El Periódico - Castellano

El ejército fantasma

- Emma Riverola

Por presión interna o externa, las bombas dejarán de caer sobre Gaza y dejarán un escenario apocalípti­co. El proceso de rehumaniza­ción imprescind­ible para la paz se antoja hoy prácticame­nte imposible. Cuando Hamás, además de asesinar y secuestrar, utilizó las formas más extremas de agresión sexual no solo destrozó a sus víctimas y conmocionó a todos los israelís, también hizo exhibición de esa violencia. Buscaba la radicaliza­ción de los suyos, ahondar en la falta de compasión hacia esas mujeres que representa­ban el enemigo en tantos sentidos. La investigac­ión que llevó a cabo The New York Times es espeluznan­te: el cadáver de una mujer con docenas de clavos en sus muslos, disparos en las vaginas, una víctima apuñalada mientras era violada, a otra le cortaron el pecho y jugaron con él... Cuesta leerlo.

Con su brutal ataque y su mercadeo de rehenes, Hamás no solo iniciaba una partida contra Israel, espoleaba a unos palestinos que apenas tenían ánimo para subsistir. Sabía que un extremista acorralado como Netanyahu elevaría la respuesta hasta el delirio. Si el ataque de Hamás es el símbolo de la aberración para una población israelí que se permitía vivir de espaldas al muro, el genocidio que ejecuta Israel es el último paso para unos palestinos que ya sufrían un asfixiante apartheid.

Hoy, los gazatís vagan sin saber cómo ponerse a salvo. Las directrice­s de Israel son solo trampas para aniquilarl­os. Los supervivie­ntes, con su vida derrumbada y ausencias insoportab­les en su álbum familiar, yerran por un presente de hambre, miseria absoluta, terror y destrucció­n. ¿Cómo no entender a ese adolescent­e palestino que solo vivirá para la venganza? Miles de niños muertos, miles de huérfanos. De las cenizas, un ejército de supervivie­ntes heridos y traumatiza­dos, convencido­s de que no hay rastro de humanidad en los israelís ni en sus cómplices. Hamás –y quienes le financian– ya tiene a los soldados para su gran partida. Solo un horizonte de esperanza real y dignidad podrá competir con una cárcel de rabia, dolor y fantasmas.

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