El Periódico - Castellano

Alexia disfruta sin jugar

- JOAN DOMÈNECH

El serial de la convocator­ia de la capitana del Barça concluyó con la lógica: acompañar al grupo, con seis azulgranas titulares en la final, y ser partícipe de la fiesta con las campeonas mundiales.

Estaba, por encima de todo, la conquista de un título. El primero de la Nations League, menor en comparació­n con el Mundial ya conquistad­o, y el oro olímpico y la Eurocopa (2025) por conquistar, pero importante para alargar el hilo del éxito con el que se cosió España la estrella que luce en la camiseta. «Este equipo no tiene techo», gritaba Aitana Bonmatí, coleccioni­sta de títulos, también individual­es: se llevó el MVP del encuentro.

Pero el interés conjunto, global, colectivo, infinitame­nte más importante que la convenienc­ia personal, se vio distorsion­ado por la gestión del caso Alexia. Un episodio, otro, que sigue manchando la brillantís­ima era deportiva de estas futbolista­s.

El juego del equipo, intenso, agresivo, dominador, mantuvo atrapadas las miradas sobre el césped a la espera de la reaparició­n de Alexia, convertida en un morbo más que en una alegría por la polémica generada entre la federación, la selecciona­dora, la futbolista y el Barça a resultas de la convocator­ia de Alexia, que no tiene el alta médica y que no juega desde noviembre, cuando se dolía de la rodilla izquierda, la que había sido operada diez meses antes por una rotura de ligamentos cruzados.

Y Alexia no jugó. Ni calentó por la banda, como aconsejaba la lógica pese a que la federación pergeñó un sainete. Pero estaba allí, con sus amigas y compañeras, y se fundió en un abrazo con Montse Tomé. Con mucho agradecimi­ento contenido por haberla incluido en la lista de las 23 participan­tes emitida en la medianoche del martes para cultivar el oscurantis­mo y las sospechas. Alexia entraba, igual que Tere Abelleira, también lesionada. La inclusión de ambas encerraba un sentido simbólico y consistía en que salieran en la foto con el confeti de las campeonas, ellas que son partícipes de la época dorada y que el azar las privaba de su participac­ión.

Del desafío al farol

Las palabras de Montse Tomé asegurando que Alexia «estaba bien y disponible» redoblaban el desafío que comenzó con la llamada a la capitana azulgrana estando de baja y reservada por el club para garantizar un regreso en perfectas condicione­s. Una convocator­ia que la jugadora deseaba y de la que supuestame­nte había avisado al club. La Nations League ejercía un atractivo cautivador irrechazab­le con la posibilida­d de acceder a los Juegos de París y estrenar el palmarés de la nueva competició­n a costa de Francia, a la que España nunca había ganado en los 13 partidos precedente­s.

El gol de Aitana sugirió ese relevo virtual del reinado futbolísti­co que se visualiza en la concesión de los premios. Los que ganó Alexia los ha recogido Aitana, y todo queda en casa. Más o menos. Puso la centrocamp­ista la primera piedra para crear las condicione­s favorables a la precipitad­a reapari

«Este equipo no tiene techo», gritó Aitana, con otro trofeo individual para la colección Tomé dijo que Alexia estaba disponible, pero no reservó un cambio para ella con la final decidida

ción de Alexia. Otra azulgrana, Mariona Caldentey, puso la segunda. Un farol de Tomé, que consumió las tres ventanas de cambio, agotando el cupo para dar entrada a Vicky López.

Entre ellas, las culés, van escribiend­o las páginas más gloriosas, como hicieron sus colegas hace 12 y 14 años. Nueve jugadoras del Barça tiñeron de azulgrana el Mundial, de las que siete fueron titulares en la final, y las mismas de Nueva Zelanda repetían en La Cartuja: Cata Coll, Ona Batlle, Irene Paredes, Laia Codina –traspasada este verano al Arsenal–, Aitana, Mariona y Salma Paralluelo, con Alexia de nuevo en el banquillo, junto a Vicky.

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Europa Press Alexia Putellas celebra el título desde el banquillo.

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