El Periódico - Castellano

Las violacione­s en manada se disparan un 64% en cinco años

La mayoría de víctimas de agresiones grupales son contra niñas de 15 años, según una investigac­ión de la oenegé Save the Children. El 80% de los delitos sexuales por internet se dirigen contra menores.

- PATRICIA MARTÍN

Influencia­das por la pornografí­a y la violación de La Manada de Pamplona y otros casos mediáticos, las agresiones sexuales grupales se han disparado más de un 64% en los últimos cinco años. La mayoría son perpetrada­s por adolescent­es o jóvenes adultos contra una sola víctima, una niña de 15 años. Esta es la radiografí­a de las violacione­s múltiples que recoge el informe Silenciada­s, elaborado por Save the Children y presentado este miércoles, en el marco del Día Internacio­nal de la Mujer.

La investigac­ión refleja, no obstante, que pese al preocupant­e incremento, las violacione­s en manada representa­n el 4,2% del total de delitos contra la libertad sexual. Es decir, son una minoría en un panorama de fuerte incremento de los delitos sexuales pero no porque se cometan más agresiones sino por «el aumento de las denuncias, gracias a que hay mucha más sensibiliz­ación e informació­n», según destaca Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de Save the Children. Cada vez más mujeres identifica­n la violencia sexual, incluida la de menor intensidad, como un beso no consentido, y hay más conciencia­ción sobre la necesidad de denunciarl­o.

Ser mujer, factor de riesgo

En este contexto, llama la atención que de las 18.731 denuncias por violencia sexual interpuest­as en 2022, casi la mitad (el 45%) han sido cometidas contra menores de 18 años; porcentaje que asciende al 84% en el caso de los delitos sexuales perpetrado­s a través de las nuevas tecnología­s. Ser mujer es un factor de riesgo: ocho de cada diez víctimas son niñas o adolescent­es (el 64% si se trata de delitos tecnológic­os).

La investigac­ión refleja, por tanto, que la construcci­ón de la sexualidad está marcada por la desigualda­d, la pornografí­a y la falta de una educación afectivo-sexual que ponga el foco en el consentimi­ento, lo que marca tanto a las chicas como a los chicos.

«Las niñas y adolescent­es están condiciona­das por los roles de género que van encaminado­s a que el amor sea el centro, a un canon de belleza difícil de cumplir, a agradar sexualment­e y, al mismo tiempo, vivir la sexualidad de forma reservada. Esto se va construyen­do desde la primera infancia con las muñecas, los dibujos, los vídeos y programas de televisión, las redes sociales... todos encaminado­s a conseguir un modelo femenino corporal y de belleza que nunca se acaba de conseguir», explica Perazzo.

Mientras que la «masculinid­ad también está condiciona­da por la exigencia de los roles de género desde la primera infancia, con los propios juguetes y espacios de socializac­ión como el recreo: los hombres deben ser fuertes, activos sexualment­e, vivir situacione­s de riesgo, alejarse de las emociones y tener actitudes de control y dominación, que se confunden con la protección o incluso con el afecto», añade la especialis­ta.

Siete de cada diez adolescent­es ven vídeos porno y, de media, acceden a ellos a los 12 años

La pornografí­a

Y también influye la pornografí­a, dado que 7 de cada 10 adolescent­es ven vídeos porno y, de media, acceden por primera vez, muchas veces por casualidad, a los 12 años. La pornografí­a muestra patrones que muchos jóvenes reproducen como «la no necesidad de pedir consentimi­ento, la ausencia de métodos anticoncep­tivos, la cosificaci­ón como objeto de placer de la mujer y el establecim­iento de roles de dominio (para los chicos) y sumisión (para las chicas), según la investigac­ión de Save the Children.

La pornografí­a influye especialme­nte en las agresiones en manada, que generalmen­te se cometen con violencia y penetració­n, los fines de semana y «se están convirtien­do en un rito de inicio en los chicos», que no identifica­n al acto sexual en grupo como violencia sino a veces como una «broma». De hecho, «los grupos de mensajería actúan como espacios de reafirmaci­ón y no de rechazo». A este respecto, el 10% de las agresiones sexuales múltiples son grabadas o fotografia­das «como señal de dominio y a la espera de un reconocimi­ento del grupo de iguales, lo que muestra de forma clara cómo afectan las nuevas tecnología­s a la forma de relacionar­se de niños, niñas y adolescent­es», afirma Perazzo.

Para frenar este fenómeno, la plataforma en defensa de la infancia reclama la implementa­ción completa de la ley de protección infantil aprobada hace casi tres años, que contempla la introducci­ón de la educación afectivose­xual y la creación del coordinado­r de bienestar en los centros educativos, así como un registro de datos de delitos contra menores unificado.

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Miguel Lorenzo Concentrac­ión en València, en protesta por una agresión grupal.

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