Una lacra sin final en la India
En 2022 se registraron en el país asiático un total de 31.516 agresiones sexuales, una media de 86 diarias, pero la cifra podría ser mucho mayor porque solo se denuncia una minoría.
La India se conjuró para que la tragedia de aquella joven de 23 años marcara un antes y después en la secular tradición de abusos a las mujeres. Fue atacada por seis hombres en el autobús que la llevaba a su casa del norte de Nueva Delhi en una noche invernal y su cuerpo fue arrojado a los matorrales. Había sido violada y torturada con una barra de hierro durante horas y murió 13 días después en un hospital de Singapur. Se llamaba Jyoti Singh pero la rebautizaron como Nirbhaya o «Sin miedo» tras atreverse a identificar a sus agresores. El conductor se colgó en la celda antes del juicio, un menor cumplió tres años de cárcel y los cuatro restantes fueron condenados y ejecutados.
La reciente violación en grupo de una turista hispano-brasileña subraya, 12 años más tarde, el fracaso de aquel propósito nacional. Hubo 31.516 violaciones en 2022, una media de 86 diarias, según la Oficina de Registros de Crímenes. Pero es sabido que solo una minoría se denuncian por el desdén de la policía y los médicos. Las denuncias en Nueva Delhi cuadriplican la media nacional, lo que habla del contexto desincentivador en las zonas rurales. Un informe de Human Rights Watch calificaba las violaciones de «alarmantemente comunes» y describía un cuadro de impunidad e incompetencia. Los procedimientos se eternizan en una justicia con escasos medios y persiste el estigma vitalicio que sufrirá la violada en una sociedad patriarcal. No hay violaciones dentro del matrimonio, según la ley.
La India es el país más peligroso para las mujeres, por encima de sospechosos habituales como Afganistán y Arabia Saudí. Lo daba por sentado una encuesta en 2018 de la Fundación Thompson Reuters. Un vistazo a la hemeroteca desvela casos similares al reciente. Seis hombres fueron condenados a cadena perpetua por violar a una turista suiza en 2013; una estadounidense fue drogada y violada por varios hombres en su hotel de lujo en 2016; una británica fue violada cuando regresaba a su hotel… es una lista incompleta. Las violaciones de turistas son una rareza estadística en el volumen total pero desvelan el clima de impunidad. El drama es mayor para las mujeres dalit o «intocables», presas fáciles para las castas superiores.
La muerte de Nirbhaya sacó a la gente a la calle en todo el país y atrajo la atención global. Una enmienda a la ley criminal introducida un año después castigó también el acoso y el voyeurismo y amplió la definición de violación. También fueron instaladas más cámaras y farolas en las calles y abrieron centros donde las víctimas acceden a ayuda médica y legal. Pero la madre de Nirbhaya, ahora activista, confesaba recientemente su desazón porque las «cosas han ido a peor». «Cuando la tragedia de mi hija inspiró protestas en todo el país, confié en que ninguna madre tendría que sufrir como yo al ver el cuerpo destrozado de su hija. Pero mis esperanzas se han roto».
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