«En vez de a los niños, habría que instruir a los padres»
Los profesores no necesitaban de Informe PISA alguno para conocer la auténtica realidad del mundo de los niños y adolescentes. «Estamos creando niños que no saben ni siquiera pasar las páginas de un libro», apuntan.
Ellos no necesitan Informe PISA alguno para saber que la educación está muy mal. Los 49 profesores, educadores, psicólogos y un sinfín de especialistas que viven e imparten clases maravillosas, rodeados de animales que les ayudan a convivir con los 38.500 escolares, de 4 a 18 años, que cada año visitan su paraíso educativo en Santa Maria de Palautordera, son perfectamente conscientes y se alegran enormemente de que se hayan disparado las alarmas, pues el asunto está horrible.
La Granja nació al descubrir un grupo de educadores las carencias emocionales que tenían muchos, demasiados, de los alumnos que tenían. Todos ellos vieron la necesidad de crear un programa para entrenar las habilidades personales y sociales de los niños y niñas. Así nació el primer Ability Training Center del país.
«Los resultados del Informe PISA no han hecho más que confirmar, lamentablemente, que o cambiamos la manera de enseñar y, sobre todo, la forma en que los padres se implican en la educación de sus hijos, pues aquí parece que todo es culpa de la escuela, del instituto, o las próximas generaciones de nuestro país serán superadas por el resto del mundo con una facilidad asombrosa y, por descontado, dolorosa», señala en este sentido Cristina Gutiérrez, Educadora Emocional y directora de La Granja.
Las reflexiones y los datos que los educadores de La Granja han ofrecido a EL PERIÓDICO permiten afirmar, esencialmente, que la proliferación de móviles, pantallas, ordenadores y portátiles en manos de los niños y jóvenes están haciendo muchísimo más daño que bien. «Estamos creando, alimentando, una generación de jóvenes bobos, pues se han acostumbrados a tenerlo todo al instante, sin esfuerzo alguno. Se conectan con su móvil y todo lo tienen a mano, fácil y al segundo, sin esfuerzo alguno», señala Iván Vidal, arqueólogo y gestor de talentos de La Granja.
Padres, protestones
«Menos móvil, menos tableta, menos portátil, menos Power Point y más leer, más libros, más apuntes, más atención en clase, más compartir, más dialogar entre ellos, más discusiones y acuerdos, pactos», señala Dori Valle, docente de Educación Infantil.
«Hace mucho que entre todos hemos llegado a una conclusión que, por simple, no deja de ser dolorosa: en lugar de corregir a los niños, deberíamos tratar, curar, instruir a los padres», señala Cristian Díaz, uno de los psicólogos del centro. «Pero ¡ojo!, ¡uy!, vigila cuando te atreves a dialogar con los padres. Hoy en día, tienes que ir con mucho tacto, ser muy sutil, pues enseguida se ofenden, se rebotan», admite.
Cristina, Iván, Dori y Cristian coinciden en algo primordial en la educación de un peque: decir no. «Decir no es la base de toda educación, es fundamental que, desde muy pequeños, los niños sepan lo que está bien y lo que está mal y, sobre todo, qué pueden tener y que, en ese momento, no toca. Pero decir ‘no’ es lo que más cuesta de asumir por parte de los padres porque, lógicamente, es mucho más cómodo decir ‘sí’ a casi todo. Decir ‘no’ implica comprometerte, en su educación».
Niños embobados
Es evidente, según estos educadores, que si tú no puedes o no quieres dedicarle el tiempo que toca a tu hijo, es mucho más fácil y más barato comprarle un móvil que estar pendiente de él o contratar a un canguro. «Es evidente que es más cómodo y te sale más barato pero, a la larga, te sale carísimo, pues estás convirtiendo a tu hijo en alguien que depende, única y exclusivamente, de la pantalla. De ahí que podamos comprobar todos los días que los niños se quedan absolutamente embobados, durante todo el día, frente a la pantalla», insiste Iván.
El peligro, señalan estos docentes, es que si no empezamos a cambiar las pantallas por libros, por textos, por apuntes, corremos el riesgo de que la enseñanza low cost, es decir, la pretensión de que los conocimientos lleguen a través de la pantalla, acabe imponiéndose por comodidad o dejadez de las familias y los enseñantes. «Está demostrado que todo aquello que los niños aprenden a través de una pantalla no lo retienen en su cerebro, no lo asimilan, lo consumen, lo disfrutan al instante, pero no les queda como enseñanza, no lo archivan. Solo aquello que se lee en un texto se retiene en la mente. Cuanto más cómodo es el aprendizaje, menos sólido es».
¿Y todo lo demás que ven los niños en esas pantalla, cómo afecta a su formación? «Ese es el punto más bestia de este problema: muy pocos padres, poquísimos, controlan lo que ven sus hijos y cuanto tiempo lo ven», explica Dori. «Recientemente, tuve acceso a un trabajo en el que se preguntaba a un centenar de padres si sus hijos se conectaban a alguna red social, el 90% de los padres respondieron que sus hijos no tenían redes sociales y, cuando les hicimos la misma pregunta a sus hijos, el 93% contestaron que estaban conectados a TikTok».
«Estamos creando una generación de jóvenes bobos que lo tienen todo al instante»
«Menos móvil, menos tableta y más leer libros, más atención en clase, más dialogar»
Despreocupación
El mal uso de todo tipo de pantallas, la ausencia del no, la despreocupación de los padres, unos porque se pasan el día trabajando y otros por dejadez, ha provocado datos alarmantes en muchos de los estudios que manejan los 49 educadores de La Granja. Una escuela de Terrassa acaba de com
«Decir no es la base educacional. Es básico que los niños sepan lo que está bien y lo que no»
probar que el 40% de los niños de P3 (3 años) tiene un alarmante déficit en el habla, que no corresponde a su momento evolutivo, con un vocabulario escasísimo, muy simple y poco estructurado. Ese mismo estudio demuestra que los niños tienen falta de autonomía: no saben abrir los tápers (infantil), no saben coger una tiza…
«Y un dato horrible que, posiblemente, muchos considerarán irrelevante: el control de esfínteres ha empeorado terriblemente, alarmantemente», indica Cristina. «Se trata de un tema que debería estar resuelto en P3, porque eso se controla en P2. Pues bien, las estadísticas que nos pasan varias escuelas que trabajan a diario con nosotros, que traen a sus escolares aquí para hacer otras actividades, nos confirman que, el año pasado, en sus clases tenían solo a 4 de 40 niños con pañal y, este año, han pasado a tener 14 de 40. ¡Una barbaridad! y una demostración de que los padres están en sus cosas y no en enseñar a sus hijos a hacer sus necesidades, algo esencial para su evolución».
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