Estabilidad y prosperidad en Catalunya
El principal objetivo de Pere Aragonès cuando accedió a la presidencia de la Generalitat en 2021 fue acabar con la inestabilidad del mandato de Quim Torra. Lo logró a medias mientras tuvo a Junts de socio en el Govern. Y plenamente desde que se la jugó y siguió adelante a pesar de estar en franca minoría en el Parlament con solo 33 diputados, los mismos que el ganador de aquellos comicios, Salvador Illa. Curiosamente, Aragonès ha encontrado con Illa la estabilidad que no tuvo con Junts. El líder socialista ha hecho de la estabilidad su máxima a favor del que previsiblemente será su lema electoral: la prosperidad de Catalunya. Illa juega con la hipótesis de que el tiempo le va a favor y no parece tener prisa por dejar caer a Aragonès, cosa que podría haber hecho desde principios del año 2022. A cambio le ha hecho tragar algunos sapos como la B-40, el Hard Rock o la ampliación del aeropuerto. Lo hace en una triangulación en la que entran también en la ecuación los Presupuestos del Estado y los de la ciudad de Barcelona.
Illa y Aragonès, Aragonès y Illa, arrinconan nuevamente con este gesto a Junts hacia la irrelevancia a pesar del foco que tiene ahora el partido de Puigdemont en la política española. A menos de un año de las elecciones, el mensaje que ambos quieren lanzar es meridiano: votar a Junts no sirve de nada. Quizás únicamente para mantener viva la llama del procés mientras se tramita, o no, la ley de amnistía. Con este planteamiento, la batalla electoral catalana puede reducirse simplemente a dirimir quién queda primero y si tiene la posibilidad de hacer mayoría con el otro o alternativamente con Junts. Todo indica que han entrado en una fase de conllevancia que podría culminar en las próximas semanas con la entrada de Esquerra también en el gobierno de la ciudad de Barcelona. Estabilidad en Barcelona y en Catalunya. Inestabilidad en España, donde Junts es decisiva. No hay campaña electoral que lo explique más claramente que estos gestos.
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