Catalunya tiene entre 1.500 y 3.000 bloques con fachada ventilada similar a la de València
▶ Territori cita el 5 de marzo a los expertos en construcción para actuar sobre las fincas que tengan elementos inflamables en la cubierta
En Catalunya hay aproximadamente 1,3 millones de edificios. Los datos del Institut d’Estadística de Catalunya dicen que vivimos en un país de inmuebles más bien bajitos, ya que algo más de un millón tienen, como mucho, cuatro plantas, y 800.000 no pasan de las dos alturas. Solo 6.500 superan los 10 pisos y hay un montón de comarcas, como el Ripollès, la Ribera d’Ebre, el Priorat o el Montsià, en las que es imposible encontrar una de estas torres.
El incendio mortal de València ha generado una cierta alarma social, una sensación de empatía y fragilidad que el Departament de Territori quiere atajar con la creación de un grupo de trabajo que realice un diagnóstico sobre la salud de los edificios a este lado del Ebro.
Se verán por primera vez el 5 de marzo, y la idea es crear un mapa con las fincas que tengan características similares –con fachada ventilada– a las de la catástrofe que el 22 de febrero segó la vida de 10 personas. Según los expertos, en toda Catalunya hay entre 1.500 y 3.000 inmuebles que comparten este rasgo exterior. Pero eso, insisten, lejos de ser una alarma, es «una oportunidad para mejorar».
No tomen al pie de la letra la cifra porque el trabajo está por hacer. El número sale de una conversación de este diario con el presidente del Colegio de Arquitectura Técnica de Barcelona, Celestí Ventura. Lo resume así: «De las construcciones de los últimos 30 años, solo entre un 15% y un 20% incluyen una fachada ventilada», es decir, un aislante estético que recorre el edificio de arriba abajo y que tiene una separación de entre tres y seis centímetros con la primera piel.
«Hay que dejar al margen las casas unifamiliares. Te salen esas 1.500 o 3.000 como mucho». Debe quedar muy claro, sin embargo, que esto no significa que estas fincas tengan un problema. Solo comparten con el inmueble de València la técnica de edificación. Una vez identificadas, hay que ver qué materiales se usaron en cada caso. Y decidir cómo se actúa solo en aquellas que contengan elementos inflamables.
El grupo de trabajo se reunirá el martes de la semana que viene. Además de los arquitectos técnicos, estará el Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC), el Colegio de Ingenieros Industriales de Catalunya, el Instituto de Tecnología de la Construcción y expertos del Laboratorio del Fuego de la Universitat Politècnica de Catalunya. Guillem Costa, decano del COAC, insiste en que la mesa de expertos no va de señalar a nadie.
«Se trata de identificar los edificios que pueden tener similitudes con el de València, y una vez sepamos cuáles son, ver qué materiales se usaron». Ventura augura que este trabajo podrá completarse en seis meses como mucho. Facilitará mucho las cosas que las obras sean recientes y que cada proyecto tenga el visado en el que se incluye todos los detalles de la construcción (metraje, materiales, planos...). El big data aplicado a la arquitectura.
Antecedente en Londres
El grupo de trabajo se verá sin que se tenga certeza de qué es lo que pasó en València para que un edificio ardiera con tanta virulencia en tan poco tiempo. Pero al margen de los hechos, hay dos elementos que sí han hecho saltar las alarmas: la facilidad con la que el fuego saltó de una planta a otra y la presencia de materiales inflamables que pudieran alimentar las llamas. Lo primero viene dado por esa cámara de aire que se genera con la fachada ventilada.
Francesc Sutrias, secretario de Territori, Urbanisme i Agenda Urbana, celebra que todas las partes implicadas hayan respondido con tanta celeridad y poder empezar a «monitorizar y tomar decisiones». No se moja sobre cosas que todavía no han sucedido, pero sí avanza que la idea es «realizar un inventario y un diagnóstico y ver luego cómo hay que actuar». Todo podría derivar, avanza, en una «nueva política pública», una modificación normativa que, sin embargo, debería ir de la mano del Gobierno, que es quien marca las reglas a través del Código Técnico de la Edificación. «Si detectamos que hacen falta cambios, tenemos la capacidad de propuesta e interacción con el Gobierno del Estado», señala Sutrias.
Los edificios anteriores a 2019 no incluyen un cortafuegos cada dos pisos, requisito que se añadió, señala Ventura, después de la tragedia de la torre Grenfell de Londres, en la que murieron 72 personas. Sucedió el 14 de junio de 2017 a consecuencia de un fallo en el cuarto piso. El edificio ardió durante 60 horas. Después se supo que en 2012 se había acometido una reforma que incluía la instalación de nuevas ventanas y paneles exteriores para mejorar el aislamiento térmico. Entre dos capas de aluminio se había colocado polietileno, un compuesto sintético inflamable.
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