China busca recetas económicas en su sesión parlamentaria anual
▶ La Asamblea Nacional Popular reúne esta semana a 3.000 delegados con el trasfondo de los malos indicadores económicos
Sobre la confianza frente al oleaje girará la sesión parlamentaria anual que empezó ayer en China, más inclinada que nunca a los quehaceres económicos. Las alusiones a las incertidumbres siempre abundaron en la Asamblea Nacional Popular, incluso en aquellos días esplendorosos. Ahora, cuando los signos inquietantes se amontonan, urge tanto encontrar las recetas como subir la moral.
Unos 3.000 delegados de todo el país se juntan esta semana en el
Gran Palacio del Pueblo, en la orilla oeste de la plaza Tiananmén, para tomarle el pulso al país y aprobar por unanimidad todo lo que le envíe el Gobierno. Es la máxima expresión de esa «democracia de consenso» que reivindica China frente al guirigay paralizante de Occidente. Empezará con el
discurso del primer ministro, Li Qiang, que pormenorizará lo hecho en el pasado ejercicio, levantará acta sobre los resultados y adelantará las directrices futuras. En ese tercer capítulo de la homilía, salpicada por los sincopados aplausos de la audiencia, se desvelarán giros estratégicos que, en cualquier caso, serán sutiles porque los bruscos se reservan a los plenos del Partido Comunista.
Exportaciones a la baja
La Asamblea llega cuando el mundo, otra vez, anuncia un drama inminente. El cuadro económico es preocupante. Envejece la población porque los jóvenes ignoran las súplicas gubernamentales de procrear, sube tanto el paro juvenil que ya no se dan las cifras, bajaron las exportaciones por primera vez
en siete años, la inversión extranjera encuentra alternativas en la India o Vietnam, no despega el consumo interno que debía jubilar el patrón de fábrica global y el sector inmobiliario ha pasado de liderar el crecimiento a torpedearlo.
Concentraba un tercio del PIB nacional y ahora llegan a tribunales hongkoneses peticiones de liquidación de promotoras, el precio del ladrillo en las grandes ciudades cae sin pausa y millones de viviendas vendidas solo existen en el plano. El peligro de desórdenes sociales ha empujado al Gobierno a concederles préstamos para que, al menos, terminen los proyectos apalabrados. No son cuestiones livianas pero el colapso es descartable. Es probable que China fije un objetivo anual de crecimiento económico del 5%.
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