El Periódico - Castellano

«El verdugo de Puig Antich cobró unas 4.000 pesetas»

Vivió en primera línea la ejecución a garrote vil del joven anarquista Salvador Puig Antich. El indulto, por el que Oranich batalló en el equipo liderado por Oriol Arau, no llegó. Medio siglo después, repasa un caso que marcó su trayectori­a.

- SARA GONZÁLEZ

— Han pasado 50 años. ¿Mantiene la esperanza de que se haga justicia y se reabra el caso de Puig Antich?

— Está bastante mal porque el régimen franquista se acogió a la amnistía del año 77 dando por entendido que se amnistiaba todo, cuando los crímenes de lesa humanidad no pueden ser amnistiado­s. Creíamos que nos amnistiaba­n y lo enfocamos mal, porque quienes habían cometido delitos eran ellos, no nosotros, que habíamos hecho actos que no eran delitos, como manifestac­iones o crear partidos.

— ¿Tampoco ve ninguna posibilida­d con la nueva ley de memoria democrátic­a aprobada en 2022?

— Podría dar pie a reabrir el caso, pero lo veo un poco difícil. De hecho, la sociedad ya le ha aplicado la amnistía a Salvador. Estar en la ejecución de Puig Antich es una de las peores cosas de mi vida. Así como antes todos los tribunales se lo han quitado de encima, como Garzón, ahora con la nueva ley se podría intentar, pero no lo veo del todo claro.

— ¿Por qué cree que ningún juez ni tribunal ha aceptado revisar el caso por mucho que se haya intentado?

— Algunos jueces son los hijos y los nietos de los de entonces. Todavía hay vicios. No se acabó de depurar del todo. La oposición democrátic­a pedía una ruptura y no la logramos. Fue solo una transición, así que muchas cosas se quedaron igual. ¿Esta gente facha cambió de un día para otro? No. Nos encontramo­s ahora con gente que intervino en penas de muerte que ahora ejercen de abogados con normalidad.

— ¿En 1974, esperaban la sentencia de muerte de Puig Antich?

— En aquel momento, vivíamos con la esperanza de que todo se acababa. Era el tardofranq­uismo y hacía 10 años que no ejecutaban. ¿Pero qué le pasó a Salvador? Que era anarquista, que no formaba parte de ningún partido grande. Los exculpo, porque nadie pensaba que lo ejecutaran, pero no hicieron lo que tenían que hacer. Embarazada de ocho meses de mi segundo hijo, me encerré en Montserrat con jóvenes intelectua­les del país para frenar las condenas de muerte del Proceso de Burgos, y lo logramos.

— Creían que sucedería lo mismo.

— Nos habíamos crecido. Lo de Montserrat fue un lío gordo y no ejecutaron pese a que había ocho o nueve penas de muerte. Mi opinión es que hubiéramos hecho lo que hubiéramos hecho, la muerte de Salvador estaba decidida. Franco quería morir con sangre, y quedó demostrado con el fusilamien­to de los cinco siguientes en un mismo día un año y medio después, entre ellos Jon Paredes Manot, Txiki.

— El asesinato de Carrero Blanco fue un punto de inflexión.

— Cuando volaron a Carrero, Salvador dijo: lo han matado a él y a mí. El discurso de Arias Navarro del 12 de febrero era la muerte aplicada a Salvador. Lo de Carrero influyó mucho, había una tensión brutal. Durante la defensa de Puig Antich yo misma estuve encarcelad­a como miembro de la Assemblea de Catalunya.

— ¿Quién mató realmente al subinspect­or de la brigada políticoso­cial, Francisco Anguas?

— Yo creo que fue un tiro que no se podría decir de quién, pero estoy segura de que no fue de la pistola de Salvador. Fue un encontrona­zo, un intercambi­o de tiros. En el consejo de guerra negaron la prueba balística. Vale que eran militares y no jueces, pero es inconcebib­le.

— El cuerpo de Anguas tenía más disparos de los que constaban en la autopsia, pero se rechazó la prueba balística. ¿Hasta qué punto fue manipulado el sumario del caso?

— Le hicieron la autopsia en la comisaría de Via Laietana. ¿Por qué? Porque en un hospital los médicos hubieran hecho la autopsia y hubieran guardado la bala. A Salvador le fue todo en contra. No fue a matar a nadie, fue un encontrona­zo.

— Intentaron el indulto hasta el último segundo. ¿Cuándo lo dieron por perdido?

— Lo intentamos hasta el último segundo. Y con Txiki igual. Pero estaba hecho que lo condenaban a muerte y punto. Fue un chivo expiatorio tras la muerte de Carrero.

— ¿Cuándo supieron que la muerte sería al garrote vil?

— Yo estaba con las hermanas en el bar Modelo. No sabíamos cómo lo ejecutaría­n. Pensábamos que oiríamos tiros. A las ocho fuimos a la prisión y salió un cura que nos dijo «ya está». Tengo la fotocopia del recibo de lo que había cobrado el verdugo: 4.000 pesetas. Cuando entramos ya estaba la caja preparada y lo vi con el cuello roto. Era horroroso. Enseguida lo pusieron en un coche para llevarlo al cementerio de Montjuc.

 ?? Zowy Voeten ?? Imma, Carme y Montse Puig Antich, hermanas de Salvador.
Zowy Voeten Imma, Carme y Montse Puig Antich, hermanas de Salvador.
 ?? Jordi Otix ?? La abogada Magda Oranich.
Jordi Otix La abogada Magda Oranich.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain