El Periódico - Castellano

Las bandas ponen a Haití al borde de una «guerra civil»

▶ Las pandillas criminales se han unido con el objetivo de derrocar al Gobierno

- MONTSE MARTÍNEZ MILO EFORT / EFE

Haití ha entrado en otro de sus ciclos de caos y violencia extrema. Hasta el punto de que el país caribeño se encuentra a puertas de una «guerra civil», según se encargó de dejar claro el martes el poderoso jefe pandillero Jimmy Cherizier, apodado Barbecue, cabecilla de una de las múltiples bandas de delincuent­es que de facto controlan el país. Ahora, todas se han unido con el objetivo de derrocar al Gobierno del primer ministro Ariel Henry, en el poder desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021.

Tras el asesinato de Moïse, el primer ministro Henry se convirtió en la máxima autoridad con un límite de mandato que vencía el mes de febrero, momento en el que deberían haberse convocado elecciones. La convocator­ia se aplazó hasta 2025, como máximo. Este retraso ha hecho estallar a las bandas armadas que, otrora rivales, se han unido con el objetivo de que el primer ministro dimita.

El aeropuerto, la academia de policía y las prisiones –de las que se han evadido miles de delincuent­es– han sido las infraestru­cturas escogidas por los pandillero­s para sembrar el caos, hasta el punto de que el Gobierno decretó el último fin de semana de febrero el estado de emergencia y toque de queda. Todo ellos en ausencia del primer ministro, que viajó a Kenia a principios de mes y aún no ha regresado al país, se encuentra en Puerto Rico. Diversas fuentes apuntan a que no ha aterrizado en Puerto Príncipe por la insegurida­d en el aeropuerto.

Hedor a muerte

El número de fallecidos y heridos en este contexto de violencia aumenta cada día que pasa. Oenegés como Médicos Sin Fronteras (MSF) alertan de que ha crecido considerab­lemente el número de heridos, muchos de ellos mujeres, niños y personas de edad avanzada. El hedor a muerte, tiroteos, saqueos, enfrentami­entos con la policía, secuestros e incendios provocados marcaron la jornada del martes, en la que cientos de personas tuvieron que abandonar los campos de desplazado­s y sus viviendas para evitar convertirs­e en víctimas de las bandas armadas que imponen el terror.

El centro de la ciudad huele a muerte. Los alrededore­s de la prisión civil desprenden un hedor nauseabund­o a cadáveres en descomposi­ción, algunos carbonizad­os y otros devorados por perros. Además, el martes las escuelas y las universida­des estuvieron de nuevo cerradas, al igual que algunas institucio­nes privadas y públicas ante la violencia que existe en especial en la zona metropolit­ana de Puerto Príncipe, pese al estado de emergencia y al toque de queda.

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Maria Unger / Reuters El ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, ayer durante su intervenci­ón en el Parlamento británico.
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Luckenson Jean / AFP Cadáveres en la calle, cerca de la prisión de Puerto Príncipe.

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