La fe ciega de los trumpistas
Un 58% de votantes republicanos cree que Biden ganó las elecciones en 2020 de forma ilegítima
La economía y la inmigración son las principales preocupaciones de los republicanos
Las encuestas señalan que más del 20% de los votantes negros se inclinan esta vez por Trump
La mayoría de votantes republicanos votaría a Donald Trump aunque fuera condenado, según una encuesta a pie de urna. Los cuatro juicios penales pendientes no han minado la popularidad del candidato entre sus más fieles seguidores. El trumpismo se parece más a una religión que a una ideología.
A principios del año 2016, cuando arrancaba la campaña que le acabaría llevando hasta la Casa Blanca, Donald Trump pronunció una de sus frases más célebres y, a la postre, premonitorias. «Podría pararme en medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien y, aun así, no perdería a ningún votante», dijo por aquel entonces en Iowa. Como prácticamente todo lo que dice, la frase tenía un punto de hipérbole, pero en gran medida era cierta, como volvió a demostrarse este supermartes.
Ni los cuatro juicios penales que tiene pendientes ni los 91 cargos que enfrenta, tras ser condenado a pagar 500 millones de dólares tras ser condenado en otros dos juicios civiles, han minado su control del partido en el Congreso o la facilidad con la que ha arrollado para repetir como candidato a la presidencia el próximo 5 de noviembre. Una encuesta realizada a pie de urna entre los votantes republicanos en seis estados lo decía todo: «¿Considera adecuado que Donald Trump sea presidente si es condenado por un crimen?». El 61% respondió que sí.
Las encuestas a pie de urna no revelan verdades absolutas, pero sí que sirven para reflejar tendencias y estados de opinión entre el electorado. Y las del pasado martes de Edison Research, publicadas por CNN, ayudan a radiografiar el estado del trumpismo, un ismo que se parece más a una religión que a una ideología, y que nuevamente amenaza con tomar las riendas del país más poderoso del mundo.
Lo decíamos: al grueso de los votantes republicanos no les importaría votar por un criminal convicto. Un porcentaje que, en el estado de California, llegó hasta el 68% de los encuestados. Visto desde lejos podría pensarse que el partido ha perdido toda brújula moral para entregarse al culto a la personalidad de un solo hombre.
Verdad a medias
Pero sería solo una verdad a medias porque otra de las preguntas revela que un 58% de votantes republicanos en el supermartes considera que Joe Biden ganó las elecciones presidenciales en 2020 de forma ilegítima. Es decir, la mayoría ha comprado la «gran mentira» que Trump sigue vendiendo cada vez que tiene un micrófono delante a pesar de haber sido reiteradamente desacreditada en los tribunales. En Iowa, ese porcentaje llegó hasta el 66%; en New Hampshire, donde más bajo fue, al 51%. De modo que se podría inferir que si muchos conservadores están dispuestos a votar por un Trump condenado no es porque se hayan vuelto locos, sino porque consideran que le robaron las elecciones en 2020 y los juicios que ahora enfrenta no serían más que una «persecución política» de las mismas instituciones que por entonces conspiraron en su contra.
La economía y la inmigración, en ese orden, son las principales preocupaciones del votante republicano por encima de la política exterior o el aborto. El mismo votante que mayoritariamente aboga por deportar a los millones de inmigrantes irregulares que hay en Estados Unidos en lugar de ofrecerles vías para regularizar su situación, en la línea de lo que prescribe su líder. El núcleo duro de Trump, que el próximo junio cumplirá 78 años, son aquellos electores que se definen como «muy conservadores» y se declaran «enfadados» con el estado actual de las cosas.
Trasvase del voto obrero
La gran incógnita de cara a noviembre es que harán los republicanos desafectos con Trump, aquellos que han apostado estas últimas semanas por Nikki Haley (o se han quedado en casa), la única rival que le duró más de un telediario y que también ha acabado por quedarse atrás.
Los demócratas quieren pescar en ese caladero, concentrado en los suburbios de las ciudades, en el voto femenino o entre los conservadores que han cursado estudios superiores. Pero a tenor de lo sucedido en 2016 no deberían hacerse demasiadas ilusiones. Por entonces, cuando Trump ya había revelado su forma de hacer política, solo el 6% de los republicanos acabaron votando por Biden. Un Biden, de 81 años, que no lo olvidemos lucha también por superar las dudas sobre su idoneidad física y mental para el ejercicio del cargo: la imagen de un anciano con mala memoria.
Todavía más preocupante para los demócratas es el trasvase del voto obrero hacia el Partido Republicano, el movimiento tectónico más importante en la política estadounidense de los últimos tiempos. Los demócratas están perdiendo a marchas forzadas uno de sus caladeros tradicionales: la clase trabajadora blanca. Con Nixon y Bush hijo también pasó algo parecido, pero con Trump parece haberse acentuado ese matrimonio bastardo, después de que el expresidente hiciera suyos los agravios del proletariado con la globalización, China o unas élites por las que se sienten maltratadas.
Y no es solo el obrero blanco. Las últimas encuestas señalan también que más del 20% de los votantes negros se inclinan esta vez por Donald Trump, cuando en 2020 fueron solo el 12%, mientras que, entre los hispanos, también la diferencia se está estrechando. Algunos sondeos reducen la ventaja de Biden entre ese grupo es menos de 10 puntos, cuando hace cuatro años fue de más de 30. ■