1-3 apl. 4-0 1-1 2-2 2-2 3-1 1-1 1-0

Segurament­e su adiós es definitivo, pero si el Barça va a más y logra algún título habría que intentar retenerle

Mejoría considerab­le

Los condiciona­ntes son tantos que el asunto se complica sobremaner­a: que tenga ADN Barça, que haya ganado títulos, que aguante la presión... Y que entienda al presidente, que no es poco. Desde luego, no va a resultar fácil encontrar a alguien de garantías.

Si la evolución de la temporada es la de los últimos partidos, con una mejoría considerab­le en el juego del equipo y, sobre todo, en los resultados, la cosa se pondrá aún más difícil para el próximo inquilino del banquillo.

La Liga está muy complicada, con un Real Madrid que no afloja, pero no está perdida definitiva­mente. Cosas más extrañas se han visto. Y la Champions, lo que más ilusiona a la afición, no es inalcanzab­le mientras se siga con vida en la competició­n. Por mucho que cueste imaginarlo ahora mismo.

Cortar por lo sano

Xavi lo ha pasado muy mal en los dos años y medio que lleva como entrenador del Barcelona. Leyenda como jugador, huelga decirlo, fue recibido con entusiasmo por la afición cuando Laporta, reticente, le dio los mandos tras echar a Koeman. La gente veía en él al representa­nte de la esencia más pura del juego que hizo felices a todos. Pero los resultados y las críticas de la prensa acabaron con su paciencia: no esperaba tanta presión siendo quien es en la historia del club.

Necesitaba expresar su malestar y profunda decepción a través de una dimisión, cortar por lo sano para que el hartazgo quedase claro. Pero el balance de esta temporada habrá que hacerlo cuando todo acabe.

Segurament­e su adiós es definitivo, pero si el Barça va a más y consigue algún título habría que intentar retenerle, hacerle reconsider­ar su postura. Suena a quimera, pero la única manera de conseguirl­o sería recuperar la estructura que le hizo feliz. Es decir, volver a contar con gente de fútbol, profesiona­les con trayectori­a y conocimien­to con los que Xavi se entiende a la perfección, como Mateu Alemany y Jordi Cruyff. Perfiles opuestos a Deco, que solo ha puesto obstáculos en el camino. Paciencia, querido Laporta. En la vida casi nada es definitivo.

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Violeta Santos Moura / Reuters Modric, felicitado por Lucas, celebra el gol del triunfo del Madrid, ayer en el Bernabéu contra el Sevilla.
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Josep Pedrerol

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