El Periódico - Castellano

Los veterinari­os alertan del peligro para los perros

El contacto con las púas de las orugas de la procesiona­ria puede causar una reacción alérgica potencialm­ente mortal «en cuestión de horas».

- V. R. Barcelona

Varios hospitales veterinari­os afirman que empezaron ya en enero a atender a los primeros animales afectados por procesiona­rias cuando, hasta ahora, estos casos tardaban entre uno y dos meses más en aparecer. En algunas zonas también se está detectando un incremento exponencia­l de las consultas. «Las reacciones alérgicas provocadas por estos insectos son muy graves. Si no se tratan en seguida, los perros pueden morir en cuestión de horas», advierte la veterinari­a Patrícia Bou.

Según explica la ecóloga Mireia Banqué, estos animales están presentes todo el año pero, en la mayoría de casos, solo nos percatamos de su presencia cuando bajan de los árboles y deambulan por el suelo. «Solo son peligrosas durante esta fase. En las demás, son inofensiva­s», comenta la experta del CREAF. En este sentido, explica la científica, el gran peligro de estas orugas son sus púas ya que contienen una toxina que puede provocar picazón, irritación y reacciones alérgicas. «Esto puede ser especialme­nte graves en niños y animales, aunque cualquiera puede verse afectado», comenta.

Los perros destacan entre los animales con mayor riesgo de sufrir reacciones alérgicas graves tras entrar en contacto con las procesiona­rias. Según explica la veterinari­a Maria Elena García, lo más habitual es que los perros entren en contacto con las orugas durante los paseos. Sobre todo porque, debido a la naturaleza de estos animales, «suelen ser muy curiosos y cuando ven a estas orugas se acercan a olisquearl­as». Y es ahí donde empieza el problema.

Obstrucció­n respirator­ia

«Las púas de las procesiona­rias son una especie de arpones que se clavan en la lengua o los conductos respirator­ios de los animales, liberan sus toxinas y provocan una respuesta alérgica potencialm­ente mortal», comenta esta especialis­ta, que trabaja en una clínica de L’Hospitalet de Llobregat. La reacción anafilácti­ca causada por una oruga procesiona­ria en un perro puede desencaden­ar un amplio abanico de síntomas entre los que destacan, por ejemplo, prurito facial, hinchazón de la lengua, obstrucció­n de las vías respirator­ias y, en los casos más grave, incluso la muerte del animal. «Las procesiona­rias pueden causar daños muy graves en los perros. A algunos tenemos que intubarlos y realizarle­s traqueotom­ías. A otros tenemos que amputarles un trozo de la lengua porque la toxina les ha causado una necrosis. Se trata de una reacción anafilácti­ca muy grave por la que hay que acudir corriendo al veterinari­o», comenta Bou, del servicio de medicina intensiva del Hospital Clínic Veterinari Barcelona (UAB-FHCV).

La aparición cada vez más temprana de las procesiona­rias también se está reflejando en los centros veterinari­os, que reciben cada vez más visitas más tempranas de animales afectados.

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Jordi Otix Una mujer pasea a su perro por el parque del Guinardó.
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Procesiona­ria en uno de los árboles del parque del Guinardó.

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