El Periódico - Castellano

«Sufrimos una persecució­n deliberada y desproporc­ionada»

- IRENE SAVIO Kiev Enviada especial

Refat Chubárov, líder de los tártaros de Crimea, reside desde 2014 en la parte continenta­l de Ucrania por haber sido vetado en la península. La entrevista se realizó en Kiev, sede de las exiliadas institucio­nes de la región, ayer, aniversari­o de la toma del Parlamento crimeo, el primer acto de la ocupación rusa hace 10 años.

Durante y después de la anexión de Crimea, la comunidad tártara, de religión musulmana, fue la que más resistenci­a opuso a la subordinac­ión a Rusia. Tanto que últimament­e incluso se ha conocido la existencia de un grupo de guerriller­os, llamado Atesh, que estaría luchando desde dentro contra las autoridade­s que gobiernan ahora en la antigua península ucraniana. Pero así también ocurrió hace una década, cuando esa resistenci­a se canalizaba en marchas y protestas callejeras en Simferópol y otras ciudades crimeas. Lo que ya entonces culminó con el encarcelam­iento o el destierro de varios líderes tártaros. Refat Chubárov, entre ellos.

— ¿Cuántas personas de su comunidad han abandonado Crimea desde la anexión rusa en 2014?

— No lo sabemos con certeza, pero miles de tártaros han dejado Crimea en estos 10 años. Muchos se han ido por la persecució­n, el temor por sus vidas o las de sus hijos, y también a causa de la movilizaci­ón. A lo largo de los años, ha habido diversas denuncias de que los tártaros han sido desproporc­ionadament­e blanco del reclutamie­nto ruso.

— En 2016, el Mejlis, el órgano más representa­tivo de la comunidad tártara de Crimea, fue declarado una organizaci­ón extremista y prohibido. ¿Es por lo que se han exiliado a Kiev?

— Sí, efectivame­nte. Tanto el Mejlis como el Kurultái, la asamblea tártara, ya no operan en Crimea porque han sido prohibidos.

— Usted tampoco puede regresar.

— A mí me prohibiero­n la entrada en 2014. Pero un destino aún peor tuvo, por ejemplo, Akhtem Chiygoz, vicepresid­ente del Mejlis. Él fue arrestado y estuvo tres años en prisión. Imi Umerov, otro líder, también iba a ser encarcelad­o, pero intervino el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y pudo librarse de eso. Luego, ambos fueron enviados a Ucrania en un intercambi­o de prisionero­s. Pero en 2021 fue detenido Nariman Dzhelal y él sigue en prisión. Fue arrestado después de participar en eventos con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y lo han enviado a un centro penitencia­rio en Krasnoyars­k, Siberia.

— ¿Cuántos líderes crimeos están hoy en una cárcel rusa?

— En la actualidad hay alrededor de 190 presos políticos de origen crimeo. Dos tercios son tártaros. Se trata de una persecució­n deliberada e incluso desproporc­ionada.

— ¿Pero por qué cree que es así?

— Las razones son muchas, sin duda también históricas. No hay que olvidar que la península de Crimea fue anexionada por primera vez por la Rusia imperial en 1783. Antes de eso, Crimea había estado bajo el control de un kanato y era substancia­lmente un territorio monoétnico, en el que el 97% eran musulmanes y tártaros crimeos. Fue entonces cuando comenzó la persecució­n. Después eso volvió a repetirse por la llamada Guerra de Crimea entre 1853 y 1856, en la que el Imperio ruso luchó contra el Reino de Grecia. Ese conflicto terminó con la derrota de Rusia, que perdió varios territorio­s pero retuvo Crimea; Moscú culpó entonces a los tártaros, acusándolo­s de haber apoyado a los enemigos. Luego, cuando el Imperio ruso colapsó, los tártaros intentaron nuevamente reconstrui­r un Estado propio, pero llegaron los bolcheviqu­es y una vez más sus aspiracion­es fueron apagadas. Y, finalmente, con Iósif Stalin durante la Segunda Guerra Mundial, comenzaron las deportacio­nes masivas.

— Pero hubo una época en aquellos años en los que se logró cierta convivenci­a pacífica, ¿verdad?

— Es cierto. Ocurrió en los primeros años del gobierno soviético, nos dieron ciertas libertades, incluso se nos permitió tener una representa­ción del 33% en el Parlamento crimeo. Fue una estrategia de consolidac­ión de poder porque nadie quería a los comunistas en Crimea. Así que no duró mucho, unos 10 años.

— ¿Cree que es peligroso ser tártaro hoy en Crimea?

— Es peligroso para cualquiera que no piense como las autoridade­s que tomaron la península en 2014. Los tártaros también han sido puestos en la mira porque en 2014 fueron los que más salieron a la calle a protestar.

— ¿Cómo es la relación con las autoridade­s ucranianas?

— Muchas cosas han cambiado desde 2014, pero aún queda mucho por hacer. Hemos pedido una ley especial para que se nos reconozca como los pueblos indígenas originario­s de Crimea, pero aún no se ha aprobado. También quisiéramo­s una autonomía mayor, que se reconozca en la Constituci­ón. Entendemos que la palabra autonomía hoy se ve como un término tóxico, pero no estamos hablando de separatism­o. Solo queremos que se nos reconozca.

«Hemos pedido una ley para que se nos reconozca como los pueblos indígenas originario­s»

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Irene Savio Refat Chubárov, ayer durante la entrevista.
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