Cartografía del cine quinqui en Catalunya
La Acadèmia del Cinema Català dedica su nuevo proyecto de recuperación del patrimonio cinematográfico al género navajero de los años 70 y 80, con énfasis en los escenarios en los que se rodaron las películas.
El cine quinqui tiene dos precedentes claros en Los golfos (Carlos Saura, 1960) y El espontáneo (Jorge Grau, 1964). Ambas películas ofrecen retratos de pandillas marginales madrileñas y en ambas películas ser torero se presenta a la vez como sueño de gloria y única escapatoria posible de la marginalidad. El género tal y como lo conocemos, sin embargo, nació en Barcelona con Perros callejeros (José Antonio de la Loma, 1977) y no hay en él rastro del mundo taurino.
De la Loma abordó el fenómeno de la delincuencia juvenil surgida en las barriadas de nueva creación al estilo del cine de explotación y le aplicó una capa de crítica social de raíz cristiana. Eloy de la Iglesia aparcó las coartadas morales y redobló la escabrosidad y la denuncia en su películas ambientadas en Madrid ( Navajeros, 1980; Colegas, 1982) y el País Vasco ( El pico, 1983; El pico 2, 1984). Carlos Saura llevó el cine quinqui a territorio de autor con Deprisa, deprisa (1981). En alianza con la rumba quinqui, esta cinematografía convirtió un fenómeno social en un fenómeno pop que todavía resuena con fuerza en la cultura española. Sin ir más lejos Rosalía alcanzó la coronación popular con su interpretación en los Goya 2019 de Me quedo contigo, canción de Los Chunguitos para la banda sonora de Deprisa, deprisa, y Mario Casas debutó como director con Mi soledad tiene alas (2023), un intento de actualizar la estética de las películas calorras.
La Acadèmia del Cinema Català dedica su nuevo proyecto de recuperación del patrimonio cinematográfico al cine quinqui rodado en Catalunya. Comisariada por la crítica Núria Vidal, la iniciativa ha elaborado un itinerario virtual por escenarios destacados del género y hoy se acerca al público con una mesa redonda en la que participan Vidal, el cineasta Juan Cruz, el escritor Miqui Otero y la investigadora Alba Solà Garcia, en el Auditori Barradas de L’Hospitalet.
Uno de los objetivos de la operación de rescate es «reflexionar sobre si el cine quinqui fue denuncia o espectacularización de una realidad, si sirvió para mejorar algo o estigmatizó los barrios donde se rodó», dice Laia Aubia, directora de la Acadèmia del Cinema Català.
El proyecto tiene como núcleo
Perros callejeros, Perros callejeros II (José Antonio de la Loma, 1979) y
Yo, el Vaquilla (José Antonio de la
Loma y José Antonio de la Loma Jr) 1985), a las que añade tres adaptaciones de novelas: la de Últimas tardes con Teresa (Juan Marsé, 1966), realizada por Gonzalo Herralde en 1984; la de Prótesis (Andreu Martín, 1980), dirigida por Vicente Aranda con el título de Fanny Pelopaja en 1984, y la de Las leyes de la frontera (Javier Cercas, 2012), firmada por Daniel Monzón en 2021. De las seis recorremos sus escenarios a continuación.
‘ÚLTIMAS TARDES CON TERESA’ (1984) .
Es la figura del Pijoaparte, un protoquinqui de finales de los años 50, la justificación para incluir la película en la iniciativa de la Acadèmia del Cinema Català. Su barrio es el Carmel, en el que aún quedaban chabolas cuando se rodó la película. El Bar Delicias, en la carretera del Carmel con Muhlberg, sigue donde estaba cuando Marsé escribió la novela y cuando Herralde rodó la película. También sobreviven el Bar Escocés de la calle de Mandri y la sala Apolo, no así el restaurante La Font del Lleó de Pedralbes. El Park Güell y los barrios de Gràcia y Sant Gervasi brindan otras localizaciones.
‘PERROS CALLEJEROS’ (1977) .
La presión de los vecinos expulsó el
rodaje de La Mina, en Sant Adrià de Besòs. El equipo de la producción encontró soluciones para completar el metraje periférico en Ciutat Badia y Bellvitge, en L’Hospitalet, donde se filmó el atropello del Esquinao (delante del cine Lumière, actualmente un párking) y donde la película causó un enojo vecinal que aún perdura entre los veteranos del lugar. El reformatorio de Wad-Ras, en el Poblenou, convertido en cárcel de mujeres en 1983, tiene un papel relevante en el filme. Algunas escenas de acción automovilística, de lo mejor de la película, tuvieron lugar en la C-31, popularmente conocida como las
curvas del Garraf, y en una carretera, por decir algo, que cruza el parque natural del Garraf.
‘PERROS CALLEJEROS II’ (1979) .
Las protestas de los habitantes de La Mina en el rodaje de la primera entrega de la saga, así como el resquemor de los de Bellvitge con la película, aconsejaron que las escenas suburbiales de Perros callejeros
II se rodaran sobre todo en el barrio del Pomar, en Badalona, y en descampados de esa ciudad. La discoteca Zafiro 3 de la calle de Sants, la cárcel Modelo, el parque de la Ciutadella y el puerto de Barcelona son escenarios de la película, así como carreteras de los alrededores de Sabadell y Rubí y la autopista de Mataró. Los Chunguitos interpretan Soy un perro callejero en el filme.
‘YO, EL VAQUILLA’ (1985). Las principales localizaciones urbanas son los barrios de Torre Baró y el Besòs i el Maresme. Salen los restos del Camp de la Bota, donde ahora se encuentra el parque del Fòrum y que antes había sido lugar de ejecuciones franquistas y poblado de barracas. En uno de los cámpings que había en la autovía de Castelldefels (de hecho, aún queda alguno) comete un robo el Vaquilla niño (interpretado por Raúl García Losada). Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla real, comienza a narrar su historia en el penal de Ocaña, donde estaba preso. También aparecen en la película Lloret de Mar y Perpinyà. Los Chichos escribieron e interpretaron la banda sonora, con canciones más mitificadoras del personaje si cabe que la película.
‘FANNY PELOPAJA’ (1984) . Más un drama policiaco con una relación hipertóxica en su corazón que una película del género quinqui. Por el submundo delictivo de la Rambla, el Raval, Sant Antoni y el puerto de Barcelona se mueve el filme de Vicente Aranda, en el que tiene un papel relevante El Molino de los viejos tiempos. El asalto a un furgón blindado está rodado en un bosque de Collserola cercano a Cerdanyola. Sant Just Desvern y Vilafranca del Penedès suministran escenarios.
‘LAS LEYES DE LA FRONTERA’
(2021) . La Girona marginal de finales de la década de 1970 en la que transcurre la novela de Cercas ya no existe, de modo que fue necesario reconstruirla en casi veinte localizaciones de Catalunya. Los barrios Antic y de Valldaura de Manresa y la Colònia Sedò de Esparreguera volvieron a la era quinqui para la película dirigida por Daniel Monzón. La discoteca Pachá se convirtió en la discoteca Rufus y el Cinema Casal de Montblanc se transformó en el Cine Oriente. El localizador Jaume Jordana también descubrió lugares que podían transportar a ese tiempo perdido en Barcelona, Creixell, Cardedeu, Vilanova i la Geltrú o La Roca del Vallès. La película ganó cinco premios Goya, entre ellos los de Dirección Artística, Diseño de Vestuario y Maquillaje y Peluquería, en reconocimiento a su resurrección de una época.
El proyecto
reflexiona sobre la estigmatización de barrios como La Mina y Bellvitge
Los bares Delicias y Escocés de ‘Últimas tardes con Teresa’ aún existen
En ‘Yo, el Vaquilla’
salen los restos del Camp de la Bota, donde ahora está el Fòrum
‘Las leyes de la
frontera’ usó casi 20 localizaciones para recrear la Girona de los 70