El Periódico - Castellano

A las mujeres que envejecen

«¿Por qué vas a tener en cuenta lo que piense un tipo en pijama sobre lo que deberías hacer con tu vida?». Dio la casualidad que unas semanas antes de que el crítico Carlos Boyero opinara que Jodie Foster «está como avejentada...», la actriz ya le había c

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Carlos Boyero, de 70 años, lamentaba que, pese a quererla desde pequeña, la actriz hubiera cumplido 61. «Es que ya es muy mayor, pero digamos que hay gente que envejece de una forma y otra, de otra. Aquí, yo creo que hay planos que la maquillan para que esté más fea», continuaba. Está claro que hace tiempo que Boyero no observa su propio reflejo en un espejo y que su mirada pretende que las mujeres permanezca­n jóvenes para siempre. En clave machista y desde una óptica patriarcal donde la fémina solo es productiva por su fertilidad, la edad (canas, arrugas...) proporcion­a al hombre experienci­a y conocimien­to y, en cambio, a la mujer la cancela. «Estamos en una cultura obsesionad­a por la juventud que te exige aparentar 30 años a los 60», resume Emma Thompson.

Por suerte, esta misma semana veíamos desfilar a Ángela Molina (68 años) en París para Miu Miu, firma de Miuccia Prada. «Cada mañana tengo que decidir si soy una chica de 15 años o una anciana al borde de la muerte», confesaba hace unas semanas la misma diseñadora en Vogue. «A mí me da igual que me digan que tengo arrugas. Son mías y estoy encantada», declaró Molina hace un par de años cuando una clínica de estética la utilizó como ejemplo de lo que una mujer no podía permitirse: envejecer.

También la edición francesa de la revista Elle llevaba hace unos meses en portada las arrugas de Isabella Rossellini. «Nunca quise parecer más joven», asegura la actriz, que a los 65 años fue reincorpor­ada como imagen de marca de Lancôme, empresa cosmética que la despidió por ser «demasiado mayor» a los 42… «Chicos, sé cuántas arrugas tengo al lado de mi ojo. Por favor, ponedlas de vuelta», advirtió Kate Winslet cuando le pasaron el cartel promociona­l de Mare of Eastttown con su cara retocada.

De ahí la necesidad de apoyarnos en modelos tan bellas, seguras de sí mismas y valientes que se proyectan como referentes est-éticos para seguir

creciendo en el camino por recobrar una autoestima femenina maltratada durante siglos. «Una de las razones por las que vuelvo a ofrecer entrevista­s tras 10 años de ausencia es porque creo que siento la necesidad de representa­r públicamen­te lo que he decidido mostrar en privado: una mujer orgullosa y más poderosa que cuando era joven. Y creo que ese orgullo se puede admirar en mi rostro y en mi cuerpo», explicaba Frances McDormand, abanderada contra el edadismo en Hollywood y quien recogió su Oscar en 2021 sin maquillar.

Porque hoy, cuando todos los días te intentan convencer para que te hagas un pinchacito

de ácido hialurónic­o o bótox y luego te pasas una media de cuatro horas viendo a otras mujeres de tu edad (o mucho más mayores) en redes sociales que no presentan ni una sola arruga, puede que acabes obviando que aquello es fruto de filtros y retoques y preguntánd­ote sobre qué mal te afecta para ser la única que envejece.

Superado desde hace apenas un lustro el tabú de las canas (hasta la reina las luce), que en 2024 Michelle Obama o Sofía Vergara hablen con naturalida­d de la menopausia también ayuda. Porque, como señaló Gloria Steinem en su alegato en contra del edadismo en el ya mítico capítulo de la segunda temporada de And just like that:

«Segurament­e la nueva frontera sea envejecer. Y lo estamos bordando: ¡vivimos más que los hombres!».

Feliz 8M, en especial a todas esas mujeres que nos enseñan a vivir, a envejecer.

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Jodie Foster, el pasado enero en Los Ángeles.

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