La Generalitat revisa las grietas de una finca de la calle de Urgell
Los vecinos del edificio, situado en la esquina con Consell de Cent, sospechan que las fisuras son consecuencia de unas obras preliminares para la prolongación de los Ferrocarrils.
Con puntualidad de tren suizo, muy oportuna para la ocasión porque el fondo de la cuestión son las obras que Ferrocarrils está a punto de comenzar por debajo del Eixample, un equipo de técnicos de la Generalitat se presentado a la hora prometida en el 93 de la calle de Urgell para analizar las grietas que sospechosamente han aparecido en el vestíbulo justo cuando se han iniciado los trabajos preparatorios de la perforación del nuevo túnel de tren. A falta de que un detallado informe arroje más luz sobre este caso, los técnicos, en una decisión que han agradecido los vecinos de la finca, prometen priorizar los procesos de inspección y, sobre todo, hacer un seguimiento especial del caso.
Delante del 93 de Urgell, esquina con Consell de Cent, hay hoy a cielo abierto una considerable zanja, a apenas un metro y medio de la fachada y de gran profundidad. En esa esquina está prevista la construcción de una salida de emergencia del túnel de Ferrocarrils que enlazará las estaciones de Plaça de Espanya y Gràcia. Los trabajos que se han llevado a cabo son preliminares imprescindibles, pero no son todavía las obras de esa salida de emergencia. Esa zanja se ha perforado para anticipar el necesario desvío de servicios que discurren por el subsuelo, como los colectores. La tarea ya ha perturbado la paz en la finca.
Vibraciones
Daniel Suurland, uno de los vecinos, asegura que, desde hace días, cada mañana el ruido es considerable, pero añade que lo más perturbador son las vibraciones. La sospecha es que esas grietas del vestíbulo están directamente relacionadas con la zanja, aunque, según una nota oficial del Departament de Territori, «este tipo de trabajos no son susceptibles, a priori, de causar fisuras de este tipo». Así lo hicieron saber el pasado lunes dos vecinos de la finca, entre ellos, el presidente de la comunidad, en el transcurso de una reunión convocada por Territori para informar cómo se prevé que sean los próximos dos años de obras en la ciudad como consecuencia de la prolongación de la L8 de Ferrocarrils. El objetivo era anunciar, entre otras cosas, la próxima colocación de sensores de movimiento en una primera cincuentena de fincas del Eixample y despejar las dudas que los vecinos del barrio pudieran tener al respecto. La sorpresa fue cuando uno de los asistentes avisó de que en el caso de Urgell, 93, esas medidas llegarán tarde.
El incidente ha sucedido en una finca centenaria, de 1910, que recientemente pasó la inspección obligatoria de edificios y el vestíbulo, en concreto, luce recién remozado, pintado en blanco y verde. La cuestión es que a ambos lados de la puerta de entrada y casi de forma simétrica han aparecido dos grietas verticales que los técnicos han calificado de fisuras «de carácter estético».
El caso no debería tomarse como un antecedente de lo que está por venir. A la altura de Rosselló y de Buenos Aires se perforarán pozos de 50 metros de profundidad, porque ahí estarán dos de las nuevas estaciones de la L8. El matiz, importante, es que la técnica que se empleará en esos casos, en los que primero se cimentarán unos muros de contención, nada tiene que ver con la manera en la que se ha abierto la zanja para desviar servicios. ■