Un pacto con «pista de aterrizaje»
El desatasco de la ley de amnistía partió de un mensaje de Turull a Rovira. El informe de la Comisión de Venecia fue una forma, según Junts, de convencer al PSOE para abrirse a los cambios.
El no de Junts a la amnistía el pasado 30 de enero fue un jarro de agua fría, pero había margen para reconducir la situación. A pesar de las malas relaciones de los últimos años, el teléfono volvió a sonar entre JxCat y ERC. Primero hubo unos días de luto y enfado por todas las partes. Después, unas elecciones gallegas que alejaron la ley del foco. Pero las negociaciones se retomaron, acompañadas de un nuevo silencio mediático. Las primeras señales de que el acuerdo podía estar cerca llegaron el pasado sábado. Los socialistas no prorrogaron la votación de la comisión de Justicia del Congreso para seguir negociando el dictamen y tampoco lo pidieron ni Junts ni ERC. En paralelo, el expresidente Carles Puigdemont, en una intervención en el marco del Consell de la República, ya daba por hecho que la ley sería una realidad.
En aquel momento, aún no había ningún texto acordado, pero se había producido lo que fuentes de Junts califican como una «pista de aterrizaje»: el informe de la Comisión de Venecia, que según los posconvergentes fue una forma de convencer al PSOE para que se abriera a los cambios. Estas fuentes tuvieron la sensación de que los socialistas «jugaban al perro y al gato», diciéndoles a ellos que no podían aceptar sus cambios porque ERC no los quería, y a la inversa. Ante esta situación, JxCat planteó al PSOE si aceptaría el acuerdo al que llegara con Esquerra.
Los socialistas lo avalaron, pero aquí su versión coincide en lo fundamental y difiere en los detalles. «Hasta casi el final, hemos negociado en paralelo: con ERC y con Junts. Pero llegó un momento en el que vimos que no tenía sentido, porque eran ellos los que debían ponerse de acuerdo, así que les dijimos que lo intentaran», explica un miembro del Gobierno, que celebra que los dos partidos independentistas hayan logrado trabajar de la mano.
Al día siguiente, domingo, el secretario general de los posconvergentes, Jordi Turull, envió un mensaje a su homóloga en ERC, Marta Rovira. Se emplazaron a una llamada el lunes a primera hora,
Desde Junts hablan de una reforma de «fondo». «Ni estética, ni superficial»
en la que acordaron poner en contacto a sus juristas para que cerraran técnicamente el acuerdo. Por un lado, Gonzalo Boye y Josep Pagès. Por el otro, Marta Vilaret. «En dos días cerraron el acuerdo», apuntan fuentes de JxCat, que también explican que el PSOE no puso obstáculos al ver que el redactado «jurídicamente era solvente» y que no había «ninguna animalada». El pacto, explican en el PSOE, se cerró el miércoles a las seis de la tarde.
Los posconvergentes hablan de reforma de «fondo». «Ni estética, ni superficial. Hemos desconectado de los límites del Código Penal», señala el partido de Puigdemont, que calcula que la reforma blinda a entre 150 y 200 independentistas, que podrían haber sido «imputados por terrorismo». Los posconvergentes, además, sacan pecho de que su rechazo al primer texto, el pasado mes de enero, ha permitido introducir los «avisos» de la Comisión de Venecia y «afinar mucho más» las referencia al delito de malversación, separando los casos de utilización de dinero público para el ‘procés’ de lo que sería «poner la mano en la caja».
Para ERC, la lectura es otra. Consideran que la modificación es más «estética» que de calado.
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