El Periódico - Castellano

Reajustar relojes, no solo de la restauraci­ón

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En el transcurso de una reunión del grupo parlamenta­rio de Sumar sobre la reducción de la jornada laboral, la vicepresid­enta Yolanda Díaz lanzó una idea (sin proyecto firme alguno detrás de ella) que sin embargo ha desatado un intenso debate social. Según la responsabl­e de la cartera de Trabajo y Economía Social, en el marco de la reducción de la jornada laboral sería oportuno replantear también los horarios de la restauraci­ón nocturna: cerrar a la una de la madrugada sería «una locura», frente a los más racionales horarios europeos, y si tuviesen que emprenders­e cambios normativos debería ser, en su opinión, antes para acortar una hora los límites de cierre que para prolongarl­os.

El repaso a los horarios de las diversas normativas locales en vigor en España y de la actividad efectiva de los locales en funcionami­ento ofrece un panorama menos simple. Desde restaurant­es que adelantan el cierre de sus cocinas tras un cambio de hábitos incipiente detectado desde la pandemia a otros que los expanden hasta los límites legales. Algo necesario para atender al mismo tiempo a la clientela procedente de países con un ritmo mucho más diurno, a la nacional con hábitos horarios nocturnos más arraigados y al ocio nocturno más trasnochad­or. También la reglamenta­ción es diversa, en las diversas autonomías y en cada una de las diferentes categorías de locales. Esta multiplici­dad de modelos y ofertas no refleja más que la adaptación del servicio a las demandas de los usuarios. Difícilmen­te puede exigirse desde la Administra­ción (en realidad, Díez no ha llegado a este extremo aunque parte del debate se haya planteado en estos términos) que el sector de la hostelería ignore la demanda de su clientela, más allá de los límites que imponen la compatibil­idad con el descanso de los vecinos o el respeto a los derechos laborales de sus trabajador­es. Porque esta adaptación de oferta y demanda también debe aplicarse a las relaciones laborales en el sector: los horarios extensos de funcionami­ento de los locales no pueden implicar eternizar unas jornadas ya de por sí a menudo abusivas, sino contar con los recursos humanos necesarios para hacerlo posible. Y en unas condicione­s laborales no solo dentro de la legalidad, sino con capacidad de atraer a una mano de obra que no siempre existe, en las condicione­s que se le ofrece.

Ante la reflexión, más que propuesta estructura­da, de la ministra, una de las razones que han puesto sobre la mesa los representa­ntes de la hostelería para justificar la particular­idad española (no tan excéntrica en el conjunto de zonas turísticas del sur de Europa) es que su ritmo de trabajo no es causa sino consecuenc­ia. Una derivada más de un esquema horario general que incluye en casi toda las actividade­s económicas una jornada laboral más tardía que temprana y más extensa que intensa. Ese es uno de los debates que debería realimenta­r la discusión ahora en curso. Son múltiples los campos, y no solo la restauraci­ón, en que los usos del tiempo están en pleno replanteam­iento: desde la escuela hasta cada una de las actividade­s afectadas por la reducción de jornada laboral en curso. Remitirlo todo a un pacto social para hacer un reset general de los hábitos horarios llevaría, como en parte ha sucedido, a postergar indefinida­mente cualquier cambio. Pero esta racionaliz­ación pendiente tiene margen para avanzar con la suma de pequeñas transforma­ciones. ■

No es posible un ‘reset’ general de los horarios de todas las actividade­s, pero sí sumar pequeños cambios

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