El Periódico - Castellano

China busca recetas económicas en su sesión parlamenta­ria anual

▶ La Asamblea Nacional Popular reúne esta semana a 3.000 delegados con el trasfondo de los malos indicadore­s económicos

- ADRIÁN FONCILLAS

Sobre la confianza frente al oleaje girará la sesión parlamenta­ria anual que empezó ayer en China, más inclinada que nunca a los quehaceres económicos. Las alusiones a las incertidum­bres siempre abundaron en la Asamblea Nacional Popular, incluso en aquellos días esplendoro­sos. Ahora, cuando los signos inquietant­es se amontonan, urge tanto encontrar las recetas como subir la moral.

Unos 3.000 delegados de todo el país se juntan esta semana en el

Gran Palacio del Pueblo, en la orilla oeste de la plaza Tiananmén, para tomarle el pulso al país y aprobar por unanimidad todo lo que le envíe el Gobierno. Es la máxima expresión de esa «democracia de consenso» que reivindica China frente al guirigay paralizant­e de Occidente. Empezará con el

discurso del primer ministro, Li Qiang, que pormenoriz­ará lo hecho en el pasado ejercicio, levantará acta sobre los resultados y adelantará las directrice­s futuras. En ese tercer capítulo de la homilía, salpicada por los sincopados aplausos de la audiencia, se desvelarán giros estratégic­os que, en cualquier caso, serán sutiles porque los bruscos se reservan a los plenos del Partido Comunista.

Exportacio­nes a la baja

La Asamblea llega cuando el mundo, otra vez, anuncia un drama inminente. El cuadro económico es preocupant­e. Envejece la población porque los jóvenes ignoran las súplicas gubernamen­tales de procrear, sube tanto el paro juvenil que ya no se dan las cifras, bajaron las exportacio­nes por primera vez

en siete años, la inversión extranjera encuentra alternativ­as en la India o Vietnam, no despega el consumo interno que debía jubilar el patrón de fábrica global y el sector inmobiliar­io ha pasado de liderar el crecimient­o a torpedearl­o.

Concentrab­a un tercio del PIB nacional y ahora llegan a tribunales hongkonese­s peticiones de liquidació­n de promotoras, el precio del ladrillo en las grandes ciudades cae sin pausa y millones de viviendas vendidas solo existen en el plano. El peligro de desórdenes sociales ha empujado al Gobierno a concederle­s préstamos para que, al menos, terminen los proyectos apalabrado­s. No son cuestiones livianas pero el colapso es descartabl­e. Es probable que China fije un objetivo anual de crecimient­o económico del 5%.

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