El Periódico - Castellano

Los Chichos El final de una odisea marginal

La gira ‘Hasta aquí hemos llegado’, que hoy recala en Barcelona, cierra una carrera artística que tuvo un fuerte impacto social y aún no goza del reconocimi­ento que merece.

- RAMÓN VENDRELL

La gira de despedida de Los Chichos, Hasta aquí hemos llegado, coincide con el 50º aniversari­o de su primer elepé, Ni más ni menos. El trío actúa en el Sant Jordi Club de Barcelona esta noche con las entradas agotadas desde hace tiempo, de modo que ha anunciado una nueva fecha en la ciudad, el 29 de noviembre. También ha anunciado un segundo concierto en Madrid, el 4 de octubre, que se suma al del 16 de marzo en el WiZink Center. Se estima que el grupo ha vendido 30 millones de discos (y casetes) oficiales, cantidad que las ediciones piratas harían crecer sustancial­mente. Seguro: pocas formacione­s fueron tan pirateadas. La historia de Los Chichos es una odisea marginal en toda regla.

LA FUNDACIÓN. A la discoteca Lover de Vallecas, propiedad de Ángel Nieto, acudió a principios de los años 70 Emilio González, alias el Chicho, en busca de un hueco para él y su hermano Julio en los espectácul­os de música en directo de la sala. El dúo, todavía innominado, también era de Vallecas, pero de otro Vallecas, el Pozo del Tío Raimundo, y se buscaba la vida en los mesones del centro de Madrid y en los pubs de la llamada Costa Fleming con versiones de Bambino, Peret y así. Eduardo Guervós, relaciones públicas de Lover y cantante de Eddy, Los Cracks y su Batería de Goma, no solo les hizo un hueco en la programaci­ón de Lover, sino que se convirtió en su representa­nte. Hizo falta un nombre: pues Los Chichos. Hizo falta un tercer miembro para la primera gala profesiona­l, en la sala de fiestas Nuevo Electra de Vigo, cuyo escenario era demasiado grande para dos artistas: se enroló al compadre Juan Antonio Jiménez Muñoz, Jero, mote derivado, dicen algunas fuentes, de ajero, «persona que vende ajos», según la RAE. Jero explicó en el viaje en tren a Vigo que escribía canciones y para demostrarl­o cantó Quiero ser libre.

DEMASIADO GITANOS. Una maqueta de Los Chichos con Quiero ser libre, entre otras canciones, llegó a Antonio Sánchez, padre de Paco y Pepe de Lucía y de Ramón de Algeciras. Avalada por Sánchez, no poco aval, la grabación aterrizó en la compañía discográfi­ca Philips, cuyo primer veredicto fue: «Son demasiado gitanos». Idéntico argumento se repetiría más adelante en la entonces todopodero­sa RTVE. No obstante, Philips grabó a Los Chichos. Para sorpresa de la marca, los dos primeros sencillos del trío ( Ni más ni menos y Quiero ser libre, ambos de 1973) se vendieron como rosquillas. El extrarradi­o había encontrado a sus cronistas.

PIONERO RELATO CRIMINAL. En la cara B del tercer single de Los Chichos, con Te vas, me dejas en la cara A, estaba La historia de Juan Castillo. Es un tema capital del pop español por varios motivos. Para empezar, por la formidable estrofa inicial: «Era una noche de pena y de llanto / puesto que todo condujo a un fracaso / Iban dos primos y dos hermanos / iban a chorar y los delataron». A partir de ahí el relato se vuelve algo confuso, pero queda claro que hay un robo frustrado por un chivatazo, un asesinato y una condena. Es una crónica criminal con antecedent­es en los romances de ciego y algunos palos flamencos, pero nueva en la música popular moderna española. También es novedosa en la música comercial la utilizació­n de palabras en caló, como pucabar (de-

latar), bucharnó (disparo) o najar (huir, pirarse). La historia de Juan Castillo tiene una hermana muy parecida en El fracaso, de Tony el Gitano, publicada por el guerriller­o sello Acropol al mismo tiempo que la canción de Los Chichos. La explicació­n más plausible es que Jero y Tony el Gitano, que habían colaborado con anteriorid­ad, desarrolla­ron el embrión de la pieza conjunta cada uno por su lado.

LA PRODUCCIÓN. La diferencia fundamenta­l entre La historia de Juan Castillo y El fracaso es que la primera es un torpedo de rumba, rock y salsa y la segunda, una rumba cruda. Los Chichos tuvieron en los 70 unas produccion­es imponentes gracias al sistema de estudios que regía en la gran industria discográfi­ca. José Torregrosa y Alfredo Garrido fueron, respectiva­mente, el director musical y el director artístico de la mayoría de sus grabacione­s clásicas. Ricard Miralles fue el arreglista de Amor y ruleta (1979).

LA DINASTÍA DE LA CHE. Los Chichos inauguraro­n una dinastía de grupos cuyo nombre empezaba por che: Los Chunguitos, Los Chorbos, Los Chavis, Los Cheles, primos por cierto de Emilio y Julio. No es descartabl­e que en algún caso se buscara sacar partido de la confusión, máxime en el mercado de las casetes de gasolinera.

PÚBLICO CARCELARIO. Los Chichos sellaron su vínculo con el lado ilegal de la vida con la banda sonora de Yo, el Vaquilla (1985), de José Antonio de la Loma. El grupo presentó el álbum con una actuación en el penal de Ocaña, donde estaba preso Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla. Fue el primero de una veintena de conciertos en otras tantas cárceles.

LAS DROGAS. El consumo de drogas (cocaína, heroína, base de cocaína) llegó a tal extremo que Emilio compró un piso en el edificio donde vivía su camello. «Iba y venía tanto de su casa a la mía que me pareció más cómodo vivir en el piso de arriba», dice el artista en Nosotros Los Chichos, biografía escrita por Rosa Peña y J. Valderrama. Julio señala la base como «la causa real» de la separación del trío original en 1990. Jero inició carrera en solitario y fue sustituido por Junior, hijo de Emilio.

LA TRAGEDIA. Jero, ahora Jeros, publicó los elepés Tembló, pero no calló (1990) y Agua y veneno (1993). El músico falleció el 22 de octubre de 1995 tras precipitar­se al vacío desde el balcón de su vivienda en el Pozo del Tío Raimundo. Tenía 44 años. Su entorno siempre se ha referido al suceso como «la tragedia». Jero fue un compositor prolífico y con un porcentaje de dianas elevado. Unas 200 canciones tiene registrada­s en la SGAE. Y eso que a partir de cierto momento Los Chichos acordaron grabar también números de Emilio y Julio.

DEL PRIMAVERA SOUND A CHAMÁN. Los Chichos actuaron en el Primavera Sound de 2016 respaldado­s por siete músicos y ante miles de personas. Un mes después actuaron en la discoteca Chamán de Los Escullos, en el Cabo de Gata, con la música pregrabada y ante un centenar de personas. No hay muchos grupos con tal amplitud de formatos, ni que sepan estar en escenarios tanto nobles como de batalla.

LA INFLUENCIA. Canciones de Los Chichos han sido sampleadas por C. Tangana ( Son ilusiones en Tú me dejaste de querer), Dellafuent­e ( La historia de Juan Castillo en La historia de John Castle), Sólo Los Solo ( La cachimba en Como podamos ser, Ni más ni menos en Todo el mundo lo sabe) y El Coleta ( Te vas, me dejas en Kamborio), entre otros artistas. El grupo tuvo un disco de colaboraci­ones, Hasta aquí hemos llegado (2008), en el que grabó versiones de temas suyos junto a Estopa, Peret, Manolo García, Los Delinqüent­es, El Arrebato y un largo etcétera. ■

El trío selló su vínculo con el lado ilegal de la vida con la música de ‘Yo, el Vaquilla’

C. Tangana, Dellafuent­e, SSólo los Solo o El Coleta han sampleado temas suyos

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Paco Elvira / José Luis Roca / Archivo A la izquierda, Julio, Jero y Emilio: Los Chichos en los años 80. Al lado de estas líneas, de arriba abajo y de izquierda a derecha, Los Chichos con el Vaquilla (con una mano en un bolsillo del pantalón) en el penal de Ocaña en 1985, el trío original en los años 70 y dos imágenes del grupo en 2008, con Junior como sustituto de Jero.
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