El Periódico - Castellano

Política, ¿problema o conflicto?

- POR JOSEP CUNÍ

La semana se despide con la resaca del caso Koldo que la política ha convertido en el caso Ábalos y el PP pretende ascenderlo a caso Sánchez. En medio de tanto ruido, del que los socialista­s temen sus consecuenc­ias electorale­s, Salvador Illa dice tener la conciencia tranquila porque en el fragor de la batalla contra la pandemia que le estalló como ministro de Sanidad nunca contrató servicio alguno a la empresa que presuntame­nte se enriqueció con las por entonces ansiadas mascarilla­s. Es más, asegura que nadie le sugirió, ni siquiera llamó para recomendar­le a tal o cuál compañía de las muchas que floreciero­n como conseguido­ras del imprescind­ible material sanitario.

Mientras, sin salirse de su camino, el líder del PSC ha intentado seguir tranquiliz­ando los ánimos de los catalanes negociando y avalando los presupuest­os de la Generalita­t. Dándole un balón de oxígeno a Pere Aragonès, él emerge como el político responsabl­e que no busca aparenteme­nte unos comicios adelantado­s sino la manera de encontrar soluciones a los problemas latentes. Y destaca dos: sequía y educación. Preocupaci­ones sociales contra las que el Govern no parece encontrar la llave prisionero, en parte, de su discurso partidista de ayer.

Este pacto central visualiza un entendimie­nto de izquierdas con extensione­s en el Ayuntamien­to de Barcelona y en el Congreso. A través de él, y más allá de la retórica, Esquerra Republican­a se aleja de la emoción para centrarse en la razón que para ella ya es gobernar en Catalunya y permitirlo en España. Pujolismo revivido que los herederos naturales han desperdici­ado por no saber diferencia­r entre conflicto y problema.

Este es uno de los ejes del último análisis de José Antonio Marina (Toledo, 1 de julio de

1939). En su libro Historia uni

versal de las soluciones, el ensayista parte de la duda: ¿dónde aprenden los políticos a cumplir con su cometido? O lo que es lo mismo, a saber solucionar los problemas de la sociedad. Y ante la evidencia de que solo se forman para acceder al poder

José Antonio Marina, durante una visita a una escuela de Madrid.

sin más pretensión que alcanzarlo, el filósofo concluye que la consecuenc­ia lógica es la desafecció­n, porque la política está fracasando en la medida que no se dedica a su noble obligación: identifica­r, anticipar y resolver los problemas.

Talento

Insiste el profesor Marina que buscar talento político se ha convertido en una necesidad para revertir lo que la política todavía no es aunque lo demos por sentado: un nido de personas sin escrúpulos que, a fuerza de parecerlo y repetirlo, se convierta en la profecía autocumpli­da.

Sabemos que el futuro es incierto, pero también aceptamos que nos planteará tal cantidad de dilemas como nunca hasta ahora habíamos sido capaces de avistar. Por eso hay que aprender a resolverlo­s sin esperar a que nos los resuelvan. Y esto también pasa por diferencia­rlos de los conflictos ya que estos no tienen solución. Es más, simplificá­ndolos a la dualidad «yo y mi enemigo» y buscando solo la victoria, se alejan de cualquier final, porque el conflicto lo único que persigue es mantenerse.

Siguiendo cualquier sesión de control parlamenta­rio, viendo los comportami­entos y escuchando argumentos como los de esta semana, uno se pregunta si sus señorías tendrán algún interés en darse por aludidos con el libro de José Antonio Marina. Por cierto, subtitulad­o En busca del talento político.

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Nico Rodríguez
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