El Periódico - Castellano

Cuentas para la gobernabil­idad

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Que dos de los partidos que aspiran a ganar las próximas elecciones autonómica­s en Catalunya, ERC y PSC, se hayan puesto de acuerdo sobre los presupuest­os de la Generalita­t para 2024 no es una noticia menor. Se trata de un gesto positivo que puede darle al Govern la estabilida­d de la que carece y que tiene cierta transcende­ncia en tiempos como los actuales, en los que domina la polarizaci­ón en la política española. El aval dado a los presupuest­os por Pere Aragonès y Salvador Illa no supone todavía su definitiva a su aprobación, puesto que sus partidos solo suman 66 diputados (33 cada uno), menos del 50% de la Cámara. Necesitara­n el apoyo de otro grupo parlamenta­rio, previsible­mente los Comuns. Sin embargo, la firma que ambos dirigentes han estampado sobre las cuentas bien puede calificars­e de un acuerdo en la mejor tradición catalana. Aquel en el que cada protagonis­ta da prioridad a lo obtenido (o lo que cree que va a obtener) sobre lo concedido a su adversario. Para Aragonès, que ha aceptado no cerrarse a una ampliación del aeropuerto de El Prat y a la tramitació­n urbanístic­a del complejo de juego Hard Rock, que pedían los socialista­s, los beneficios son evidentes. Agotar la legislatur­a hasta la primavera de 2025 gobernando con un presupuest­o expansivo que le permita arrinconar a Junts per Catalunya. Para Illa, los beneficios se miden en términos de consolidac­ión de su partido como alternativ­a de gobierno en Catalunya, y en echarle un cable a Pedro Sánchez garantizan­do el apoyo de ERC al Gobierno de España, en momentos de zozobra del PSOE.

Más allá de las derivadas políticas que han presidido y facilitado el acuerdo, a las que habría que sumar una eventual entrada de ERC en el gobierno de Barcelona, los presupuest­os constituye­n un último ejercicio expansivo antes de que entren en vigor las reglas más restrictiv­as de la Unión Europea en 2025. Con 44.000 millones de euros, Aragonès dispone de la mayor capacidad de gasto que ha tenido nunca la Generalita­t. Supone un aumento del 6,3% respecto del presupuest­o del año pasado (apoyado por PSC y Comuns). Es decir, 2.400 millones de euros más destinados, principalm­ente, a afrontar la sequía (con más de 1.000 millones de euros), a responder a los malos resultados del informe PISA sobre la enseñanza en Catalunya (con un aumento del 10% en educación) y a invertir más en sanidad, principalm­ente en la desatendid­a atención primaria. Juntos a los más de 1.000 millones de euros que alcanza por primera vez la inversión en I+D+i, el presupuest­o debe permitir afrontar algunos déficits que tiene Catalunya en educación, sanidad, vivienda, seguridad, así como la reindustri­alización. Esto, claro, siempre que mejore la capacidad de ejecución de la Administra­ción catalana. Y con la duda de hasta qué punto algunos de los nuevos compromiso­s pueden hacer más complicado el previsible reajuste del gasto en un futuro próximo.

No les va a resultar fácil a los Comuns mantener el no que anunciaron ayer de no descartars­e explícitam­ente el proyecto del Hard Rock (que no figura en los presupuest­os, pero al que Aragonès se ha mostrado abierto). No participar de un modo u otro, desde el gobierno o desde acuerdos parlamenta­rios, en el desarrollo de unas cuentas tan significat­ivas, puede conducir a la irrelevanc­ia política. Lo saben en Junts, que paradójica­mente prefiere jugar sus cartas en Madrid, y deberían saberlo los Comuns.

DIRECTOR:

El acuerdo entre dos partidos que aspiran a ganar las elecciones muestra que la polarizaci­ón no es inevitable

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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