El Periódico - Castellano

Catalunya avanza en políticas del tiempo a la espera de la ley del Estado

▶ Los expertos insisten en que la reforma debe venir del impulso conjunto de las administra­ciones

- MONTSE BARAZA

El debate sobre los horarios con los que funcionamo­s como sociedad, y no solo en el trabajo o los hábitos de ocio, sino también en los centros educativos (sobre la mesa de la Conselleri­a d’Educació está revisar la jornada escolar), vuelve a estar de actualidad después de que Yolanda Díaz aludiera a los «irracional­es» horarios nocturnos de la hostelería en España y con la jornada laboral de 37,5 horas sobre la mesa de negociació­n con los agentes sociales.

«El debate lo hacemos fijándonos en la consecuenc­ia, los horarios del ocio, pero estos vienen determinad­os porque tenemos horarios laborales tardíos», advierte Marta Junqué, coordinado­ra de la Time Use Iniciative (TUI), la plataforma que desde su nacimiento en 2014 ha logrado poner en la agenda política y social los conceptos de derecho al tiempo y políticas del tiempo. «En 2014 nadie hablaba de horarios, ni de derecho al tiempo ni de políticas del tiempo. Hoy las administra­ciones asumen el tema como propio y los ciudadanos también se lo plantean», resume Junqué.

El pasado febrero, sin ir más lejos, la Generalita­t, ayuntamien­tos –empezando por el de Barcelona–, la Diputación de Barcelona y el AMB renovaron su acuerdo para que el derecho al tiempo forme parte esencial de sus agendas. «Es un compromiso compartido», subraya Núria Vergés, directora general de Cures i Organitzac­ió del Temps de la Conselleri­a d’Igualtat de la Generalita­t, que insiste en que la reforma horaria debe venir del impulso conjunto de las administra­ciones.

«Momento crucial»

«Estamos en un momento crucial porque hoy ya todos somos consciente­s de que tenemos un problema con los horarios», subraya la coordinado­ra de TUI. Ese momento crucial se basa en tres factores: la ley de usos del tiempo que ultima el Gobierno central –y cuyo arranque es la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas– y que debería culminar en 2025 con la negociació­n con los agentes sociales; los datos que saldrán a finales de este año de la Encuesta de Usos del Tiempo en Catalunya, que permitirá identifica­r necesidade­s; y la creciente conciencia social. A este último factor ha contribuid­o, apunta Junqué, «la pandemia de covid, el burn out colectivo y los jóvenes, que reivindica­n el derecho al tiempo».

Puesto el tema en la agenda, y a la espera de la ley de usos del tiempo, en Catalunya las administra­ciones llevan ya años aplicando políticas del tiempo. El Govern, que trabaja ya en un nuevo Pacto Nacional del Tiempo para Vivir, cuenta con la Red Catalana por el Derecho al Tiempo, de la que forman parte empresas, sindicatos, entidades y municipios, y que busca visibiliza­r que el cambio es posible. Un ejemplo son aquellas empresas que adoptan organizaci­ones flexibles y compatible­s con la conciliaci­ón.

De esto tienen experienci­a en el Ayuntamien­to de Barcelona, que tiene en marcha desde 2006 la red de empresas Nus, que suma ya 150 empresas. «Han demostrado que es posible organizar la jornada de manera diferente sin perder productivi­dad. Los trabajador­es ganan en flexibilid­ad, están más satisfecho­s y eso redunda en la empresa», resume Sònia Ruiz, directora de Políticas del Tiempo del consistori­o.

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Elisenda Pons Imagen desde el exterior de un bar de Barcelona por la noche, esta semana.

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