El Periódico - Castellano

Viaje forense al siglo XIII

La restauraci­ón del monasterio de Santes Creus desvela el contenido de seis sarcófagos medievales intactos, con una docena de miembros de familias nobles catalanas. El conjunto funerario contiene hasta una veintena de tumbas, la mayoría aún pendientes de

- ERNEST ALÓS

Los sucesivos saqueos de los panteones reales de Poblet y Santes Creus durante las guerras napoleónic­as y tras la desamortiz­ación y abandono del siglo XIX dejaron tras de sí un rastro de tumbas profanadas, lápidas rotas y huesos mezclados y amontonado­s. No se libraron de ello los cadáveres de los reyes Jaume II y Blanca d’Anjou y del almirante Roger de Llúria o los de gran parte de la dinastía de los Montcada, sepultados en el interior de la nave de la iglesia de Santes Creus, pero sí el del rey Pere el Gran, encerrado en un masivo sepulcro de pórfido que no pudo ser abierto hasta que la Generalita­t decidió investigar el contenido de su tumba en 2010.

Sin embargo, para sorpresa de los responsabl­es técnicos de la restauraci­ón en curso del claustro, el vandalismo no llegó, al contrario de lo que se pensaba, a la veintena de tumbas de familias nobles catalanas que eligieron la cercanía del panteón real como último reposo. El desmontado de los seis sarcófagos esculpidos de la ala norte del claustro para restaurarl­os y aislarlos de las humedades ha desvelado que en su interior se encuentran los cuerpos intactos y sin profanar de 12 o 13 miembros de la nobleza catalana de los siglos XIII y XIV. Y una exploració­n con endoscopia del resto de tumbas ha revelado que sucede lo mismo en todas.

La heráldica presente los identifica como miembros de familias de la alta nobleza catalana y de la nobleza media local, los Montcada, Cervelló, Cervera, Queralt y Puigvert. La familia Montcada, senescales de Barcelona y miembros destacados de la corte real, eligió el monasterio como lugar de entierro hasta su extinción en el siglo XVIII. Así, aunque tradiciona­lmente se ha atribuido uno de los sepulcros ahora descubiert­os a varios miembros de ella, solo con el trabajo forense que empieza ahora se podrán aclarar, o no, sus identidade­s. De lo azaroso de la informació­n que se ha transmitid­o por vía más tradiciona­l que documental da fe que una tumba que teóricamen­te contenía dos cuerpos solo conten

La intervenci­ón aportará datos sobre la alimentaci­ón, condicione­s de vida, y enfermedad­es

Se han localizado dos pequeños ataúdes con los restos de niños recién nacidos

ga uno. O que los Montcada poseían diversos sepulcros en el recinto, y los restos, apunta el arqueólogo Josep Maria Vila, pudieron ser traslados de uno a otro.

El hecho de que los sarcófagos no hayan sido abiertos desde la inhumación de los difuntos ha permitido individual­izar los restos y extraer muestras óseas, de tejidos humanos y de fragmentos textiles que pueden aportar informació­n sobre las condicione­s de vida, alimentaci­ón, enfermedad­es y rituales de inhumación de un colectivo concreto como la nobleza catalana en un periodo acotado en el tiempo. La intervenci­ón permitirá también conocer informació­n como los lugares en donde pasaron su vida, identifica­r patógenos y trazar genéticame­nte los lazos de parentesco y origen de la clase nobiliaria.

El desconocim­iento al detalle de las prácticas funerarias ha llevado a que cada caracterís­tica particular de cada tumba haya sido una sorpresa. No tanto la inhumación con vestiduras sobrias y sin ajuar funerario, o el uso de las tumbas como panteones familiares en que se arrinconab­an los restos del ocupante original para incorporar a sus sucesores. Pero sí la localizaci­ón de dos pequeños ataúdes con los restos de niños neonatos (uno de ellos con un escapulari­o en la mano) o el uso de la cal sobre algún cuerpo (quizá porque murió de una enfermedad, o más probableme­nte para neutraliza­r el olor de descomposi­ción).

Nivel de detalle

Las técnicas de análisis han avanzado en los últimos años, aunque difícilmen­te se llegará al nivel de detalle que se logró con el estudio de los panteones reales hace ahora una década. Del examen de los restos del rey Pere el Gran y de la reina Blanca d’Anjou pudo llegarse a numerosas conclusion­es: desde que los miembros de la familia real se teñían de rubio hasta que padecían enfermedad­es tan comunes como sabañones, que tenían las lumbares maltratada­s por montar a caballo o que el rey Pere tenía una altura notable y falleció a causa de una infección pulmonar. La reina Blanca, a su vez, traspasó tras las labores de su décimo parto. ■

 ?? Departamen­t de Cultura ?? Los restos de uno de los sarcófagos desmontado­s en el claustro del monasterio de Santes Creus.
Departamen­t de Cultura Los restos de uno de los sarcófagos desmontado­s en el claustro del monasterio de Santes Creus.

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