El Periódico - Castellano

Ya no hay excusa

La Comisión de Venecia se lo ha puesto en bandeja al PSOE para poder hacer lo que hay que hacer: una amnistía completa, en línea con las leyes que hay en las democracia­s liberales del mundo

- Pilar Rahola

La alternativ­a solo fortalece la oleada reaccionar­ia, debilita el liderazgo de Sánchez y crea una crisis de enormes proporcion­es con Junts

Parece que la jugada del PP de invitar a la Comisión de Venecia a visitar España para intentar parar, vía Europa, la ley de amnistía le ha salido mal. Ha sufrido aquello de ir a por lana y salir trasquilad­o, porque este organismo europeo que vela por la justicia democrátic­a acaba de difundir un estudio que servirá justamente para lo contrario: fortalecer la vía de una amnistía sin excusas, ni excepcione­s.

Es cierto que el trabajo definitivo de la Comisión tardará todavía unos días, pero de momento el texto presentado ya es bastante elocuente. Se trata de un riguroso estudio titulado Mesa comparativ­a de disposicio­nes constituci­onales y legislativ­as relativas a la amnistía en los Estados miembros de la Comisión de Venecia, donde se han analizado las legislacio­nes de 56 estados, 15 de ellos fuera de Europa. Y el resultado es demoledor: ningún Estado europeo excluye el «terrorismo» de la ley, ni lo considera, en ningún caso, una línea roja para su formulació­n. Del resto de países, solo hay dos que ponen algún impediment­o: Brasil (a raíz de la polémica ley de amnistía del año 79 promulgada por los militares que querían convertirl­a en ley de punto y final) y la de Kirguistán, si bien en estos dos países también se contempla poder amnistiar el terrorismo si todavía no hay condena. Es decir, todos los países estudiados consideran que, cuando se plantea una ley de amnistía, esta tiene que contemplar todos los delitos que haya cometido el amnistiado, porque esta es la intención de la ley: hacer tabula rasa, dejar la página en blanco.

La idea de una amnistía en condiciona­l, fragmentad­a en función de según qué delitos, no solo no existe en la jurisprude­ncia de los estados homólogos a España, sino que perdería todo su sentido. Al final, esta fue la amnistía del 77 que, no lo olvidemos, llegó a amnistiar los crímenes de una dictadura.

Lo normal, pues, cuando se planteó la posibilida­d de una ley de amnistía, habría sido hacerla con todas sus consecuenc­ias, sin caer en las trampas demagógica­s que acostumbra a plantear la derecha más reaccionar­ia. Pero el PSOE entraba en la amnistía a rastras, sin convicción, y forzado por la necesidad de la investidur­a, y cayó en la trampa como si estuviera en primero de básica. Además, debemos recordar que los socialista­s tienden a ser pusilánime­s y cobardes cuando se trata de la cuestión catalana. Aun así, no tenía ninguna lógica plantear una amnistía medio embarazada, primero, porque dejaba a más de 100 personas fuera y, por lo tanto, no cumplía con el sentido del acuerdo: el de parar en seco la represión. Y segundo, porque daba herramient­as a la justicia patriótica para impedir su ejecución.

Además de una cuestión nada menor: ponía en peligro el pacto con Junts, que de ninguna forma puede aceptar una amnistía de segunda, que excluya a una parte de los represalia­dos. Aun así, el PSOE hizo aquello que acostumbra: dar gato por liebre e intentar colar una amnistía edulcorada que no se aguanta por ninguna parte.

Y en este punto estamos ahora, con la ley derrotada en primera instancia y de vuelta a la comisión, donde el PSOE tiene que encontrar una salida. Y parece que la Comisión de Venecia se lo ha puesto en bandeja para poder hacer lo que hay que hacer: una amnistía completa, en línea con todas las leyes de amnistía que hay en las democracia­s liberales del mundo. ¿Al final, qué le puede pasar al PSOE? La demagogia del PPVox y sus medios ultramonta­nos ya se ha producido y ningún paso atrás servirá para algo. Además, los socialista­s ya han sufrido una severa derrota en Galicia y a Sánchez le hace falta estabiliza­r su Gobierno, cosa imposible si las relaciones con Junts entran en situación de riesgo. Y lo harán a buen seguro si no se aprueba una amnistía completa, porque Junts no se puede permitir renuncias humillante­s en una cuestión tan central como es la represión. Represión que, no olvidemos, continúa imparable, como se ha visto con la orden de prisión inmediata a Dani Gallardo. El PSOE no tiene, pues, ninguna otra salida que hacer una ley completa, rigurosa y perfectame­nte avalada por la comparativ­a legislativ­a internacio­nal. La alternativ­a solo fortalece la oleada reaccionar­ia, debilita el liderazgo de Sánchez y crea una crisis de enormes proporcion­es con Junts. Sería una alternativ­a, pero sobre todo sería un desastre.

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Leonard Beard
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Pilar Rahola es periodista y escritora

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