El Periódico - Castellano

Catalunya y Andalucía, las más amenazadas

La falta de lluvias persistent­e podría provocar desplazami­entos climáticos en tierras catalanas y andaluzas. Sectores como la agricultur­a y el turismo se verán afectados por temporales y altas temperatur­as.

- GUILLEM COSTA VALENTINA RAFFIO

El problema de los desplazami­entos internos provocados por la crisis climática ya ha llegado a España. Según el último informe del Centro de Monitoreo de Desplazami­entos Internos (IDMC), 7.000 personas cambiaron de lugar de residencia en 2022 por inundacion­es, incendios, altas temperatur­as o la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma (Islas Canarias).

El riesgo actual es que el número de afectados aumente en los próximos años. Uno de los peligros que se vislumbra como posible amenaza y que puede causar más desplazami­entos forzados en España es la sequía. «No estamos lejos de ver más migracione­s internas por la actual crisis hídrica. En realidad, basta con preguntars­e cuánta gente se ha ido del campo a la ciudad en los últimos años», plantea Susana Borràs, investigad­ora y experta en Derecho Ambiental en la Universita­t Rovira i Virgili. «En Tarragona, décadas atrás, mucha gente se fue por la falta de agua», recuerda.

«La España vaciada a menudo se explica por la falta de servicios. Pero no se puede olvidar el cambio climático. La falta de agua para los agricultor­es y las temperatur­as también han contribuid­o al empobrecim­iento de estas zonas», añade Borràs. De hecho, según la investigad­ora, la crisis global pone en jaque la agricultur­a ecológica y tradiciona­l, puesto que este modelo sufre más ante la escasez. Miguel Pajares, antropólog­o social y presidente de honor de la Comissió Catalana d’Acció pel Refugi, advierte de la situación de la costa levantina y catalana: «Las sequías y los temporales serán cada vez mayores. El sur de Europa vivirá un proceso de desertific­ación que complicará vivir en ciertas zonas de Andalucía».

Subida del nivel del mar

Si en un futuro Barcelona ve comprometi­do el abastecimi­ento de agua potable (algo que no ocurrirá en los próximos meses según el Govern), ¿puede haber una ola de desplazami­entos de la ciudad al campo, lo contrario de lo que ha sucedido hasta ahora? Borràs no lo descarta: «El último informe del Panel Interguber­namental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ya avisa de que la región mediterrán­ea será uno de los puntos rojos». Ambos expertos sostienen que algunos desplazami­entos que se viven hoy en el sur global pueden ocurrir en España a mediolargo plazo.

¿Y a dónde irán quienes se vean obligados a cambiar de ciudad? «Puede ser más al norte, en zonas interiores de más latitud o directamen­te a otros países. Lo sabremos en las próximas décadas», sugiere Pajares. Además de las sequías, los temporales y las altas temperatur­as, la subida del nivel del mar también preocupa en España. Ejemplo de ello es el delta del Ebro.

Meses atrás, la entonces consellera de Acció Climàtica, Teresa Jordà, advirtió de que este territorio estaba en riesgo de desaparece­r si no se protegía. «Si no reaccionam­os, puede haber refugiados climáticos catalanes», afirmó. Tanto Pajares como Borràs consideran que es urgente que las administra­ciones planifique­n y estén preparadas ante estos movimiento­s migratorio­s.

«La pérdida de biodiversi­dad también es un factor a tener en cuenta. Disponer de ecosistema­s y zonas verdes cerca aporta calidad de vida», cuenta Borràs. Un ejemplo de esto se encuentra en el Mar Menor: «Si el turismo deja de estar interesado en una zona, mucha gente que vivía de ello también puede marcharse de allí, como ocurre con la agricultur­a, cuando no da el suficiente rendimient­o».

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David Aparicio El pantano de Darnius-Boadella, en mínimos históricos el pasado día 26 de enero.

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